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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El frente iraní

El pulso entre Estados Unidos e Irán crece a medida que Washington eleva el listón de sus agravios. En los últimos días, altos responsables estadounidenses se han declarado insatisfechos con la cooperación iraní a propósito de Al Qaeda -Rumsfeld ha dicho que dirigentes terroristas se mueven a sus anchas en Irán-, han renovado sus acusaciones sobre las ambiciones nucleares de Teherán y han advertido al régimen teocrático de los ayatolás de que se abstenga de exportar a Irak, a través del clero chií, sus ideas políticas.

Jamenei, suprema autoridad del Estado, ha denunciado como inadmisible la presión estadounidense. Pero, a la vez, Teherán se toma muy en serio el tono admonitorio de Washington y quiere restar validez a los argumentos de su enemigo. Ayer mismo, el ministerio de Exteriores declaró solemnemente la intención iraní de no interferir en los asuntos internos iraquíes. Antes había asegurado que Irán ha deportado a 500 militantes de Al Qaeda y que mantiene detenido a un grupo que operaba en su territorio. La presión de la Casa Blanca se ha multiplicado después de que su espionaje haya sugerido que la ejecución del triple atentado suicida saudí, hace 15 días, se ordenó desde el interior de Irán.

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Washington y Teherán no mantienen relaciones formales desde la revolución jomeinista de 1979, pero sí canales regulares de comunicación. La política de Bush hacia este miembro del eje del mal ha consistido hasta ahora en

reiteradas advertencias sobre su apoyo al terrorismo y sus ambiciones nucleares, pendientes ahora de un próximo informe de la ONU. El contencioso atómico se ha agravado con una reciente denuncia opositora que asegura que Teherán mantiene dos laboratorios secretos de enriquecimiento de uranio 40 kilómetros al oeste de la capital. Los más ultramontanos del Gobierno estadounidense, con el Pentágono al frente, acarician ya la desestabilización iraní.

La única actitud responsable en este momento es el mantenimiento de los contactos diplomáticos con Irán. De este diálogo cabe esperar más resultados que de la creciente cascada de amenazas a propósito de asuntos muy graves por el momento no probados. En este sentido hay que celebrar el aplazamiento, hasta verificar el alcance de los últimos argumentos iraníes, de una reunión del estado mayor de Bush para estudiar posibles medidas de represalia contra Teherán.

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