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"La cara estaba desfigurada por las torturas y los golpes"

El testimonio más directo contra Cavallo lo ofreció el fotógrafo Carlos Lordkipanidse, que ingresó detenido en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) en noviembre de 1978 y estuvo preso dos años y medio:

"El método habitual de tortura en la ESMA era el paso de corriente eléctrica, golpes y maltrato de todo tipo. En el caso particular de Telma Jara yo puedo asegurar que fue así porque yo estaba en ese momento en la pieza contigua donde la estaban torturando. En esa habitación, que funcionaba como comedor de los guardias, había constantemente encendido un televisor al máximo volumen y cuando se aplicaba tormento a un detenido la imagen del televisor quedaba reducida a una raya. La descarga eléctrica producía que en la pantalla del televisor quedara una raya horizontal, desaparecía el sonido y producía un chirrido. Eso quería decir que exactamente en ese momento le estaban aplicando corriente eléctrica a alguien.

Telma era una señora mayor, de unos 50 años. Nosotros sabíamos que la lucha de Telma en aquel momento era por la aparición con vida de uno de sus hijos, que estaba desaparecido. Era una de las madres de Plaza de Mayo y esto le daba una característica mucho más dramática a toda la situación.

En esa oportunidad el que salió del cuarto de interrogatorios era Ricardo Miguel Cavallo, que la estaba interrogando. Entra en la habitación creyendo que estaban los guardias, pero sólo estaba yo, y me grita: 'Dame una Coca Cola'. Le contesté que no tenía ninguna y volvió al cuarto de interrogatorios y nuevamente se produce esto de la desapareción de la imagen en la televisión y se vuelven a escuchar los gritos de Telma. Yo la vi a Telma muy deteriorada físicamente. La tenían que llevar entre varios guardias al baño".

Respecto a las torturas infligidas a Ana Testa, Lordkipanidse explicó que él vio cómo Cavallo la conducía encapuchada, inmediatamente después de una de las sesiones de tortura:

"La traían él y otro oficial al salón comedor donde estábamos otros detenidos. Ana venía engrillada en los pies y esposadas las manos y encapuchada. Cavallo le levanta la capucha y dice: 'Ves, que acá no matamos a los detenidos', mostrándonos a los que estábamos ahí. La cara de Ana en ese momento estaba desfigurada por las torturas y los golpes, eso lo vimos todos. Le vuelven a bajar la capucha nuevamente y se la vuelven a llevar al cuarto de interrogatorios. Quien dice estas palabras y hace este gesto de quitarle la capucha es Ricardo Miguel Cavallo".

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Otra de las testigos, Norma Cozzi, empleada administrativa, relató a este periódico: "Cavallo fue la primera persona que yo vi después de siete días de oscuridad absoluta. Me levanta la capucha, me interroga y me explica el 'proceso de recuperación'. Él me manifestó que era el responsable de La Pecera, en la que yo estuve dos meses. Si no el único, él fue uno de los responsables principales de lo que sucedió en la ESMA".

Cozzi es sobrina de Telma Jara, que no pudo venir debido a su edad y a las secuelas de las torturas. Su tía le contó que Cavallo "era un tipo muy perverso". "Tenía un aspecto angelical y utilizaba esa apariencia, pero se ensañaba en la tortura, y la persiguió obligándola a hacer continuas tareas. Su verdadera cara era siniestra".

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