El PSC y Esquerra logran un acuerdo programático para gobernar en Cataluña

Fuentes conocedoras de las conversaciones explican que los negociadores han avanzado tanto que la formalización oficial del pacto sería inminente, aunque los máximos dirigentes del PSC y de ERC advertían ayer de que "no todo está cerrado". El texto base no es una mera declaración de intenciones, sino un extenso documento programático -para garantizar la estabilidad del Ejecutivo y prevenir hipotéticas crisis- e incluiría el reparto de áreas de gobierno, según explicaron fuentes de ambas formaciones. La presidencia recaería en el socialista Pasqual Maragall, mientras que el líder de Esquerra, Josep Lluís Carod, sería conseller en cap.

El programa y la filosofía de la distribución del Gobierno forman un bloque único en el que prácticamente existe ya un acuerdo definitivo, aunque los líderes republicanos y socialistas siguen extremando la prudencia ante la complejidad del mismo. Joan Puigcercós, sobre el que recae el peso de las negociaciones por parte de Esquerra, dejó ayer abierta todavía ambas puertas -la del frente nacionalista con CiU y la del pacto catalanista de izquierdas con el PSC e ICV-, pero subrayó que las últimas medidas de gobierno adoptadas por CiU "hipotecan el futuro" de las relaciones entre ambos.

Puigcercós también despejó ayer otra eventualidad que no ha llegado a plantearse, pero que planeaba sobre las negociaciones: qué haría Esquerra si CiU ofreciera la presidencia de la Generalitat a Carod para seguir en el Gobierno: "Sería una mala manera de hacer política y esto no es una subasta", recalcó a este diario. El propio candidato de CiU y conseller en cap en funciones, Artur Mas, en una entrevista que ayer publicó el diario Avui, descartó la posibilidad "por dignidad" y por "defender la importancia de los electores".

Últimos flecos

Los escollos entre republicanos y socialistas se han despejado de tal manera -aunque sigan quedando flecos- que Esquerra Republicana ya se ha dirigido a Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa (ICV-EUiA) solicitando una reunión formal para hablar del programa. En el diseño de las negociaciones quedó claro desde el principio que ERC e ICV-EUiA, cuyos diputados resultan imprescindibles para que la izquierda llegue a la mayoría absoluta, sólo se reunirían para hablar del programa en el momento en que ya no quedaran obstáculos entre socialistas y republicanos.

Esquerra e ICV-EUiA ya han mantenido entrevistas formales tras las elecciones del 16 de noviembre, pero no para cotejar los respectivos programas. Fuentes de ambos partidos explicaron que se han citado para tal efecto el martes. Ayer se barajaba una primera reunión informal entre los tres partidos de izquierdas para hoy mismo, extremo que anoche no era seguro. Los dirigentes de ICV han destacado que no estarán en el Gobierno a cualquier precio, aunque también han subrayado que harán todo lo posible para que CiU abandone la Generalitat.

Esto no significa que Iniciativa haya quedado al margen de las negociaciones. El PSC ha mantenido intensas reuniones de trabajo con el partido que preside Joan Saura para ir creando un programa común, incluyendo el núcleo del "decálogo" ecosocialista, que ganaría forma rápidamente una vez despejados los escollos con Esquerra.

Las principales diferencias que separaban a socialistas y republicanos afectaban al reparto de las áreas de gobierno, pero también a aspectos muy sensibles para ERC, como la financiación autonómica y la reforma del Estatuto. Ambos partidos coincidían al inicio de las conversaciones en su apuesta por avanzar hacia un nuevo sistema de financiación y en reformar el Estatuto, pero les separaban diferencias importantes, que se han ido superando.

Socialistas y republicanos acordaron de entrada dejar de lado los términos más conflictivos -como concierto económico y referendos- para centrarse a discutir sobre el fondo de las respectivas propuestas. Fuentes de ambos partidos explican que han acordado denunciar el sistema de financiación autonómica vigente e impulsar otro nuevo que, a medio plazo, iguale los resultados de Cataluña con el sistema de concierto vasco y navarro, sin poner en peligro el régimen general. En la reforma del Estatuto se han buscado fórmulas para presionar en el caso de que las Cortes rechacen la propuesta de nuevo Estatuto, pero siempre dentro de la legalidad vigente.