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Tribuna:EL DEBATE ENERGÉTICO
Tribuna
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Energía eólica: una herramienta para prevenir el cambio climático

Muchas veces las ramas cercanas no nos dejan ver el bosque. Eso es lo que le pasa a Paco Tortosa en su artículo sobre el paisaje y la energía eólica publicado en EL PAÍS del lunes 22 de marzo. Hace una correcta diagnosis del principal impacto de la energía eólica (el paisajístico), pero aquí acaban los acuerdos. Pues incurre en numerosos lugares comunes que a fuerza de ser repetidos, se cae en el riesgo de que sean verdades comúnmente aceptadas. Y hay clamorosos olvidos, que nos permitirá desvelar.

El olvido principal es el cambio climático. Las mediciones recientes de los niveles de dióxido de carbono en el aire han provocado el estupor entre los científicos: en el año 2003 se ha elevado en 3 ppm la concentración de ese gas de efecto invernadero, cuando lo habitual en los últimos años ha sido de 1,8 ppm en su imparable ascenso desde el comienzo de la era industrial. Las catástrofes en varias partes del mundo (inundaciones, muertes estivales por calentamiento en el 2003, etc) parecen relacionadas con el cambio climático en marcha. Está circulando el informe encargado por el Pentágono sobre ese tema (Informe Yoda) que concluye que "a causa de las potenciales consecuencias perjudiciales, el riesgo de cambio climático brusco, aunque incierto y muy posiblemente reducido, debería pasar de ser un debate científico a una preocupación de la seguridad nacional de los Estados Unidos". Es fácil intuir las razones por las que ese informe ha sido mantenido en secreto por el Gobierno Bush, dada su política de no aprobación del Protocolo de Kioto.

Hay que efectuar una transición a otro modelo energético, en donde las energías renovables jueguen un papel esencial
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Recientemente la revista Nature publicaba que para el 2050 se podrían extinguir hasta el 37% de las especies estudiadas a causa de la modificación de los hábitats debido al cambio climático. El arco se situaría entre el 15% y el 20% si se cumpliera el Protocolo de Kioto.

A la vista de ese panorama la conclusión es obvia: hay que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, hay que quemar menos combustibles fósiles, hay que ahorrar y hacer un uso más eficiente de la energía y hay que efectuar la transición ordenada a otro modelo energético, en donde las energías renovables jueguen un papel esencial. En Europa la maquinaria administrativa está comenzando a moverse en esa dirección, aunque de reducción de consumo no se quiere hablar por ahora en esta Europa productivista. La Directiva sobre emisiones se empezará a aplicar en abril de este año. La Ley del Sector Eléctrico obliga en España a que las energías renovables suministren el 12% de la energía primaria en el 2010, ahora escasamente superamos el 5%. La Directiva sobre producción de electricidad a partir de fuentes renovables obliga a España a aumentar del actual 20% a cerca del 30% (si se incluye la hidráulica convencional) en pocos años. Alemania se plantea llegar al 60%.

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El Plan Eólico Valenciano prevé instalar cerca de 2.000 Mw eólicos en un horizonte de 10 años y conseguir el objetivo marcado por la Ley del Sector Eléctrico, casi en exclusiva con esta fuente energética. Esa energía producida nos evitará la emisión de alrededor de 3,5 millones de Tm de gases de efecto invernadero.

Hay algunos hechos incontestables, que conviene recordar:

-La energía eólica es la energía renovable más madura de todas: la que requiere menores inversiones y la que tiene mayores rendimientos y producciones eléctricas, por encima de la fotovoltaica, la minihidráulica, etc.

-El Plan Eólico Valenciano no invade todas las montañas ni parajes naturales. Todo el territorio se clasifica en zonas aptas, no aptas y aptas con restricciones. Los principales espacios naturales protegidos están excluidos de la implantación de parques eólicos. Hay importantes diferencias entre el proyecto y el Plan Eólico finalmente aprobado, que redujo las áreas aptas de forma significativa tras la aceptación de algunas alegaciones.

-El Plan Eólico no implica por sí mismo la eliminación de las fuentes sucias de generación eléctrica actuales o proyectadas (Nuclear de Cofrentes, térmicas de Castellón, Catadau, etc), pero posibilita que las luchas sociales y políticas que hay planteadas en torno a esos monstruos puedan tener éxito. Con el actual crecimiento anual del consumo de electricidad será difícil lograrlo si no existen fuentes energéticas limpias y alternativas y no hay voluntad política.

-Hay un consenso entre los especialistas: La energía eólica es la energía con menores impactos ambientales de todas las fuentes energéticas y aquí el paisaje es sólo uno de los parámetros. Deberemos evaluar también algunos más: emisiones de gases contaminantes, extracción de minerales y movimientos de tierras, generación de residuos, transporte de materias primas, vertidos de petroleros, lluvia ácida, etc, por no cansar al lector.

Llegados a este punto sorprende que Paco Tortosa alerte sobre los impactos paisajísticos del Plan Eólico Valenciano (cuando todavía no hay instalado ningún parque de ese plan) y omita las causas más importantes de la degradación actual de nuestros paisajes valencianos y que continuarán siéndolo con probabilidad en el futuro: la extracción de piedras en canteras, la minería de la arcilla (La Serranía y grandes zonas de Castellón están condenadas con el Plan de la Minería) y el desaforado desarrollo urbanístico, que no hace distinción entre parques naturales, humedales, LIC, ZEPA, etc.

En nuestra opinión quizá haya que sacrificar algún paisaje al que estamos acostumbrados y nos produce un gran placer su contemplación y disfrute. Pero hay que recordar que con el cambio climático podemos perder mucho más, incluso hábitats que conforman paisajes, por supuesto. Hay que pensar que la contemplación de los aerogeneradores no siempre tiene las connotaciones negativas que se le imputan. Por supuesto que el paisaje es una creación humana, pero la carga de valores es subjetiva: ¿por qué nos debería producir placer contemplar las llanuras manchegas con los molinos del Quijote y deberíamos salir despavoridos si lo que vemos son aerogeneradores de 50 o 70 metros de alto, con sus tripalas girando pausadamente? A algunos también nos gusta ese último paisaje y a muchos no nos molesta. Los aerogeneradores nos hacen percibir el viento (¿cómo saber si no de su existencia?), nos recuerdan que somos seres racionales que necesitamos electricidad para vivir, son compatibles con la mayoría de las actividades en las montañas, que no hay energía sin impactos y que una parte de la misma se produce de forma renovable, con emisiones cero.

También pueden servir para abrir un debate social sereno sobre la energía y los impactos de todas las fuentes energéticas. Es común que los que ponen el grito en el cielo por los gravísimos impactos ambientales de la energía eólica desconozcan o no valoren con el mismo rigor los impactos de las fuentes energéticas sucias. Hay alguno que incluso llevado por su entusiasmo antieólico minimiza los impactos de la energía nuclear o de una gran central térmica, pues no impacta el territorio y paisaje del País Valenciano. Quizás tengamos que rescatar el debate sobre la concentración/dispersión de la generación de energía y el control social inherente a la centralización energética. Incluso hay alguno que pone en duda la existencia de la lluvia ácida. Al fin y al cabo un parque eólico no es una instalación que hipoteque el territorio para siempre, como lo hacen otras fuentes. ¿Cuánto tiempo se necesita para clausurar y descontaminar el emplazamiento de una central nuclear? Un parque eólico igual que se ha instalado se puede desinstalar, sin mayores problemas e impactos importantes que fácilmente se pueden reparar.

La posición anterior tampoco se ha de entender como una luz verde a cualquier proyecto de instalación de un parque eólico. Se ha de estudiar con detalle cada proyecto y minimizar los impactos ambientales, e incluso oponerse a algún emplazamiento inadecuado, pero nunca redactar una larga lista de emplazamientos prohibidos y no dar alternativas viables.

Carlos Arribas Ugarte es coordinador de Ecologistas en Acción del País Valenciano.

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