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García-Valdecasas se despide con reproches a quienes la criticaron

La nueva ministra de Administraciones Públicas, Julia García-Valdecasas, se despidió ayer de su cargo de delegada del Gobierno en Cataluña defendiendo su gestión, asegurando que ha "buscado mantener unas relaciones cordiales, constructivas y leales con las instituciones catalanas", y con reproches a quienes la criticaron con mayor dureza.

En el acto de toma de posesión de su sucesora en el cargo, Susanna Bouis, García-Valdecasas aseguró: "He vivido momentos difíciles cuando los que utilizan la descalificación y el insulto como expresión básica de su actividad política han centrado sus acciones en mí".

"Creo que el tiempo y la verdad ponen a cada uno en su sitio", añadió la nueva ministra del Gobierno del PP. "Las estrategias utilizadas, ya sea la querella, la ofensa o la mentira, no han tenido más eco que el ruido", añadió. García-Valdecasas dijo que su "condición de mujer" influyó en las posiciones sobre su gestión que se han mantenido "desde determinados ámbitos". "Posiblemente", añadió a continuación, "esta condición me ha dado fuerzas para resistir y perseverar ante la dificultad". En este sentido, la ex delegada del Gobierno en Cataluña reivindicó -"ante el verbalismo poco coherente de algunos grupos políticos"- la política de su partido y su "convicción de la incorporación de la mujer a la vida pública", lo cual, en su opinión, queda reflejado en la presencia de cinco ministras en el Ejecutivo y el nombramiento de su sucesora, Susanna Bouis.

García-Valdecasas, que se emocionó durante su discurso al recordar los atentados terroristas que sacudieron Cataluña durante su mandato, aseguró tener un sentimiento "agridulce" por haber sido nombrada ministra y por el hecho de que esto le supone tener que dejar la delegación en Barcelona.

Haciendo balance de sus más de siete años de gestión, García-Valdecasas repasó los acontecimientos que vivió como delegada, entre los que destacó el Consejo Europeo de Barcelona, en la primavera de 2002; la boda de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín en otoño de 1997 y la Conferencia Euromediterránea.

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