Parada en seco
En los corrillos profesionales del cine español están de los nervios, pendientes del nombramiento oficial de l@s nuev@s director@s ministeriales del ramo, que ojalá se conozcan pronto: se desvanecerían por fin los agotadores rumores de estos días, desatados con tal ímpetu que hasta algunos de los adictos a la adulación se precipitaron a la foto o a ser los primeros en felicitar a quienes anticipaban como futuras autoridades.
Mientras tanto, en 15 días, se han estrenado de golpe siete películas españolas que compiten entre sí por el pequeño hueco que tienen en la cartelera. Manuel Hidalgo ha ironizado sobre esta aglomeración calificándola de "reserva india", calculando que durarán poco en cartel: "Después de dos semanas con licencia para vivir, se descubrirá que tal licencia no era sino un permiso para seguir matando". Son siete películas que provienen del reciente festival de Málaga, y que quieren coger la ola de la publicidad que allí han generado. Ninguna de ellas ha tenido un lanzamiento publicitario personalizado, quizás con la excepción de Héctor, por haber sido la ganadora. Todas y cada una han aparecido en cartel tras un rutinario sistema de publicidad, poniéndoselo difícil al espectador a la hora de elegir.
Según se ha dicho esta semana, el cine español va a ponerse las pilas para venderse en el mundo. La FAPAE ha anunciado que abrirá oficinas de promoción en las embajadas españolas, proyecto ambicioso, por cierto, ya intentado otras veces, incluso en tiempos de Franco, sin que los vendedores hicieran alarde de imaginación, sino que se limitaron a repetir cansinamente las mismas ideas que tienen para venderse aquí.
Lo contrario que Pedro Almodóvar, que sabe encontrar en cada película su punto g para la venta. El próximo miércoles inaugurará con todo derecho el nuevo festival de Cannes. Si se inaugura, claro. Ha prometido tormenta la coordinadora sindical CIEL, que ya interrumpió el festival de Avignon con sus manifestaciones y paros en defensa de los derechos de los "profesionales intermitentes", reivindicación que se hizo incluso ante el ministro francés en la ceremonia de los premios César. Seguramente no llegará la sangre al río porque los franceses del cine saben lo que ello les supondría, de igual forma que saben mimar individualmente sus películas en el mundo sin estar pendientes de los cambios de ministr@s y director@s generales.
En cualquier caso, no son temas que interesen a todos. En Seco, una zona cercana al madrileño puente de Vallecas, un grupo de vecinos ocupa desde hace años un caserón abandonado del Ayuntamiento, donde organizan actividades sociales, culturales y bailongos. Los guardias les ponen multas y ellos tienen que organizar más fiestas para pagarlas. Publican una revista, y te proponen: "Haz una parada en Seco". La semana pasada levantaron una carpa en medio del barro e hicieron su segundo Festival de Cine Social de las Californias. Por allí pasó Icíar Bollaín con Te doy mis ojos, y pusieron Noviembre, La suerte dormida, Condenados al corredor, con el público a rebosar; tuvieron el más largo coloquio que se recuerde sobre La pelota vasca, y hasta clausuraron en riguroso estreno con la versión completa y definitiva de Hay motivo. Allí no había crisis del cine español, sino muchas ganas de verlo.
