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MATANZA EN MADRID | Las víctimas

JUAN MIGUEL GRACIA GARCÍA/ "¿Gordo, yo? ¡Pero si estoy estupendo!"

Nunca tomaba el tren. Por eso su familia tardó en saber que estaba entre las víctimas. Desde Fuenlabrada, donde vivía junto a Laura y su hijo Nacho, llegaba a Barajas en un coche de la empresa. Pero, fanático del Real Madrid, la noche anterior había dejado el automóvil en el trabajo y se había ido en metro hasta el Bernabéu, para verlo vencer al Bayern en la Liga de Campeones. Volvió a casa en el autobús de la peña, y el 11-M se levantó a las seis y tomó el tren hasta Atocha. Quería coger el metro a Barajas, pero la explosión lo encontró en un andén. "Empecé a sospechar algo malo", dice Laura, "cuando pasó el mediodía y no me llamó: él era muy achuchón, muy considerado". Cuando le hallaron en el Gregorio Marañón, Juan Miguel había muerto.

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"Le encantaba charlar", recuerda su amigo Carlos. "Nos parábamos en una esquina y era nuestra. Se daba largos paseos para comprar el periódico sólo para hablar un rato". Los suyos prefieren recordarlo bailando ("lo hacía mal, pero le encantaba"), celebrando la buena mesa ("¿Gordo, yo? ¡Pero si estoy estupendo!", decía), "manazas" queriendo arreglarlo todo o en Puerto Lápice, donde pasaban los fines de semana. "Tierno, alegre y muy coqueto", repite Laura, quien aún no se lo cree.-

Juan Miguel Gracia García
Juan Miguel Gracia García
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