Los aviones rugieron sobre el único país árabe a favor de la guerra
En pulcras columnas. En perfecta formación. Avanzaban inexorablemente sobre el desierto, tomando posiciones en la zona desmilitarizada en la frontera entre Kuwait e Irak. Una tormenta de arena hacía aún más irrespirable un aire caliente y asfixiante. Decenas de helicópteros de asalto y transporte cubrían el cielo. Blackhawks y chinooks produciendo un ruido infernal. Los soldados se cocían estoicos dentro de los carros de combate. El ejército más poderoso del mundo estaba preparado para la guerra.
Llevaba semanas preparado. Sólo esperaba una orden que llegaría de madrugada: "Comenzar la invasión". Esa madrugada decenas de aviones rugieron sobre Kuwait. Iban cargados de bombas que llenarían de muerte la capital iraquí.
Contradictorio vivir la guerra en el único país árabe que estaba a favor de ésta: Kuwait. El único que se manifestó por las lujosas avenidas del pequeño emirato para apoyar la ocupación del Ejército norteamericano. Sus ciudadanos reclamaban un ataque que acabase con el régimen de Sadam Husein, el dictador que llenó sus vidas y sus calles de terror en 1991. No tenían dudas. No se mostraban ambiguos. Querían la guerra. "Tememos la guerra, pero más le tememos a él", se justificaban sabiéndose en el punto de mira de las críticas del mundo árabe.
Aquella madrugada no sonaron las alarmas aéreas en Kuwait. Llegaron tres horas después de iniciada la contienda. Y desde entonces se repitieron hasta el ataque de nervios durante los primeros 10 días de guerra. Imposible dormir. Las calles se quedaban desiertas ante el temor a un ataque químico. A los misiles Scud. El emirato estaba en primera línea de fuego del régimen de Sadam. Y lo sabía.
La guerra que comenzó a las 5.35 (3.35 en España) duraría tres semanas. Tres semanas llenas de bombas y muertos. 21 días de tomas de ciudades. 21 días durante los cuales se liberó el sur de Irak. Clavados en la memoria los ojos de una pequeña de Um Qasr. "Agua, señora, agua", suplicó en inglés. Tras décadas de represión de Sadam malvivía en la miseria. Tras 21 días de guerra moría de sed.