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UN NEGOCIO MILLONARIO

Pugna por ganar la reconstrucción del siglo

Los expertos elevan hasta 600.000 millones de dólares el negocio de revitalizar Irak tras la guerra

La reconstrucción de Irak es un negocio muy lucrativo. En juego hay cientos de miles de millones de dólares, una inmensa tarta de contratos a la que aspiran miles de empresas del mundo, fundamentalmente estadounidenses.

El reparto, que deciden desde Washington el Pentágono y la Agencia Internacional para el Desarrollo, ha estado empañado desde el principio por una nube de favoritismo hacia Halliburton, la corporación que dirigía el vicepresidente del Gobierno de EE UU, Dick Cheney, antes de llegar al poder, que obtuvo la pasada primavera las obras de infraestructura petrolera para su subsidiaria Kellogg Brown & Root (KBR) sin pasar por una licitación.

Las denuncias de los competidores han forzado al Cuerpo de Ingenieros del Pentágono a reabrir el concurso para que participen otras empresas, pero KBR les lleva varios meses de delantera en las obras. El plazo de presentación de solicitudes acabó el pasado jueves, y las licitaciones se otorgarán a mediados del próximo octubre, para un proyecto cuyas tres primeras fases deben estar finalizadas el 31 de diciembre. Es decir, para cuando los ganadores de la licitación hayan logrado trasladarse e instalarse en Irak para hacer su trabajo de reconstrucción, les quedarían apenas unos días para poder realizar las reparaciones. Del contrato de 1.143 millones de dólares, sólo faltaría por hacer la última fase de 176 millones de dólares, cuyas obras deben finalizar el próximo marzo. Por esa última fase compiten, entre otras corporaciones, Parsons, Fluor, y Foster Wheeler.

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No obstante, se trata de contratos abiertos, que pueden acabar en sumas muy superiores, al igual que ocurre con el resto de las licitaciones para la reconstrucción de Irak. Entre las obras de infraestructura general y las de infraestructura petrolera, la cifra total puede ser astronómica. Varias instituciones no gubernamentales y think tanks (grupos de reflexión) la sitúan entre 300.000 y 600.000 millones de dólares (incluyendo los gastos de seguridad militar). Pero el Gobierno estadounidense se ha negado a dar un presupuesto al Congreso -con el que mantiene una batalla campal al respecto- por temor a la reacción de la opinión pública en momentos en que el país se enfrenta a un déficit de más de 500.000 millones de dólares.

Michael O'Hanlon, analista de Brookings Institution, cifra la factura "entre 300.000 y 450.000 millones de dólares", mientras que la Academia de Artes y Ciencias cree que podría ascender a 615.000 millones de dólares a lo largo de la próxima década. Por su parte, la asociación nacional que aboga por el buen uso del dinero de los contribuyentes, Taxpayers for Common Sense, calcula que puede oscilar entre 114.000 y 465.000 millones de dólares.

Datos contradictorios

Las cifras contrastan con las que ha dado el administrador estadounidense en Irak, Paul Bremer, la única voz oficial que se ha pronunciado al respecto, que de forma imprecisa las situó en "50.000, 60.000, 100.000 millones de dólares... mucho dinero", hace dos semanas. Las cuentas, sin embargo, no parecen cuadrar aún con las propias cifras estimadas por Bremer, ya que éste afirmó que "sólo el tendido eléctrico costaría 13.000 millones de dólares, y el sistema de aguas, 16.000 millones".

La ventaja con que cuenta la subsidiaria de Halliburton, KBR, ha desplazado incluso a Bechtel Group, la mayor empresa de ingeniería y construcción de Estados Unidos y una de las mayores del mundo, que ha decidido retirarse de la licitación para las instalaciones petroleras. Claro que Bechtel ya se había asegurado la mayor contrata para la reparación de toda la infraestructura no petrolera de Irak, que le representa, de entrada, 680 millones de dólares. Y además ha dicho que se trata de una retirada táctica, a la espera de hacerse con la contrata cuando entre en funciones el nuevo Gobierno de Irak. Se da la circunstancia de que el ex secretario de Estado George Shultz es miembro del Consejo de Administración de Bechtel.

Halliburton ya ha ganado más de 600 millones de dólares en trabajos en Afganistán e Irak. Su subsidiaria KBR es la única que provee servicios de apoyo a las tropas alrededor del mundo, a través de un contrato ilimitado en gastos por 10 años que ya le ha reportado 529 millones de dólares. Las dos guerras han sido una bonanza para Halliburton. Ha pasado de tener 498 millones de dólares en números rojos el año pasado a ganar 26 millones en los dos primeros trimestres de este año.

Para las obras de infraestructura no petrolera -desde carreteras, tendido eléctrico o conductos de agua hasta la reforma de la economía, la educación o la sanidad-, la Agencia Internacional para el Desarrollo ya ha otorgado 10 grandes contratos (incluido el de Bechtel) y 70 subcontratos.

Quedan por entregar los de telecomunicaciones y banca. Para los primeros hay alineadas más de 300 empresas, pero sólo tres obtendrán ese pedazo de la tarta, que oscila entre 80 y 200 millones de dólares para las redes móviles, según David Leech, consejero estadounidense del Ministerio de Comunicaciones de Irak. Las empresas seleccionadas tendrán que depositar una fianza de 30 millones de dólares antes de iniciar las labores, lo cual les dará licencia para operar en las redes durante dos años. El próximo 5 de septiembre se dará a conocer el resultado de la licitación, y los trabajos deberán comenzar el 25 de septiembre.

En cuestiones de banca, un consorcio internacional gestionará el recién creado Banco de Comercio de Irak. La idea de que se haga cargo un consorcio pretende evitar que una institución monopolice el sector, señalan fuentes del Departamento del Tesoro. El administrador Bremer ha solicitado propuestas y decidirá el ganador en las próximas semanas, pero ya ha sugerido que se dará prioridad a bancos que operen en Oriente Próximo. El contrato es inicialmente por un año, y excluye la financiación de ventas de petróleo. La función inmediata del consorcio es gestionar letras de crédito de miles de millones de dólares para empresas iraquíes.

Varios bancos de distintos países están formando alianzas para concursar. Entre ellos, JP Morgan Chase & Co., que ha unido fuerzas con el británico Standard Chartered, el Banco Nacional de Kuwait, los Grupos Bancarios de Australia y Nueva Zelanda y el Millennium Bank de Polonia. Por parte norteamericana, además de JP Morgan, aspira Citigroup; y de Europa, Deutsche Bank podría aliarse con uno de los grandes bancos de EE UU, según una información publicada por The Wall Street Journal. La capitalización inicial del banco iraquí será de 100 millones de dólares.

El potencial bancario de Irak es inmenso. Los analistas lo ilustran con dos datos: el producto nacional bruto antes de la guerra era de 29.000 millones de dólares y los ingresos derivados del petróleo ascienden a alrededor de 20.000 millones al año.

El contrato para reformar la economía de Irak (evaluar las políticas del país y encargarse de su integración regional y mundial) lo ha obtenido BearingPoint, una firma de informática y servicios de consultoría de Virginia. La cantidad inicial es de nueve millones de dólares por año, aunque el contrato puede llegar hasta 80. BearingPoint ha subcontratado a su vez parte de las labores con otras empresas, entre ellas Chemonics International, J. E. Austin Associates y Services Group.

Un enorme potencial petrolero

Con la puesta a punto de la infraestructura petrolera, Irak, que tiene las segundas mayores reservas de crudo del mundo, prevé vender entre 725.000 y 750.000 barriles al día a refinerías inernacionales, entre otras Valero Energy, ChevronTexaco, BP y Shell, según Philip Carroll, consejero principal nombrado por Washington para la reconstrucción del Ministerio de Petróleo iraquí. Carroll espera elevar las exportaciones a 1,4 millones de barriles diarios en los próximos seis meses. Para llegar a los niveles de exportación previos a la guerra tendrían que extraerse 2,5 millones diarios y exportar dos millones.

Irak anunció hace unos días que había reanudado el abastecimiento en el oleoducto de 1.000 kilómetros que une el norte iraquí con el puerto mediterráneo turco de Ceyhan. De esta forma, el oleoducto, que ayer sufrió un sabotaje, volvía a la actividad por primera vez después del fin de la guerra, hace cuatro meses. Ceyhan, principal punto de partida hacia los mercados occidentales, tiene capacidad para 10 millones de barriles.

Los países productores de crudo temen el regreso de Irak a este negocio, ya que su enorme potencial productor -asciende a seis millones de barriles diarios- puede inundar el mercado y bajar los precios.

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