Las críticas de la Iglesia
Los obispos critican las reformas que propone el ministro de Justicia, López Aguilar, y dicen que van a apoyar las movilizaciones contra éstas (por cierto, ¿no es demasiada intromisión en los asuntos de Estado?).
Es verdad que la Conferencia Episcopal siempre se ha caracterizado por su conservadurismo; y al conservador le asustan los cambios que no le aportan beneficios (como ejemplo, Reagan, que nunca se acercó al progresismo y ahora apoya la investigación con embriones porque está afectado de la enfermedad de Parkinson).
A los obispos también les cuesta aceptar los cambios sociales porque no viven muchas de las necesidades que surgen al enamorarse libremente y tener hijos.
Por ejemplo, se escandalizan ante el matrimonio de homosexuales, que consiste en que dos personas de mutuo acuerdo deciden convivir de forma regularizada y legal, lo cual a nadie perjudica y a muchos beneficia. Y consideran más importante la protec-
ción de un embrión que la de un niño enfermo que podría curarse gracias a la ciencia.
Quizá los obispos estén demasiado apartados de la sociedad y les resulta más fácil la crítica que la autocrítica.
Quizá deberían empezar por investigar denuncias y condenar los casos demasiado frecuentes de pederastia (hetero y homosexual) en el seno de la Iglesia.