Eficaz animación
La personalidad del americano Washington Irving, uno de esos viajeros decimonónicos que ayudaron a expandir una imagen entre mágica y exótica de la secular y atrasada Andalucía, es el hilo y la excusa argumental de El embrujo del sur, segunda comparecencia del vasco Juanba Berasategi en idénticos escenarios y a partir del mismo personaje (la primera fue en un filme menos interesante que éste, Ahmed, príncipe de la Alhambra, 1998). Concretamente, el irvingiano viaje a la Alhambra es la excusa, y un misterioso, fantástico periplo entre Sevilla y la última ciudad mora española, lo que se narra aquí, con unos personajes simpáticos aunque a menudo irreales, a medio camino del sueño y la pesadilla.
EL EMBRUJO DEL SUR
Director: Juan Bautista Berasategi. Género: aventuras animadas, España, 2002. Duración: 89 minutos.
En la mayor parte de su duración, el filme se diría un caprichoso producto lleno de efectos y retruécanos, aunque tan esquemático y fantasioso como para que el espectador tenga la sospecha de que se le está dando a ver un clásico producto de entretenimiento, muy línea Disney, para entendernos, que se pasa limpiamente la historia por el forro. Y sin embargo, en su recta final, un efectivo truco de guión pone las cosas en su lugar, alejando el filme de su aparente sinsentido y situándolo en otra coordenada, mucho más respetable.
El esfuerzo de producción, que cuenta con hasta cinco empresas detrás, es considerable y complejo, como lo es su interesante animación, lograda y efectiva. Que éstas sean las fechas más apropiadas para el estreno de un filme así, ya es harina de otro costal; pero sería una pena que pasara desapercibido entre el abusivo número de estrenos tontos con que nos castiga este inmisericorde comienzo de verano cinematográfico.