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Entrevista:SALVADOR GASCÓN | Presidente de la Federación de Motociclismo de la Comunidad Valenciana

"Si dejas la moto, te haces viejo en cuatro días"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Cuál fue la primera moto que tuvo?

Respuesta. La primera que tuvo mi padre fue una Guzzi de 64. Y luego, una Ossa negra de tres marchas. Y con ésta fue con la que empecé a hacer el indio. Después he tenido hasta 28 motos.

P. ¿Cuántas tiene ahora?

R. La última es una Van Van de Suzuki, una moto de juguete para ir por la playa. Es la primera que ha entrado en España. Además, tengo dos Old Royal Enfield de 1954, una PSS de carreras, una Preysler, una Onda NR...

P. ¿De dónde le viene esta pasión por las motos?

R. Pues no lo sé. A principios de los sesenta fui a Alicante a ver unas carreras en el circuito urbano y me entró el bichito. Después quisimos fundar un motoclub en Cullera, y fuimos al Motoclub de Valencia a ver qué hacían, pero nos echaron por espiar. Eso me tocó la moral y le dije al que nos tiró a la calle: Vamos a hacer un motoclub en Cullera y mire si lo vamos a hacer bueno y les vamos a machacar que antes de cinco años habrán cerrado éste.

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P. ¿Y fue así?

R. Sólo duró cuatro años más. Les quitamos todas las carreras y llegamos a tener 1.500 socios de Cullera, de Madrid, de Barcelona... Durante 15 años seguidos fuimos el mejor club de España por los resultados obtenidos por nuestros motoristas.

P. ¿Qué pensaban sus padres de su afición a la moto?

R. Yo entonces iba muy deprisa y quería correr. Cuando salía en la moto por los caminos, los pescadores se escondían: "Ya viene, ya viene", gritaban. Mi padre me dijo que mientras estuviera en casa no correría, y que si no estaba de acuerdo que me fuera. Entonces me metí en la cabeza que no correría, pero que ayudaría a todos los que pudiesen correr. Y eso he hecho toda mi vida.

P. Lo de la moto no se cura con la edad.

R. Cuando se es motorista, si dejas la moto, te haces viejo en cuatro días. El espíritu de la moto es joven.

P. ¿Una moto es mucho más que un vehículo?

R. El mismo tipo que va en una moto, sube a un coche y no es el mismo. Y el mismo que va en un coche, sube a una moto y cambia. En el mundo de la moto hay una solidaridad que no existe en el coche ni en nada. Es un cariño especial por un deporte.

P. El circuito Ricardo Tormo fue una visión suya en Daytona.

R. Como la moto ha sido todo en mi vida, fui a ver las 200 millas de Daytona, en Florida. Aquella zona es como ésta: sol, playa, cañas... En seguida me dije que aquello había que hacerlo en Valencia. Y me puse a comerle la bola al Ayuntamiento de Cullera para hacerlo, pero tras varias gestiones fracasó el intento. Lo intentamos una infinidad de veces más en otras partes, pero siempre hubo problemas.

P. ¿No le parece bien Cheste?

R. Estoy encantado con el circuito, pero para mí la construcción de un circuito tenía que tener el impacto de unas olimpiadas: mejora de infraestructuras, hoteles, turismo... El circuito ideal debía de estar entre El Saler y Gandia, pero el terreno es más caro. De todos modos la Comunidad Valenciana necesita tres circuitos más, pero pequeños y con un precio asequible. Cheste está siempre lleno, por suerte, pero hay mucha gente de base que no puede ir.

P. Ahora vuelve a impulsar un equipo de pilotos valencianos.

R. Es que cada vez está saliendo más gente que funciona y no tiene opciones de estar en un equipo escuela como el que he montado. No debería meterme en líos pero me duele que la gente no tenga oportunidades.

EN DOS TRAZOS

Salvador Gascón (Tavernes de La Valldigna, 1945) es, sin pretenderlo, el padre del motociclismo valenciano. Su pasión personal por las motos ha tenido consecuencias colectivas. Primero se concretaron en la fundación del Motoclub de Cullera, donde se forjaron las leyendas de Ricardo Tormo o Jorge Martínez 'Aspar'. Y luego, en el cicuito de Cheste, del que ha sido su principal impulsor y a cuya consecución ha destinado mucha energía y célebres actos de protesta. Ahora ha vuelto a crear un equipo de pilotos netamente valenciano para ayudar a los jóvenes.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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