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Bush pidió al Congreso ocultar parte del informe sobre el 11-S

Lo más relevante del informe elaborado por el Congreso estadounidense sobre los fallos de sus servicios secretos antes del 11-S fue lo que no se dio: datos sobre posibles conexiones entre Arabia Saudí y dos de los miembros de Al Qaeda que participaron en los atentados, tras vivir y entrenarse en San Diego (California). Para no empeorar las relaciones con Riad, muy deterioradas tras los ataques, el Gobierno de George W. Bush pidió a los congresistas que mantuvieran secretas 28 de las 900 páginas desclasificadas el pasado jueves. La decisión fue criticada por la oposición demócrata y los familiares de las más de 3.000 víctimas del 11-S.

"Si se desclasificara [la información sobre las conexiones saudíes], podría resultar delicada y, sin duda, algo más que eso", comentó el senador republicano por Alabama y ex presidente de la Comisión de Inteligencia, Richard Shelby.

El informe publicado esta semana por el Congreso, tras un año de investigación, detalla lo que ya se sabía: que las tres principales agencias del país -la CIA, el FBI y la NSA (Agencia Nacional de Seguridad)- fueron incapaces de prever los atentados del 11-S. Incomunicadas por rencillas y muros de burocracia, ninguna supo compartir sus datos sobre las actividades de Al Qaeda en EE UU.

Entre los fallos más graves, el informe cuenta cómo un contacto del FBI alquiló un piso en San Diego a dos de los secuestradores que participaron en los atentados, Jalid al Midhar y Nawaf al Hazii, sin conocer sus actividades. "Si el FBI en San Diego hubiera tenido más información, quizá hubiera podido conocer los planes del 11-S". Ambos eran de sobra conocidos por la CIA, que desde 1999 los había relacionado con Al Qaeda. La NSA sabía que los dos habían viajado en 2000 a Malaisia para entrevistarse con otros miembros de Al Qaeda, y había interceptado "varias comunicaciones sobre una posible actividad terrorista" entre el 8 y el 10 de septiembre de 2001.

La conexión saudí

Se sospecha que un presunto miembro de los servicios de espionaje saudíes, Omar al Bayouni, se encontró con los dos hombres en Los Ángeles, de lo que informó a su consulado en la ciudad. Bayouni ayudó a los miembros de Al Qaeda a establecerse, y cofirmó el contrato de alquiler del apartamento de San Diego. "Parecía tener acceso a fondos ilimitados en Arabia Saudí", señala el informe. Una vez instalados, los dos secuestradores empezaron clases de vuelo.

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Bayouni tenía contactos más directos con la cúpula en Riad. El año pasado se supo que la mujer del embajador saudí en Washington, el príncipe Bandar bin Sultan, transfirió indirectamente decenas de miles de dólares a una cuenta a nombre de la mujer de Bayouni. Los saudíes aseguraron que se trató de un error y que el dinero debía haber financiado obras caritativas.

Tras la publicación del informe, el príncipe desmintió en un comunicado que sus servicios de espionaje estuvieran al corriente de la presencia de Al Qaeda en San Diego, y denunció "las intenciones políticas" de las "falsas acusaciones".

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