Los últimos días del tabaco en el tren
El Gobierno ultima una ley para impedir fumar en las cafeterías y un mayor número de vagones
El Ministerio de Sanidad envió en diciembre un borrador de decreto a Renfe para ponerle el cerco al tabaco en los trenes, de la misma forma que en su día se hizo en los aviones. El director general de Salud Pública, José María Martín Moreno, calcula que en menos de seis meses ya se habrá implantado la norma. "No me atrevo a dar una fecha concreta porque están por medio las elecciones, pero calculo que este decreto consensuado con empresas y sindicatos seguirá su curso y en pocos meses se habrá aprobado".
El espacio reservado a los fumadores se reducirá del 36%, permitido en la actualidad por la ley de 1999, al 20% de la capacidad del tren. La intención del Gobierno es declarar las cafeterías de los trenes como espacios libres de humo. Así lo determina el borrador del real decreto emitido por el Ministerio de Sanidad a las grandes compañías de transporte.
"La idea es reducir el espacio del humo de forma paulatina, como se hizo en los aviones"
En varios países europeos, desde el pasado enero ya no se fuma en ningún tren
Renfe infringe la ley al permitir que haya vagones con fumadores activos y pasivos
El texto legal -enviado también a la Asociación Española de Navegación Aérea, a las principales compañías marítimas y de autobuses- recuerda que en España "más de 55.000 personas fallecen cada año como consecuencia del consumo de tabaco". Y añade: "Hay evidencias científicas de que el humo del tabaco en el ambiente (consumo pasivo e involuntario) es causa de mortalidad, enfermedad y discapacidad".
El borrador está sujeto a las alegaciones que puedan plantear las empresas afectadas. Pero el presidente de Renfe, Miguel Corsini, no sólo no ha protestado ante la medida, sino que se muestra muy colaborador, según el propio director de Salud Pública.
En los trayectos de Cercanías, así como en el metro de las grandes ciudades, ya no está autorizado fumar, ni siquiera en las plataformas. "Y la idea es reducirlo de forma paulatina tal como sucedió en los aviones", indica una fuente de la compañía ferroviaria.
"Cuando la gente pregunta que por qué en los aviones se prohibió fumar y en los trenes aún se tolera la respuesta es que los aviones no están claramente divididos en distintas zonas, con lo cual el efecto pernicioso del tabaco sobre los que no fuman es más directo", aclara el director de Salud Pública.
Fuentes de Renfe aseguran que ellos han de limitarse a cumplir la ley. Pero con la ley en la mano, la compañía incumple claramente la normativa. Pues el Real Decreto 1293/1999 del 23 de julio señala que se prohíbe "consumir labores de tabaco" en el transporte ferroviario y marítimo, "excepto en los casos que sea posible separar por vagones o camarotes completos a los fumadores de los no fumadores".
Renfe incumple ese precepto por dos veces. Primero, en la cafetería. Y por este motivo ya ha recibido reclamaciones de usuarios, aunque la compañía no quiere precisar cuántas. Y segundo, en el vagón más caro del AVE, en el club, que cuesta 117 euros en el trayecto Sevilla-Madrid. "¿Qué hace Renfe para que el señor que ha pagado casi veinte mil pesetas por un billete pueda fumar o no fumar? Pues que divide el vagón en dos mitades y eso es ilegal", indica un usuario del AVE. "A veces se dan grandes trifulcas entre los viajeros por motivo del tabaco", indica un azafato del AVE.
La competencia para declarar los transportes marítimos y ferroviarios libres de humo corresponde al Gobierno de cada nación. Tras un recorrido por Europa queda claro que la Administración española no ha protegido los derechos de las personas no fumadoras como lo han hecho la mayoría de nuestros vecinos. En Alemania, por ejemplo, sólo se fuma en el 20% de cada tren. Y la cafetería de los trenes de alta velocidad está dividida en dos compartimentos. En Bélgica, desde el pasado 1 de enero se retiraron todos los ceniceros en las líneas nacionales de ferrocarril y los trenes fueron declarados espacios de no fumadores. Lo mismo y en la misma fecha sucedió en Holanda, donde ya se han sellado todos los ceniceros en los trenes. En Italia, dentro de tres semanas también serán declarados espacios libres de humo los 130 trenes más rápidos y modernos del país, los que unen las principales ciudades de Italia. En el Reino Unido, la decisión corre a cargo de cada compañía. Y la gran mayoría de ellas ha prohibido fumar en toda su flota. En Portugal, desde el pasado 18 de enero, desaparecieron los vagones de fumadores en los trenes Intercidade, aunque se permite fumar en las plataformas de enganche entre vagones. No obstante, en las cafeterías del tren está prohibido fumar. En Francia no se permite fumar ni en cafeterías, ni pasillos, ni andenes, ni estaciones. En algunas estaciones, las más grandes, se reserva una zona para fumadores. Los trenes de alta velocidad franceses sólo disponen de un 10% de asientos para fumadores.
"Hay que tener en cuenta", explica el director de Salud Pública, José María Martín Moreno, "que en la mayoría de esos países la proporción de fumadores es más baja que en España. No tendría sentido implantar una ley para que después no la cumpla casi nadie".
"En España", continúa Martín Moreno, "vamos por buen camino. Las últimas cifras indican que sólo 31 de cada cien españoles mayores de 16 años son fumadores. Es una cifra récord y muy buena si se tiene en cuenta que en la década de los cincuenta y ochenta fumaba la mitad de la población. Pero yo creo que hay que hacer las cosas de forma paulatina, persuasiva, dentro de la educación, respetando los derechos de todo el mundo. Las personas que fuman cada vez son más respetuosas con las que no fuman", concluye Martín Moreno.
De momento, Renfe contribuye con la venta de tabaco en las cafeterías de sus trenes a redondear la cifra de los 6.425 millones de euros (más de un billón de pesetas) que el Estado ingresa por la venta de tabaco. La paradoja entre un Estado que quiere reducir el espacio para el tabaco y al mismo tiempo lo vende se traslada también al comportamiento de los propios fumadores.
El viernes 23 de enero, a las diez de la mañana, en el canal autonómico Telemadrid un empleado de la cafetería del AVE que prefería mantenerse en el anonimato "por razones obvias" llamó al programa que se emitía en directo para decir: "Me gustaría dejar de fumar, pero trabajo en la cafetería del AVE y es imposible".
El empleado se quejaba de que la mayoría de los fumadores suelen viajar en vagones de no fumador para no tragar excesivo humo. Pero después, para echar un pitillo durante cinco o diez minutos acuden a la cafetería.
En fines de semana, puentes y vacaciones, decenas de miles de los 45 millones de viajeros que registra Renfe al año en líneas que no son de cercanías, se ven a menudo en la tesitura de ocupar asientos de fumadores, ya que los otros son los primeros en agotarse.
En las últimas vacaciones de Navidad había trenes, como el Talgo desde Madrid a Burgos que sólo disponían de cuatro vagones con los pasillos atestados de maletas, y uno de esos reservado a fumadores.
"Ese tipo de situaciones", indica el director de Salud Pública, "sirven para que la sociedad se vaya concienciando poco a poco y a la larga de los perjuicios del tabaco, aunque es verdad que se hace a costa del sacrificio momentáneo de la persona no fumadora que en ese momento padece el problema".
En los trayectos de más de tres horas, el problema aún se agrava más. "Si a una madre o un padre, en un trayecto de cinco o seis horas, le da por ir con su hijo pequeño a tomar un bocadillo, tendrá que meter al niño en una cafetería que es como un fumadero de opio", señala un empleado ferroviario.
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