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Entrevista:JUAN CARLOS IZPISÚA BELMONTE | INVESTIGADOR DEL INSTITUTO SALK DE CALIFORNIA | ENTREVISTA

"Mi sueño es que España pueda ser puntera en células madre"

Javier Sampedro

Juan Carlos Izpisúa Belmonte (Hellín, Albacete) se ha convertido a sus 43 años en uno de los cerebros más deseados por los gestores de la política científica española. La primera razón es que el investigador español, que dirige un laboratorio de élite en el Instituto Salk de La Jolla (California, EE UU), está reconocido internacionalmente como un líder en el campo de la biología del desarrollo, la disciplina que persigue descifrar cómo un óvulo fecundado -una sola célula- se transforma en un ser humano completo. La segunda razón es más enrevesada, porque tiene mucho que ver con la política científica española sobre la investigación con embriones, y éste es un asunto francamente más complicado que la biología del desarrollo.

"Como mi ego es difícil de adular, quiero pensar que mi motivación para regresar es contribuir a mejorar la situación de la ciencia española"
"Sé que la ministra Ana Pastor ha encontrado una fuerte oposición dentro de su partido sobre la investigación con células madre"
"La postura del Ministerio de Ciencia y Tecnología entra en contradicción con la que mantiene el Ministerio de Sanidad sobre las células madre"

En tan sólo dos años, la actitud del Ministerio de Sanidad hacia las células madre embrionarias ha virado desde el rechazo frontal hasta el apoyo legal. Pero persisten dos factores de incertidumbre. El primero es que hay sectores del PP próximos a la Iglesia católica que siguen oponiéndose a estas investigaciones. Sólo así puede entenderse, por ejemplo, que el miércoles pasado España se alineara con Italia para impedir un acuerdo que hubiera permitido la financiación europea de los proyectos con células madre embrionarias. El segundo factor es un enfrentamiento político entre el Gobierno y la Junta de Andalucía, la primera Administración española que decidió apoyar estas investigaciones. Izpisúa es la clave para superar ambos escollos.

Pregunta. ¿Puede resumir en un párrafo lo que la biología del desarrollo ha aprendido en los últimos 10 años?

Respuesta. Hemos aprendido una serie de conceptos nuevos que han cambiado nuestra forma de entender la salud y la enfermedad. Por una parte hemos descubierto que hay genes que controlan que, durante el desarrollo de un ser humano, aparezca un ojo, un corazón o un brazo. Asimismo hemos descubierto que la función de estos genes se ha conservado durante la evolución, de forma que el mismo gen que hace que aparezca un brazo en el hombre, genera un ala en la mosca. También nos ha sorprendido descubrir que la información genética de las células de mamífero no se pierde con la diferenciación, de forma que pudimos asistir al nacimiento de Dolly a partir de una célula adulta. Por último, yo destacaría el aislamiento de las células madre embrionarias humanas.

P. ¿Y qué perspectivas abre eso para la medicina?

R. Enormes. Por ejemplo, saber que la mutación de determinados genes provoca malformaciones congénitas permite apro-ximaciones diagnósticas, e incluso terapéuticas, antes impensables. Saber que los mismos genes que operan durante el desarrollo embrionario también lo hacen durante la vida adulta, y que cuando se alteran pueden dar lugar a cáncer o enfermedades degenerativas, está abriendo nuevas posibilidades terapéuticas. Desde el punto de vista médico, el hallazgo más significativo, sin duda, han sido las células madre embrionarias humanas, que auguran una plétora de aproximaciones terapéuticas para un elevado número de enfermedades sin tratamiento en la actualidad.

P. ¿Por qué un miembro de la élite científica de Estados Unidos, como usted, puede querer volver a España?

R. Sinceramente, no lo sé a ciencia cierta. Se me ocurren varios motivos. El primero sería para retirarse. Hay muchos casos en cualquier profesión -no me refiero sólo a los científicos- en los que, tras una carrera brillante y normalmente llena de competición y tensiones, uno se pregunta el porqué y para qué de tanto ajetreo. En esa disquisición vital, las propias raíces tienen un poder de atracción irresistible y el regreso es casi natural. Otro elemento que quizá tenga relevancia a la hora de volver a tu país es la adulación del ego. Me refiero al reconocimiento que inconscientemente los seres humanos buscamos de nuestros semejantes, y que en determinados casos se convierte en aprecio público (apareces en los medios de comunicación, consultan tu opinión, etcétera). Pues bien, este aprecio público es, quizá por sentimiento de comunidad, mucho más visible en tu propia tierra que en el país de acogida, y puede ser un atrayente adicional para el regreso.

Otro motivo podría ser el del científico de élite que vuelve a su país porque piensa que es más gratificante e importante poner a punto nuevas técnicas, crear escuela, formar nuevos investigadores; en fin, anteponer a los éxitos concretos algo más difícil de cuantificar, como, por ejemplo, tratar de mejorar la ciencia de tu país. Aunque esto suele conllevar un sacrificio de productividad, puede tener la recompensa de contribuir a crear algo de mayor calado y más duradero. El ejemplo que me viene a la mente inmediatamente es el de Antonio García-Bellido, sin duda el mejor científico español en biología del desarrollo, que creó a su regreso una escuela que ha marcado indeleblemente el panorama científico de nuestro país.

P. ¿Y cuál es su caso?

R. En mi caso concreto, la pregunta de qué me atrae a volver a España es una cuestión que yo mismo me he hecho con frecuencia y que todavía no me he respondido. Haciendo un esfuerzo analítico, como el retiro está aún muy lejos de mis preocupaciones y como mi ego es difícil de satisfacer con adulaciones, quiero pensar que mi motivación principal es la de ayudar a mejorar la situación de la ciencia española.

P. Su intento de volver de hace unos años se vio frustrado. Ahora el camino parece más despejado. ¿Por qué?

R. Todo viene de la decisión de la ministra de Sanidad, Ana Pastor, de autorizar la investigación con los embriones congelados. Aunque es un proyecto difícil desde un punto de vista político, y me consta que ha encontrado una fuerte oposición dentro de su partido, la decisión de la ministra es un verdadero vuelco respecto a la situación anterior, y abre posibilidades muy interesantes para la ciencia y la medicina españolas.

P. ¿Tomó usted la iniciativa de hablar con la ministra Pastor?

R. Fue una iniciativa mutua. Tras hacerse pública su decisión de autorizar estas investigaciones, yo le envié un escrito felicitándola por su valentía y urgiéndola a poner las medidas anunciadas en práctica. Su respuesta fue inmediata, y a partir de ahí se desencadenó una serie de acontecimientos que me hizo involucrarme en este proyecto. Los hechos posteriores me han demostrado que la iniciativa de la ministra no era una mera declaración de intenciones. Hoy por hoy estoy convencido de su genuino interés en esta materia.

P. ¿Qué opina del conflicto entre el Gobierno español y la Junta de Andalucía sobre la sede de la investigación con células embrionarias?

R. Andalucía fue la primera comunidad que decidió impulsar la investigación con células madre embrionarias, y su iniciativa ha ayudado muchísimo a ir cambiando la actitud del resto de las comunidades. La propuesta del Ministerio de Sanidad llegó unos meses después de la andaluza, entiendo que porque tenían en mente un proyecto más general, que englobara a todo el Estado. Yo opino que la solución es una estructura multicéntrica, en la que cada comunidad pueda promover la investigación en células madre y gestionar su propio banco de líneas celulares.

P. Otras autonomías también han entrado en la carrera.

R. Sí, varias comunidades autónomas tienen interés en trabajar con células madre embrionarias, y cuentan en su territorio con clínicas de reproducción asistida que conservan embriones congelados. Pero la investigación con embriones humanos debe estar sometida a controles éticos y legales muy estrictos, y no tiene sentido que cada comunidad autónoma establezca los suyos. La gestión de estos trabajos debe consensuarse entre la Administración central y todas las comunidades autónomas interesadas en ellos.

P. ¿Cree que la reforma legal española, que permite usar los embriones ya congelados pero no los que se generen a partir de ahora, es suficiente?

R. Desde un punto de vista estrictamente científico me parece un medida inicial positiva, por cuanto se permite la utilización de embriones congelados para derivar líneas celulares. No obstante, dado el estado incipiente de las investigaciones, se desconoce si estas líneas celulares van a tener las características de pluripotencialidad que definen a las células madre, o si podrán ser usadas terapéuticamente. Por ello confío en que, llegado el momento adecuado, esta restricción desaparezca.

P. La ley española también prohíbe la clonación terapéutica. ¿Será esto un problema?

R. Al igual que en el caso anterior, creo que es un problema de tiempos. El trabajo que se está realizando en los laboratorios de investigación básica dista todavía mucho de ser trasladado a la clínica diaria, es decir, al paciente, que es la base sobre la que se asienta la clonación terapéutica. No obstante, y aunque los experimentos de clonación terapéutica se deben poner a punto en modelos animales, su finalidad es la aplicación terapéutica en pacientes. Soy consciente de que requerirá tiempo cambiar la sensibilidad política y social para permitir que se creen embriones preimplantatorios con la finalidad de destruirlos. Pero, por otra parte, estoy firmemente convencido de que los enormes beneficios que prometen estas terapias justifican la investigación con material humano.

P. El miércoles pasado, España se unió a la minoría de bloqueo (Alemania, Italia, Portugal, Luxemburgo y Austria) que evitó un acuerdo para financiar la investigación con células madre. ¿Qué opina?

R. Debo confesar que la noticia me ha dejado perplejo. La postura del Ministerio de Ciencia y Tecnología entra en contradicción con la que mantiene el Ministerio de Sanidad. Obviamente, esto es una discrepancia fundamental de criterios que espero con ansiedad ver cómo se resuelve en las próximas semanas.

P. Las negociaciones sobre su regreso a España y la creación de un centro en Barcelona se han interpretado por algunos responsables autonómicos como un golpe de mano para centralizar las células madre embrionarias.

R. No es ésa la impresión que yo he sacado de mis conversaciones con responsables políticos y científicos de distintas autonomías. Al contrario, me han mostrado su apoyo decidido a que el futuro banco de líneas celulares sea una estructura multicéntrica en red horizontal, con nodos en distintas comunidades autónomas. Es un proyecto, por tanto, nacido con un espíritu claramente descentralizador, que ha sido bien recibido por la comunidad científica.

En el marco de este proyecto se prevé la creación en Barcelona de un centro de investigación básica en biología del desarrollo con especial énfasis en medicina regenerativa. Si cristaliza mi regreso, el centro de investigación de Barcelona servirá como catalizador de la investigación de calidad sobre células madre y regeneración. Que media docena de comunidades autónomas tengan funcionando centros dedicados a las células madre será una contribución importante a la biología del desarrollo en España. Aunque en nuestro país hay grupos de investigación excelentes a nivel mundial en biología del desarrollo, las restricciones legales no han permitido que se investigue sobre células madre humanas. Una de las funciones principales del centro de Barcelona será la formación de profesionales altamente cualificados para investigar sobre células madre humanas en las distintas comunidades autónomas. De hecho, esta labor de formación debería comenzar lo antes posible.

P. ¿Cuándo volverá usted?

R. Me he planteado un regreso paulatino, que puede llevar un par de años, aunque estaría directamente implicado en el proyecto desde su inicio. Esto depende, por supuesto, de que se alcance un acuerdo satisfactorio con la ministra de Sanidad y el consejero catalán Andreu Mas Colell. Ante Mas Colell, por cierto, hay que quitarse el sombrero, porque su gestión ha sido una enorme ayuda para la ciencia en España, no sólo en Cataluña.

P. Me figuro que no querrá usted perder dinero por venir a Barcelona.

R. Se figura bien. Aunque es obvio que los recursos de que dispongo en el Salk son superiores a los que podría encontrar en España, no me atrevería a regresar si no existieran unas garantías mínimas de financiación para abordar un proyecto de estas características con probabilidades de éxito. Con esto en mente, no se ha propuesto la creación de un megacentro que monopolice la investigación sobre células madre en España. Al contrario, se trataría de crear un centro de reducidas dimensiones, y, aprovechando infraestructuras ya existentes en las distintas comunidades autónomas, crear una red horizontal que permita un rendimiento máximo con un presupuesto reducido.

P. No le hará mucha gracia dejar el Instituto Salk.

R. Estoy tratando de traer el Instituto Salk a España.

P. ¿Perdón? ¿Se refiere a incorporar a España el modelo de gestión del Salk?

R. No. Me refiero a un convenio de colaboración entre el Salk y la red española de células madre embrionarias por el que los investigadores españoles interesados podrían venir a California a formarse en la investigación sobre esas células. El Instituto Salk ha figurado durante los 10 últimos años como el primer centro de investigación biomédica del mundo, según las evaluaciones científicas. En el Salk hay varios grupos de primera línea mundial trabajando con células madre, en los que los investigadores españoles podrían formarse en muy diversos aspectos de investigación básica sobre células madre humanas.

Por otra parte, y aunque las aplicaciones médicas de las células madre embrionarias están todavía lejos, hay que ir pensando en preparar la transferencia a la aplicación clínica. En este sentido, la tradición asistencial y gestora de la Organización Nacional de Trasplantes ha sido y continúa siendo la envidia del mundo. El fundador de esta organización, Rafael Matesanz, dirigirá la política asistencial y de trasplantes del nuevo centro nacional, proporcionando así el vehículo para que la transferencia de la básica a la clínica se realice con éxito. La idea es crear un semillero de profesionales que contribuya a la aparición a medio plazo en España de un entramado de grupos de investigación básica y aplicada en células madre humanas.

Mi sueño es que la estrecha relación entre investigadores y personal sanitario con una formación de excelencia, en el seno de un contexto político adecuado, sitúe a nuestro país en una posición puntera en células madre, y proporcione el sustrato de una futura red asistencial de medicina regenerativa.

Juan Carlos Izpisúa, en su laboratorio de investigación en Salk (California).
Juan Carlos Izpisúa, en su laboratorio de investigación en Salk (California).ULY MARTÍN

De Albacete al sueño americano

LOS AMANTES DEL ORDEN convencional no entenderán muy bien que Juan Carlos Izpisúa Belmonte haya llegado a dirigir a los 30 investigadores del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk, tal vez el mejor instituto de investigación biomédica del mundo. Izpisúa nació y creció en una familia pobre de solemnidad en Hellín (Albacete) y se vio forzado a dejar los estudios a los nueve años para ejercer como vendedor de globos a dos reales, recolector de almendras a tiempo parcial, camarero a destajo, turronero ambulante, botones de hotel, taquillero de cine y guitarrista de terraza. Es obvio que el chaval tenía un gran talento, porque tras recuperar los libros a los 16 años se puso rápidamente al día y terminó los estudios superiores con un premio extraordinario fin de carrera. Su vertiginosa ascensión a las estratosferas de la ciencia no ha cesado todavía.

Antes de Estados Unidos, su peregrinación científica le llevó por Italia, el Reino Unido y Alemania, un país este último donde colaboró con el biólogo suizo Denis Duboule en una serie de experimentos que se convirtieron enseguida en una referencia de la biología del desarrollo. Los trabajos se centraban en los genes Hox -genes reguladores de otros genes, descubiertos inicialmente en la mosca- y contribuyeron a establecer que todos los animales, incluido el ser humano, comparten la misma estrategia fundamental para organizar su cuerpo en una sucesión ordenada de partes distintas.

Izpisúa lleva unos años muy interesado en los mecanismos de la regeneración: los que permiten a ciertos animales, como el axolote (o ajolote), una especie de salamandra autóctona de México, reconstruir sus miembros amputados y hasta parte de sus órganos dañados. Los sistemas genéticos responsables de la regeneración en el axolote existen en humanos. Lo que ocurre es que los humanos los inactivamos antes de nacer, mientras que el axolote los mantiene activos toda la vida. Las células madre embrionarias se convierten en tejidos adultos por mecanismos similares a los que subyacen a la regeneración.

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