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Reportaje:

Camellos y especuladores hacen su agosto en Pajarillos

Los vecinos de un barrio de Valladolid se movilizan contra el tráfico de drogas, que ha hecho bajar el precio de sus pisos

Este martes, como todos los martes desde febrero, un millar largo de hombres, mujeres y niños se concentrarán entre las calles Pavo Real y Faisán de la barriada 29 de octubre de Valladolid, para exigir que las autoridades se coordinen "y solucionen el problema del narcotráfico" en este rincón de la ciudad, que se ha degradado en muy pocos años. Este martes, desde las ocho y media de la tarde y durante dos horas, los manifestantes recorrerán los lugares que consideran puntos más conflictivos del mercado de la droga del barrio de Pajarillos Bajos: la confluencia de la plaza del Canario con la calle Paloma; Colibrí con Cigüeña, o la parte trasera de la calle del Papagayo.

Para que su denuncia sea más efectiva, se detendrán allí donde aseguran que viven las familias que mueven este negocio, que ha restado valor al barrio. Hasta el punto de que es uno de los pocos de España donde el precio de la vivienda usada ha disminuido. Y eso que, en opinión de urbanistas y promotores inmobiliarios, tiene un extraordinario futuro. La barriada 29 de Octubre se extiende por una superficie de 55.000 metros cuadrados, con un bajísimo nivel de ocupación ya que la mayoría de las viviendas son de dos pisos, muchos de los cuales tienen menos de 50 metros útiles. Para que el bocado inmobiliario sea más apetecible, el barrio está separado del resto de la ciudad por las vías del tren, cuyo soterramiento está previsto esta misma legislatura, según las promesas electorales.

El doctor Luis Ocampo, miembro de la Coordinadora contra el Narcotráfico de Pajarillos, sospecha que detrás de todo este asunto se esconde "una gran operación inmobiliaria especulativa en el barrio, que podría acabar convertido en una urbanización de gran lujo a pocos minutos del centro de la ciudad en cuanto desaparezcan las vías del tren". Además de la manifestación de los martes, los vecinos de Pajarillos se concentran, un viernes de cada dos, entre las 22.00 y las 2.00 de la madrugada para impedir con su presencia que los drogadictos puedan comprar la mercancía que precisan. Y así llevan siete meses, durante los cuales la presión vecinal ha empezado a cosechar algunos éxitos.

El origen de este problema que ha trascendido a toda la ciudad comienza con el derribo, en enero pasado, de la última casa de La Esperanza, un poblado marginal situado a unos pocos centenares de metros del barrio. En toda la ciudad se sabía que era el punto de venta de drogas duras, que compraban no sólo los consumidores directos, sino pequeños traficantes de media España. Un experto policial que prefiere ocultar su nombre, recuerda: "Era frecuente que llegaran a La Esperanza pequeños narcotraficantes capaces de llevarse hasta 100 gramos de heroína, que aquí solía ser más pura y más barata que en el resto del país".

Esa situación llevó a las autoridades a acabar con La Esperanza por el método de realojar a sus vecinos distribuyéndolos en otros barrios y demoliendo las chabolas. No consiguieron acabar con el tráfico de drogas, que se trasladó al lugar más cercano: el grupo 29 de Octubre.

Menos de un mes después, los vecinos de esta última barriada empezaron a manifestarse en la calle. Desde entonces se han celebrado decenas de manifestaciones, concentraciones y asambleas que en opinión de los miembros de la Coordinadora han servido para que disminuya el tráfico de drogas. Pero Luis Ocampo no cree que haya razones para el optimismo porque se está notando "menos presencia policial en las calles" y tienen la impresión "de que los narcotraficantes se han reorganizado".

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Él sigue pensando "que hay gente muy interesada en que todo siga igual", porque detrás del problema anida la especulación inmobiliaria. "Si aquí acabara levantándose un barrio residencial, ya veríamos qué poco tardaban las autoridades en acabar con el narcotráfico", asegura. Quizá por eso su barrio es el único de Valladolid, y acaso de España, donde es posible comprar un piso por menos de 24.000 euros.

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