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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Agricultura coherente

La Política Agrícola Común (PAC) llegó ayer a un punto de inflexión, en un sentido quizás menos solidario entre los productores europeos, pero mucho más favorable al Tercer Mundo. La PAC, víctima de un exceso de éxito, viene comiéndose la mitad del presupuesto comunitario en detrimento de políticas mejor adaptadas a los tiempos. La producción intensiva que ha fomentado ha llevado a casos como el de las vacas locas, al deterioro del medio ambiente y al freno del desarrollo rural. La reforma ahora aprobada, que entrará en vigor en 2005, trata de enderezar estas situaciones. Esencialmente, desvincula las ayudas agrícolas del nivel de producción de las explotaciones. Es comprensible que los sindicatos agrícolas reaccionen ante los recortes con dramatismo, pero es indiscutible que algunas aberraciones a las que ha llegado la actual PAC no deben consolidarse.

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La UE aprueba el recorte de las ayudas agrícolas

El pacto logrado ayer es un paso importante de cara a las negociaciones en Cancún, en septiembre, en la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC), y pone en evidencia el colosal aumento de las subvenciones a sus agricultores decidida por la Administración de Bush. Aun así, la reforma pactada por los ministros de la UE, tras tres eternas semanas de negociaciones, es insuficiente en un mercado global en el que los países ricos dedican siete veces más dinero a subvencionar a su agricultura que a la ayuda internacional a los países subdesarrollados, condenados por el proteccionismo europeo y estadounidense.

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Las ayudas europeas se concentrarán en las explotaciones -con una reducción para las que reciben más de 5.000 euros al año- y en el territorio, fomentando un desarrollo rural que evite el despoblamiento del campo sin producir caros e inútiles excedentes. Ése es el pacto básico de esta reforma, que cruza los intereses de Francia, el país que más se beneficia de la PAC, con los de Alemania, que quería avanzar no sólo hacia una agricultura más barata, sino también más ecologista y orientada hacia los consumidores.

El saldo para la agricultura española es globalmente bueno. Nunca llueve a gusto de todos, y menos cuando al campo se refiere. El recorte acordado no se traduce en un refuerzo de la política de cohesión, pero en el caso español se ha limitado la reducción de las ayudas directas, se han garantizado fondos para la reforma de los sectores mediterráneos, especialmente el aceite de oliva y los frutos secos, además de blindar la agricultura canaria respecto a estos vientos de cambio y de conservar las cuotas de producción lechera hasta 2015, entre otros puntos. El ministro Arias Cañete asegura que la agricultura española recibirá 2.700 millones de euros más entre 2005 y 2013.

Los más perjudicados son los países de la ampliación. Cuando por fin llegan a sentarse a la mesa de la UE, ven cómo se reduce la ración de uno de los platos más apetitosos y más insolidarios con el resto del mundo. En realidad, la tarta apenas ha cambiado, pero ahora hay que repartirla entre 25. Europa se amplía y a la vez se adelgaza.

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