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VILLAGE PEOPLE
Columna
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Finde Village

- RESUMEN DE LO PUBLICADO. Campeonatos del mundo de Natación. El Consorci de la Zona Franca ubica bajo la Torre Calatrava el Village, una zona vip y selecta -nadie te vende kleenex ni te pide un cigarrillo, colega, porfa-, desde la que Enrique Lacalle desprende cosmovisión.

- VIERNES. El tema del día es la primera eliminitoria de la liguilla que conforma el concurso Operación Top-Model, sponsorizado por una marca de yogures que eliminan tanta grasa que los puedes utilizar para desatascar el desagüe de la cocina. El público del día se ha democratizado un tanto. El día anterior, por ejemplo, el público de este biotipo estaba compuesto por señores en esa edad en la que te sale un deportivo debajo del culo con señorita ad-hoc al lado, y autoridades -habían tantas que si Bin Laden hubiera hecho estrellarse contra el Village un pijo-bomba, la autoridad en esta CA la hubiera tenido que asumir el diputado Tamayo-. Hoy, empero, la cosa está llena de modelos de extrarradio -a las modelos de barrios grand slam no les hacen falta estos concursos, o los ganaron con la partida de nacimiento-. También han venido las compañeras de curso de ESO de las participantes, sus papás y sus mamás, con el traje con rajote de la boda de la cuñada. Entre el público también se ven cazadores de talentos y cazadores a secas. La cosa está un tanto abarrotada. El personal que rodea la tarima donde se celebrará el evento ha ido formando mêlée poco a poco y trayéndose cada uno su silla, como en Crónicas de un Pueblo cuando había cine en la plaza Consistorial. Hay tanta gente que algunas chicas del entorno epistemológico top-model están sentadas en los escalones adyacentes, practicando el que-no-se-me-vea-el-triangulillo-sutra. Impresiones: prima, en general, la señorita macizorra, de chiste de Forges con Romerales en la playa.

El concurso se retrasa. La crítica especializada empieza a temer que pase lo que en la semana del pret à porter de Alburkerke, en la que se tuvo que suspender un pase porque las 6.784 modelos participantes se habían intoxicado por ingestión de marisco. Todas comieron, ese mediodía, la misma gamba.

Empieza el concurso. El speaker comunica que "el señor Lacalle no está, pero nos ve" -igual Lacalle es ese tipo que, según me informaron de pequeño, decía a los Reyes Magos si habías sido bueno-. Que la cosa va de 25 modelos de todo el mundo mundial, y que quien gane se lleva 6.000 euros y un bolo por la pasarela Gaudí.

Se inicia el desfile. Trazos estéticos: a) las modelos tienen nombres exóticos, como de plato de Bulli, b) avanzan por la pasarela con ese caminar de modelo. Uno camina así por la calle y se lo llevan al Clínico. El desfile avanza, a su vez, en el espacio tiempo. A la segunda modelo que sale ya las confundo. Resumen: desfilan 25 en bañador. Luego van más lejos y desfilan en biquini. El jurado toma notas y, finalmente, elimina a dos. El nombre se hará público otro día, pero para mí que han descalificado a la modelo vizca y a la modelo del POUM. Finaliza el desfile y las modelos se van haciendo gorgoritos a un punto dado, donde las matan a fotos. La cosa parece un trailer de Torrente III.

- SÁBADO. Prosigue un tanto el lock-out de vips del día anterior. El personal vip de Barcelona está en Calella de Palafrugell, como cada fin de semana desde el Primer Plan de Desarrollo. Hay, no obstante, un retén de autoridades de guardia. El tema es que se ha anunciado que vendría la infanta a cenarse algo. Finalmente, no viene ninguna infanta, pero viene un príncipe de Mónaco, que igual es lo más parecido. El príncipe de Mónaco, en lo que es una agenda condensada, cena en francés y en el Village.

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La cosa desprende el aire relajado de un bar de primera copa, al que los barceloneses acuden a practicar el barceloning. Es decir, mirarse a la cara y a las marcas y, esporádicamente, mirar a una gogó girl king-size que hay por ahí.

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