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El nuevo liderazgo de Brasil

En la campaña electoral que le llevó a la presidencia de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva prometió una política exterior distinta a la de sus predecesores. La relación con los vecinos latinoamericanos pasaría a ser la prioridad número uno por delante del vínculo con EE UU y Europa. Así, Argentina fue el destino del primer viaje oficial en el que anunció una nueva era en las relaciones entre los dos vecinos, que a su vez son los actores principales del Mercosur. Lula calificó de "fundamental" la relación con Argentina en el discurso que pronunció el martes en la inauguración de la 58ª Asamblea General de la ONU.

En su esfuerzo por lograr una América Latina fuerte e integrada con capacidad de negociar con los más poderosos, Lula camina con paso firme para convertir a su país en el líder regional indiscutible. Ante el mayor foro mundial, ha renovado la histórica reclamación brasileña de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, al mismo nivel que EE UU, Rusia, China, Reino Unido y Francia. La propuesta de Lula de ampliar el Consejo se enmarca dentro de una profunda reforma de la organización internacional, acorde a los nuevos tiempos, para mejorar la eficacia y representatividad del máximo organismo de la ONU.

La reclamación ha sumado nuevas voces desde la guerra de Irak y el propio secretario general, Kofi Annan, se ha hecho eco. Otras naciones de peso específico incuestionable, como Japón, Alemania e India, también aspiran a sentarse en el Consejo de Seguridad. Brasil cuenta con el apoyo de varios países de la región, como Venezuela, Perú, Ecuador, Paraguay y Honduras, pero no ha logrado convencer a México y Argentina, los otros dos países que más cuentan en América Latina.

Lula ha ofrecido al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, sus buenos oficios en el conflicto armado de más larga duración del continente para sentar en una mesa de negociaciones en territorio brasileño a representantes del Gobierno y de la organización guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. El presidente brasileño figura entre los candidatos al Nobel de la Paz.

El nuevo liderazgo de Brasil en la esfera internacional se puso de relieve en la cumbre de la Organización Mundial de Comercio, de Cancún, donde encabezó, junto a China e India, un grupo de 22 naciones conocido como G-22, que hizo sentir con fuerza su voz contra el proteccionismo comercial de los países industrializados. La cumbre naufragó ante la falta de acuerdos, pero Brasil dejó huella en la ciudad mexicana. Un nuevo bloque comercial, que representa a la mitad de la población del planeta y a dos tercios de los agricultores, emerge vigoroso como contrapeso a EE UU y las naciones más poderosas.

El protagonismo brasileño, desconocido hasta entonces, no pasó inadvertido para la primera potencia mundial. En un artículo publicado en medios internacionales, el secretario de Comercio de EE UU, Robert Zoellick, acusa a los países del G-22 ("países subdesarrollados clave de medio nivel", escribe) de entorpecer un acuerdo.

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