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Un sector que vive peligrosamente

Juan Ignacio Crespo

Durante los últimos años de la pasada década de los noventa, los fondos tecnológicos, y el sector tecnológico en sí, se convirtieron en una versión contemporánea de El Dorado. La idea de aventura (empresarial), riesgo (financiero) y descubrimientos en la última frontera presidían todo lo relacionado con las nuevas tecnologías.

A la vez, la rapidez con la que Internet se convirtió en algo cotidiano, que democratizaba el saber, poniéndolo al alcance de todos (de todos los que no estuvieran del lado equivocado de la brecha digital) hizo que se magnificaran las expectativas de una nueva era en la que el saber (o el conocimiento, por usar la expresión anglosajona) se habrían de erigir en la verdadera espina dorsal de la sociedad contemporánea. Poco después sonó la hora de la vuelta a la realidad y el sector llamado TMT (tecnología, medios y telecomunicaciones) se vio abocado a un proceso recesivo en el que numerosas empresas tuvieron que cerrar o ser absorbidas.

La reacción de las bolsas es bien conocida y llegó en el caso de algunos índices como el Nasdaq Composite (que mide la evolución de más de 3.000 empresas, principalmente del sector de nuevas tecnologías) a acumular pérdidas cercanas al 80%. En pocas ocasiones se han visto caídas de una tal magnitud. De hecho, si se repasan los 108 años de historia del índice Dow Jones sólo se registra una caída de esa magnitud (89%) entre 1929 y 1932, coincidiendo con la primera fase de la Gran Depresión. Otro ejemplo más reciente sería la evolución del índice Nikkei 225 de la Bolsa de Tokio entre 1990 y la actualidad, con una pérdida también superior al 80%.

Pues bien, el año pasado el índice Nasdaq inició una fortísima recuperación que lo ha llevado a conseguir una revalorización de casi el 100%. Algo que sólo ha sucedido con esa rapidez en muy contadas ocasiones; y para caer inmediatamente después (el ejemplo puede ser el propio Dow Jones en 1904-1905 o en 1932-1933; o el Nikkei, en versión más contenida, a lo largo de los noventa).

Los fondos tecnológicos que aparecen en el cuadro adjunto reflejan la grandeza y la miseria propia del sector. En el plazo de tres años, las pérdidas siguen siendo espectaculares. Pero si se mira la columna de la rentabilidad interanual, la recuperación resulta espectacular también: hay un fondo de JP Morgan, el Europe Technology, que ha producido un 82,3%.

¿Qué va a ser de estos fondos en un futuro? Está haciendo furor la discusión sobre si no se estará produciendo una miniburbuja en las bolsas en general y en el sector tecnológico en particular. Las limitaciones históricas han quedado puestas de manifiesto, pero, con independencia de cuál pueda ser la dirección que en el corto plazo tome el Nasdaq Composite, y lo improbable de que continúe su ascenso inmediato, su sino, por mucho tiempo, es el que está expresado en la evolución del fondo que encabeza el cuadro: siendo al que mejor le ha ido en los tres últimos años, aún está lejos de recuperar el capital inicial.

Juan Ignacio Crespo es director de Análisis de Lipper.

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