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Reportaje:

Vaguedades de un homicidio

Un "educado" empresario de Boadilla desconoce por qué decapitó y descuartizó a una joven prostituta del parque del Oeste

F. Javier Barroso

Alto, de complexión fuerte, moreno y con el pelo corto, José Luis Pérez-Carrillo López, de 35 años, pasaba inadvertido para sus vecinos de Boadilla del Monte. Dirigía, junto a un socio, una empresa de artes gráficas, con sede en la calle de los Artesanos y domicilio social en la calle de Fuenterrabía de la capital. Sin embargo, tras su aspecto inofensivo se oculta uno de los criminales "más sádicos" que recuerden los investigadores de Homicidios de la Guardia Civil. De hecho, ha sido detenido por los agentes del instituto armado acusado de haber asfixiado, golpeado, decapitado y descuartizado a una joven de Sierra Leona que ejercía la prostitución en el parque del Oeste de Madrid.

El criminal arrastró el cadáver hasta el cuarto de baño y lo troceó en 14 partes

La historia de este homicidio comienza la madrugada del pasado lunes 25 de agosto, cuando el supuesto autor se marchó de copas con sus amigos por la capital. Según declaró a los investigadores, consumió tanto alcohol que no recordaba los bares en los que estuvo. Cuando acabó de estar con sus conocidos, decidió acudir al paseo de Moret, en el parque del Oeste, en Moncloa. Allí contactó con E. N., de 22 años, una inmigrante de raza negra procedente de Sierra Leona que llevaba unos cinco meses en España y que había solicitado la nacionalidad como refugiada política. Vivía con otras compañeras de profesión en un piso de Móstoles.

La mujer, ajena a todo lo que le iba a venir, se montó en el coche de su supuesto asesino. Éste condujo hasta su domicilio, en el número 17 de la avenida del Generalísimo, en Boadilla del Monte. Aparcó el coche en su plaza de garaje y ambos subieron a su apartamento, el 1º A, donde había residido junto con sus padres hasta que éstos se marcharon a vivir solos a un chalé de Aravaca.

"No sé. No me acuerdo de nada. Sólo recuerdo que cuando me desperté la mujer estaba muerta", testificó el detenido. Efectivamente. La autopsia reveló que la joven prostituta había sido asesinada de un fuerte golpe en la cabeza. Éste le fue propinado supuestamente por el propio homicida, sin necesidad de ayudarse de ningún objeto contundente.

La reacción de Pérez-Carrillo fue deshacerse del cuerpo, en lugar de avisar a la Guardia Civil y explicar lo que había sucedido. Si hubiese alegado entonces su borrachera, el delito habría sido mucho menor, y la pena correspondiente, también.

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Arrastró el cadáver hasta el cuarto de baño. Allí, provisto de un objeto cortante, descuartizó a la joven en 14 pedazos. Para ello utilizó un cuchillo de cocina. "La autopsia descartó que usara un hacha u objeto similar, ya que al golpear las partes del cuerpo habría dejado hematomas o lesiones por golpes que no fueron hallados en el cadáver", señalaron fuentes de la investigación. El análisis forense también puso de manifiesto que la víctima no tuvo ocasión de repeler su muerte: no había señales de defensa.

Después introdujo los trozos de la víctima en bolsas de plástico blanco, los bajó al garaje y, tras meterlos en el maletero, comenzó a conducir por el municipio. Llegó hasta la glorieta de Alfredo Krauss, donde hay una enorme escultura que reproduce la cabeza del famoso tenor ya fallecido. Estaba a menos de un kilómetro de su domicilio. Allí arrojó los trozos a cuatro contenedores, junto con los objetos personales de la víctima. Era de madrugada y ningún vecino vio al presunto homicida deshacerse del cuerpo de la joven prostituta.

Un ex funcionario del Ayuntamiento de Boadilla encontró la cabeza de la joven. Los ojos estaban casi cerrados y el pelo, de un color negro intenso, peinado con trencitas.

Los guardias civiles dedujeron que era una prostituta por su vestimenta (pantalón de licra, body y chaqueta, todo ello de llamativos colores) y por la docena de preservativos que llevaba en su bolso. Los investigadores preguntaron, mostrando la foto de la joven, en los lugares más frecuentes de prostitución en Madrid: Casa de Campo, Villaverde, la calle de Montera y Getafe, entre otros. La pista surgió en el parque del Oeste, cuando las compañeras dieron una descripción del vehículo (un Ford Focus gris) y los números de la matrícula, aunque uno de ellos cambiado de lugar. Correspondía al automóvil al que subió la joven tras ser contratada por el cliente. Los guardias acudieron a las bases de datos de la Dirección General de Tráfico y comprobaron los vehículos cuyas características coincidían. También se basaron en la descripción facilitada por sus compañeras de trabajo. "Ha sido un trabajo muy largo, ya que hubo que mirar muchos coches y centrarnos en los próximos a Boadilla. Eso sí, no se podía eliminar que el asesino tirara el cadáver muy lejos de donde residía", reconocen los investigadores.

Todas esas pistas les condujeron hasta Pérez-Carrillo, que fue arrestado cuando volvía a su piso. "Ni opuso resistencia ni se mostró sorprendido cuando le rodeamos y le dijimos que estaba detenido", señalan los guardias civiles. Los especialistas de criminalística del instituto armado recogieron abundantes muestras en el baño por si quedaban muestras de sangre o ADN de la víctima. Ahora están siendo analizadas. "Es muy introvertido, ya que durante su declaración sólo facilitó vaguedades, además de que le costaba expresarse", concluyen los investigadores.

'Código de seguridad'

Las prostitutas tienen entre sí un código de seguridad para evitar en lo posible casos como el de Boadilla del Monte. Según fuentes de la Guardia Civil, las meretrices suelen apuntar todos los datos posibles de los clientes de sus compañeras más próximas.

"De alguna forma, intentan evitar que, si ese cliente no paga a su compañera o la maltrata, les pueda suceder a ellas otro día", explican los guardias civiles. "Es un colectivo muy vulnerable, que casi está obligado a irse con muchos clientes y deben de tener mucho cuidado", añaden.

Este código de seguridad va desde quedarse con las características físicas del cliente hasta apuntar o memorizar los datos del vehículo, lo que incluye las matrículas. "Hay que tener en cuenta que las prostitutas siempre suelen ponerse en las mismas zonas, por lo que inician una relación de amistad entre ellas. Además, muchas veces trabajan para el mismo proxeneta, por lo que, si surge algún problema, van a decírselo a él para que lo solucione cuanto antes", aclaran fuentes del instituto armado.

La mayor relación se da entre las meretrices de la misma nacionalidad. De hecho, en lugares de gran profusión de la prostitución existen zonas más o menos delimitadas por nacionalidades.

Esta práctica de recopilar la mayor cantidad de datos sobre sus clientes no es nada nueva. La Guardia Civil recuerda un caso similar de una prostituta que murió asesinada hace cuatro años y, gracias a las pistas de sus compañeras, atraparon al homicida.

"Todas estas facilidades se tuercen en negativas o en comentarios del tipo 'no he visto nada' o 'no sé nada' si se trata de un ajuste de cuentas entre bandas rivales o de un escarmiento dentro de las bandas que controlan la prostitución. Entonces es como intentar entrar en un coto muy cerrado", concluyen las citadas fuentes.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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