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El precio del barril de petróleo supera los 37 dólares y hace caer las bolsas

La OPEP sostiene que no hay escasez de crudo y achaca la escalada a los especuladores

Fernando Gualdoni

El salto del precio del crudo por encima de los 37 dólares por barril y la percepción de que la escalada no va a remitir en breve dispararon ayer las alarmas en los grandes países importadores de Occidente. Desde el FMI, el Banco Central Europeo, la Reserva Federal (banco central) de EE UU, otros organismos y analistas, emerge la preocupación del impacto de estos precios del crudo, los más altos desde octubre de 1990, en el crecimiento económico mundial. La inquietud se contagió a las bolsas europeas, que cerraron con pérdidas desde el 1,41% de Madrid al 2,80% de Francfort. La OPEP, por su parte, dice que no hay escasez, y se defiende culpando a los especuladores de la escalada.

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El mercado petrolero no es de medias tintas: en cuanto la cotización del barril se perfila hacia una tendencia (al alza o a la baja), ésta se mantiene por bastante tiempo. Ello se debe fundamentalmente a que los inversores de esta materia prima siempre miran a un mes vista, como mínimo. Y de todo lo que ven estos intermediarios ahora, nada invita a la calma.

Ha habido ataques terroristas contra el sector petrolero saudí, en Irak las cosas van de mal en peor y persiste la crítica situación política en Venezuela. Si se mezclan estos ingredientes, el cóctel es explosivo y más aún al calor del verano, cuando casi 35 millones de estadounidenses con automóviles de gran cilindrada salen a la carretera y consumen en menos de 20 días tanto carburante como el que en España alcanza para un año.

Estos datos han sido los detonantes de la estampida de precios del crudo que se ha visto, sobre todo en el último mes, en los mercados londinense y neoyorquino. Ayer, en el primero de esos parqués, el de referencia para Europa, el barril brent superó los 37 dólares, el máximo desde octubre de 1990. En Nueva York, la escalada también se agudizó y el barril West Texas llegó a rozar los 40 dólares. Desde el fin de la guerra de Irak, el pasado 1 de mayo de 2003, el barril de crudo se ha encarecido 13 dólares, en torno al 60%.

Mientras tanto, las bolsas europeas también olieron el temor por el alza del crudo: la Bolsa española se desprendió de las ganancias obtenidas el miércoles y ayer cedió el 1,41%. El resultado, a pesar de todo, fue de los mejores entre las principales plazas europeas, ya que Francfort retrocedió el 2,8%; Milán, el 2,02%; París, el 1,99%, y Londres, el 1,17%.

Jaque a la economía

Estos precios, desde luego, ya son motivo de mucha preocupación a ambos lados del Atlántico. La Reserva Federal de EE UU insiste en que los precios del crudo son una amenaza para la recuperación económica. Por un lado, pueden ser un freno para la actividad económica y, al mismo tiempo, el caldo de cultivo de un brote inflacionista. La Fed cree que la recuperación económica del país es fuerte, por lo que se prevé que intentará atacar el alza de precios subiendo los tipos de interés antes del verano.

En Europa también hay mucha inquietud sobre el impacto que pueda tener el alza del crudo en la incipiente recuperación económica. La zona euro y el Reino Unido no han sufrido de lleno los efectos del aumento del crudo gracias a la fortaleza del euro sobre el dólar. Como el crudo, como todas las materias primas, se comercializa internacionalmente en dólares, el hecho de tener un moneda más fuerte abarata la factura energética. No obstante, teniendo en cuenta que el crudo sigue subiendo mientras que la moneda única ha perdido un poco de terreno frente al dólar, esta ventaja puede esfumarse en un santiamén.

De hecho, basta ver el mercado español para observar que el alza del crudo ya ha impulsado el de los carburantes. A comienzos de febrero pasado, el precio medio máximo nacional del litro de gasolina sin plomo era de 83,6 céntimos. Hoy está en un máximo histórico de 88 céntimos, según los datos del Ministerio de Industria. El litro de gasóleo, cuyo precio medio nacional era de 70,4 céntimos hace tres meses, hoy se sitúa en los 74.

Los países industrializados han comenzado a mirar con disgusto a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que en enero pasado recortó su producción en dos millones de barriles diarios en lo que va de año. El 10 de febrero pasado, en Argel, el cartel decidió eliminar sus excedentes de producción en 1,5 millones de barriles diarios, y en esa misma reunión dejó pendiente hasta el 30 de abril la aprobación de un recorte suplementario de un millón de barriles, hasta los 23,5 millones.

La OPEP erró los cálculos

Ese día, el cartel decidió seguir adelante con ese segundo recorte, que entró en vigor el pasado 1 de mayo, a pesar de que para entonces la cotización del barril era ya superior a los 30 dólares. La OPEP actuó impulsada por el temor de que el precio se desplomase durante este segundo trimestre del año, como suele suceder cada año. No obstante, para los expertos el cartel erró el cálculo sobre la capacidad de recuperación de la economía estadounidense y sobreestimó la amenaza del sector petrolero iraquí porque pensaba que para este momento, este país ya habría alcanzado su nivel de producción previo a la guerra de 2,5 millones de barriles diarios.

A pesar de estos errores de cálculo, la OPEP sostiene que el mercado está suficientemente abastecido y que no hay escasez. Ayer, fuentes de la organización señalaban que en la próxima reunión de junio en Beirut se estudiará un aumento de la producción y, que hasta ese momento, hay un compromiso firme de responder a la demanda. La OPEP, como muchas otras veces, responsabiliza a los intermediarios de inflar el precio del crudo y mantenerlo así. Fuentes del sector creen que la especulación añade entre dos y tres dólares al precio del crudo, pero que esta no es la razón principal del incremento, sino la política de recortes de la OPEP en la búsqueda de precios elevados.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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