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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El doble lenguaje de Carod

Con pocos meses de diferencia, pero de la misma manera -por la democrática vía de las urnas-, Joan Laporta (presidente del FC Barcelona) y Josep Lluís Carod (secretario general de ERC) han pasado del anonimato al estrellato mediático. En el caso de Carod el interés es tal que EL PAÍS y La Vanguardia coinciden en publicar entrevistas el mismo día con él (28-11-2003). Resulta interesante comparar la propaganda poselectoral ofrecida por Carod en cada caso. El discurso es, en la entrevista de La Vanguardia, más radical que en la de EL PAÍS. ¿Problemas de preguntas? ¿Mayor incisividad del entrevistador? Como no tengo ninguna razón para creer que Jordi Barbeta, redactor del diario barcelonés, sea más profesional que Enric Company, redactor del diario español, tengo que concluir que también el señor Carod utiliza, no obstante su pretensión (se presume de lo que no se tiene, decía mi abuelo), un doble lenguaje según hable para los catalanes o para los españoles.

Para muestra, un botón: cuando, desde las páginas de EL PAÍS, se dirige a España, hablando de ERC, afirma: "Queremos una Cataluña soberana en el marco europeo (...), así será si lo quiere la mayoría democrática en las urnas". Cuando en cambio, desde las páginas de La Vanguardia se dirige a los catalanes, dice: "Nos queremos ir . Lo que no sé es que hacemos, todavía, en una España así". Aunque, claro, los procedimientos democráticos ya no son tan importantes porque no duda en afirmar con rotundidad: "Los procesos de incremento de soberanía dependen de la conciencia mayoritaria de la población. No hace falta un referéndum específico...". Indudablemente, Carod cree haber sido dotado por el Creador del don de percibir el estado de "conciencia mayoritario de la población", por lo que el recurso al referéndum le parece innecesario, o bien está convencido de que 500.000 votos (¿todos independentistas?, ¿cuántos solamente de izquierda?) bastan para investirlo del poder de sumo sacerdote del culto al espíritu nacional catalán y, por ende, en autorizado intérprete de la voluntad de los catalanes. Elijan ustedes la alternativa que prefieran, en ambos casos poco democrática.

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