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Crónica:FÚTBOL | Última jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Desconsuelo feliz

La Real Sociedad se queda sin la gloria soñada a pesar de su goleada final al Atlético, pero satisfecha por su gran campaña

Al destino, cuando se aburre, le gusta gastar bromas pesadas. A los ocho minutos, por ejemplo, se le ocurrió combinar un error imprevisible de De Pedro, en un mano a mano con el Mono Burgos, con el gol de Ronaldo en el Bernabéu. Una jugarreta incalificable cuando el título de Liga se esta jugando en San Sebastián y en Madrid. Cuando la Real aspiraba a meter presión al Madrid y quitársela al Atlético -"ya habéis perdido, muchachos"-, resulta que la decepción del público planeó, a falta de vídeomarcadores, por el césped de Anoeta.

Cuando dos minutos después Luis García, tras una sucesión de rebotes afortunados, disparó contra el cuerpo de Westerveld, Anoeta respingó y a la Real se le rompió el cuentarrevoluciones. Cuando empató el Athletic, Anoeta saltó al campo: vocerío, emoción en la extraña ilusión de que todo estaba conseguido. Y, sin embargo, el destino, agazapado en una esquina, seguía jugando con el partido: cuanto mejor se le ponían las cosas a la Real, mas se le enrevesaba el partido. Por ejemplo, pasado el susto de salida, el Atlético empezó a jugar, a llegar sin muchos toques, sólo con la inteligencia de Movilla, el destajismo de Nagore y la movilidad de Luis García.

REAL SOCIEDAD 3 - ATLÉTICO 0

Real Sociedad: Westerveld; Rekarte, Kvarme, Jauregi, Boris; Karpin (Tayfun, m. 78), Aranburu, Xabi Alonso, De Pedro (Gabilondo, m. 68); Nihat (De Paula, m. 80) y Kovacevic.

Atlético: Burgos; Otero, Coloccini, García Calvo, Sergi; Aguilera, Movilla, Nagore, Luis García (Jorge, m. 64); José Mari y Fernando Torres (Javi Moreno, m. 69).

Goles: 1-0. M. 51. Balón en profundidad de Xabi Alonso a Kovacevic, que, tras controlar con el pecho, fusila al Mono Burgos.

2-0. M. 56. Centro de Karpin, que toca de cabeza Kovacevic y habilita a De Pedro, quien, libre de marcaje, marca a placer.

3-0. M. 73. Jugada personal de Nihat, que rompe a la defensa y marca superando la salida de Burgos.

Árbitro: Rodríguez Santiago.

Lleno absoluto en Anoeta.

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Nadie podía dudar del Atlético más que de la Real. No cabe duda de que al Atlético le falta glamour, que es un equipo trabajoso, que no enamora, que difícilmente conecta, pero nadie puede dudar de que sabe realizar su trabajo con un aseamiento digno de encomio en situaciones como las de ayer. A la Real le faltaba oficio y le carcomía la falta de oficio. Por ejemplo: ni De Pedro ni Kovacevic parecían los mismos, faltos de toque, acelerados, y, bien sabido es que por sus botas y por su inteligencia pasa buena parte de la imaginación realista. Ni siquiera Aranburu, el futbolista más dinámico de la Real, encontraba el tacto exacto del partido. Todo parecía resignado a la invectiva de Nihat, un futbolista ajeno a las posible miserias de los partidos, a su escasa vitalidad, para procurarse ocasiones por sí mismo, para romper cualquier pronóstico. Así disparó al poste al borde del descanso, pero así encaró Fernando Torres, muy olvidado por los suyos, en pleno alargamiento del partido. Igualdad absoluta, ocasiones a pares y la Liga en un puño, en ese nudo en la garganta que atenazaba a la Real, acogotada por el gol tempranero de Ronaldo.

Pero siempre hay momentos para el exotismo. Kovacevic que acababa de sucumbir a un mano a mano con el Mono Burgos, consiguió, un par de minutos después, batir al portero argentino tras un fantástico pase de Xabi Alonso desde el centro del campo. El Athletic había empatado en el Bernabéu y, cuando Kovacevic marcó, Anoeta fue un clamor con un grito insospechado: "¡Athletic, Athletic!". Lo nunca visto, lo nunca esperado.

Así que, en pleno éxtasis, la Real se puso las pilas y buscó en la escasa condición anímica o física del Atlético, ya resignado a su suerte, y halló el segundo gol en una jugada de pizarra: centro templado, dejada de cabeza, remate inapelable de De Pedro. El Atlético flaquea por el centro. Su juego defensivo se antoja similar al de los equipos mediocres: muy estático, con poco salto, con poco dinamismo.

Lo malo para la Real fue que, para entonces, el Madrid ya tenía el partido encarrilado, que su pegada se imponía a las ganas del Athletic y que probablemente la Liga estaba decidida en esos momentos. Quizás por eso todos se relajaron. La Real, para bien, para disfrutar, para hacer goles; el Atlético, para quitarse el peso de la responsabilidad, para pasar la página, para esperar momentos mejores. Ya no era su partido, ni probablemente el de la Real, a sabiendas de que el milagro alcanzaba proporciones incalculables.

Tras el segundo gol, el Atlético ya no corría, a lo sumo correteaba, y se aplicaba en las tareas defensivas, allí donde la inaplicación resulta más evidente y no conviene enseñar más vergüenzas de las inevitables.

Así que la Real jugó de carril, como liberada de la responsabilidad con la que salió, como si por fin pudiera disfrutar de lo conseguido olvidándose de los que pudo conseguir. Denoueix dio salida a los ídolos -De Pedro, Karpin, Nihat- para que el público se rompiera las manos de agradecimiento y aplaudiera a Tayfun, que deja el club sin una queja, con mucho agradecimiento..

Tiempo de desconsuelo y de felicidad. La empresa era difícil y probablemente quebró hace ocho días en Vigo. Lo de ayer era un espectáculo sentimental, con un invitado honrado, pero demasiado flaco, el Atlético, y una vídeoconferencia con Madrid que se rompió demasiado pronto. Desconsolados, pero felices, se fueron los donostiarras sin un gesto de abatimiento.

Tayfun, que porta una bandera de la Real y otra de Euskadi, es izado a hombros por sus compañeros tras el partido.
Tayfun, que porta una bandera de la Real y otra de Euskadi, es izado a hombros por sus compañeros tras el partido.JAVIER HERNÁNDEZ
Mono Burgos corta de cabeza una llegada de Kovacevic.
Mono Burgos corta de cabeza una llegada de Kovacevic.JAVIER HERNÁNDEZ

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