El triunfo del Silicon Valley indio
Las nuevas tecnologías impulsan un desarrollo vertiginoso en la ciudad de Bangalore
Granito, acero y cristal refulgen bajo el sol de justicia que baña Bangalore, la capital del sureño Estado de Karnátaka, ahora conocida como el Silicon Valley de India porque no hay una sola multinacional tecnológica que no haya acudido a esta ciudad, desde la que decenas de miles de ingenieros y programadores de empresas nacionales han inundado el mundo con su software y comienzan a hacer sombra a las grandes compañías de EE UU y Europa. Pero casi lamiendo la base de los modernos y elegantes edificios, en un caos que sólo India es capaz de manejar, crecen también las chabolas de numerosas personas que huyen del campo y de una vida sin futuro en sus aldeas. "En China hay un Gobierno monolítico y aquí una democracia; por eso es mucho más difícil un desarrollo ordenado", declara el gobernador S. M. Krisna cuando el EL PAÍS le pregunta sobre qué va a hacer para extender la riqueza que generan los parques tecnológicos.
Ayer era fiesta en Karnátaka porque, al igual que en otros Estados de India, se celebraba la segunda fase de las elecciones generales. Para garantizar la seguridad de los comicios y evitar estallidos de violencia, el Gobierno central dividió la votación en cuatro jornadas entre el 20 de abril y el 10 de mayo. Bangalore votó en la primera fase y ayer le tocó a la zona occidental de Karnátaka.
Disputa electoral
Krisna es uno de los líderes más sólidos del Partido del Congreso y pocos dudan de que volverá a ganar las elecciones. Él lamenta, sin embargo, que muchos de sus votantes se decanten por el Partido del Pueblo (BJP), que lidera el primer ministro, Atal Behari Vajpayee, al elegir a los diputados de la Lok Sabha (Casa del Pueblo), Cámara baja del Parlamento indio. Krisna se desplazó en helicóptero a la aldea de Somanahalli para votar. No es de extrañar. La carretera que une Bangalore con Mysore, segunda ciudad del Estado, a 141 kilómetros de distancia, es el mejor ejemplo del atraso que aún sufre India: un ejército de motocicletas se disputa con camiones, coches, autobuses con gentes sobre el techo y carretas de bueyes la misma calzada de doble sentido.
En Bangalore se respira optimismo. Shashank Bharadwaj, de 22 años, acaba de terminar cinematografía y quiere irse a Portugal para hacer un curso de tres meses de filmación submarina, pero ni se le ocurre pensar en quedarse a vivir en Europa. "India tiene un futuro brillante. La economía mejora y en Bangalore la vida es fácil. Hay muchos profesionales y mucha gente joven. Aquí tenemos casi 40 escuelas de ingeniería y vienen estudiantes de todo el país", afirma.
Karnátaka, con 53 millones de habitantes, es uno de los estados más pacíficos de India. La minoría musulmana, que como en el resto del país asciende a un 12% de la población, está muy integrada. Musulmán es Azim Hasham Premji, fundador de la corporación Wipro y conocido como el Bill Gates de India, que presume de ser el impulsor de la transformación de la imagen internacional de su país desde la "tierra de los encantadores de serpientes al liderazgo en tecnología de la información". Krisna afirma que quiere aplicar la tecnología al desarrollo de la agricultura, pero Savithramma, que ha votado minutos antes que el gobernador, ni tan siquiera entiende la palabra tecnología. Es viuda, no sabe muy bien la edad que tiene -"entre 52 y 55 años"- y vive de la leche que dan sus dos búfalos y del trabajo que hacen éstos. Savithramma va descalza, no sabe leer pero dice que está contenta de votar, y que lo ha hecho por "la mano", símbolo del Partido del Congreso.
Karnátaka es fiel reflejo del mosaico de culturas, religiones, razas y lenguas de India. Sus campos, de vegetación tropical, aparecen salpicados con una multitud de vivos colores. Son los saris de las mujeres que los trabajan. La vestimenta occidental y las corbatas son lo único que se ve en los parques tecnológicos de Bangalore, donde se encuentran General Electric, American Express, Philips, IBM y tantas otras compañías que han trasladado a ellos parte de sus trabajos de programación e incluso de sus centros de llamadas de atención al cliente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.