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Necrológica:NECROLÓGICA
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Pierre Vilar, historiador y maestro de historiadores

La muerte, no por anunciada, deja de ser triste. Pierre Vilar nos ha dejado cuando ya había cumplido los 97 años, pero este hecho no nos consuela de la pérdida del maestro, del historiador, de la persona atenta y cariñosa que nos dio constantes elecciones de ciencia, de compromiso ideológico y humanidad.

Los curiosos que quieran tener una reseña de su vida pueden acudir, mejor que a ningún otro lugar, al volumen de memorias que publicó (primero en catalán y después en castellano) bajo el título de Pensar històricament. Reflexions i

records. Allí el gran historiador francés nos señalaba los hitos principales de su toma de posición política y profesional, desde sus años en la École Normale durante los cuales convive nada menos que con Jean-Paul Sartre, Paul Nizan, Raymond Aron, Maurice Merlau-Ponty y Simone Weil, pero de los que recuerda sobre todo las escapadas al cineclub Studio 28 de Montmartre para ver películas de Renée Clair, Mournau y Luis Buñuel.

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Pierre Vilar, hispanista catalanizante

Su vocación se define al contacto de la geografía humana y de la historia total, tal como la estaban definiendo Lucien Febvre y Marc Bloch. Tras elegir como tema de investigación la geografía económica de la Cataluña industrial, llegan a partir de 1927 los años barceloneses, en los que pronto habrá de enfrentarse al drama de la construcción y posterior destrucción de la República española. Son también los años en que se enamora de Gabriela Berrogain, Gaby, la madre de su único hijo, Jean, también un ilustre hispanista, son los años en que toma otras decisiones importantes, como la de renunciar a una posible militancia en el Partido Comunista francés -al que le empujaba su ideología- para dedicarse a la familia y a la historia, una doble exigencia que juzgaba incompatible, si no con el compromiso, sí con el activismo político. Y son los años en que se aviva su amor por España, tras su primer contacto, cuando tras la visión desde el tren de las murallas de Ávila y El Escorial exclama: "Un gran paisaje, una gran historia".

Los felices años barceloneses tocan a su fin en 1936 con el estallido de la Guerra Civil, que van a obligarle a abandonar España, dando lugar a su activa colaboración con el Comité Cervantes de ayuda a los intelectuales republicanos. Además es el preludio a la II Guerra Mundial, que le supondrá una dramática experiencia como oficial del Ejército francés y como prisionero de guerra en campos de concentración de Alemania, Polonia y Austria. Sin embargo si, por un lado, es capaz de escribir su Historia de España durante su cautiverio, por otro no se deja llevar por el resentimiento, sino que expresa su dolor por "la Alemania de las catedrales y los Meistersingers" que los aliados están destruyendo calculadamente en el momento de la victoria.

Llegan ahora los tiempos de la cosecha intelectual. En 1962 se publica su obra magna,

La Catalogne dans l'Espagne moderne, una investigación modélica. Y después, toda una serie de trabajos esenciales para el conocimiento de los tiempos modernos y para el progreso de la teoría de la historia, donde se dan cita las dos caudalosas fuentes de su quehacer historiográfico. La Escuela de los Annales y el materialismo histórico, felizmente maridados en su concepto de la "historia integradora", una de las líneas más fecundas de la ciencia histórica actual.

A partir de los años sesenta, Pierre Vilar desempeñó su magisterio desde su cátedra de la Sorbona. Sin embargo, siempre se mantuvo fiel a Cataluña, el hogar de su juventud, adonde regresó una y otra vez para impartir seminarios, para presidir congresos y para dispensar a varias generaciones de historiadores los beneficios de su sabiduría. Y cuando volvía a París, todos podían seguir aprendiendo con sólo visitarle y gozar de su hospitalidad en su precioso apartamento frente al Sena, en el Quai de la Rapée. El maestro recibió en España casi todos los reconocimientos posibles: fue investido como doctor honoris causa, le fue adjudicado el Premio Elio Antonio de Nebrija de la Universidad de Salamanca, un centro de investigación llevó su nombre en Barcelona... Y, sin embargo, siempre seguiremos en deuda con uno de los mayores historiadores y uno de los mejores hispanistas del siglo XX, que fue además le maître à

tous, maestro de todos en historia, en compromiso personal y en humanidad.-

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