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Columna
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Nombres esenciales

Vaya por delante el unánime agradecimiento a Pere A. Serra Bauzá, propietario del principal grupo de comunicación de las Islas Baleares, por la cesión de abril a julio al Kutxaespacio del Arte de su colección privada. Se trata de obras de autores esenciales, unos más que otros, dentro de las llamadas vanguardias del siglo XX.

La lista de los creadores es extensa y varia: Picasso, Matisse, Kandinsky, Juan Gris, Miró, Picabia, Giacometti, Kokoschka, Dubuffet, Klee, Léger, Lipchitz, Staël, De Kooning, Motherwell, Man Ray, Calder, Vasarely, Oteiza, Chillida, Beuys, Tàpies, Kiefer o Richard Serra, entre setenta más.

La nómina de materiales incluye esculturas en hierro, bronce (las más) y acero corten, pasando por óleos, acrílicos, tapices, cerámicas, además de una amplia gama de guaches, collages, tintas, lápices, conformantes del tenue e intimista universo del dibujo.

Como pasa siempre que uno se enfrenta ante tantas obras de diferentes autores, sin apenas darnos cuenta se suscita en nosotros una inclinación bifásica. Por un lado, atisbamos con febrícula acuciosidad cómo son las obras de los artistas de mayor renombre y, por otro, nos centramos en descubrir la calidad que atesora cada obra, independientemente de quién sea el autor.

A tenor de lo visto, concluimos en que hay obras de autores de altísimo nombre que no pasan de ser discretos soplos. Con todo, place sobremanera conocerlas, por ser de quienes son.

Piezas

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En cuanto a obras de calidad por sí mismas, contabilizamos un nutrido cuerpo de buenas piezas. Sin orden de jerarquía artística, viene al recuerdo la compleja escultura de Palazuelo o la minimalista de Richard Serra, ambas en acero corten, y la segunda una obra exactamente igual o muy semejante a la que posee el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Además, la enigmática escultura de Oteiza (en bronce con pátina oxidada), las dos obras de Tàpies, el tapiz, la escultura de bronce y un dibujo a tinta y lápiz firmados por Miró, la escultura de bronce y plexiglás de Man Ray y dos ovoides en bronce pulido de Fontana. Se pueden sumar la fotografía sobre tela de Beuys, los óleos de Matta y Vasarely, el acrílico de Bechtold, la obra sobre cartón de Léger, los dibujos sobre papel de Klee, Giacometti, Dubuffet, Poliakof y Henry Moore, entresacadas de otras no datadas aquí, aunque merecedoras de tanto o parecido crédito.

La exposición requiere verla otra vez; sobre todo porque no estamos seguros de haberla observado con la profundidad y tiempo debidos. Ya sólo las cerámicas de Picasso reclaman una nueva presencia.

Respecto a que el señor Serra se ha motejado a sí mismo como "un discreto coleccionista de provincias", cabe argüir que, no obstante lo diga él, cosa que le honra, la realidad de lo mostrado parece no estar muy de acuerdo con sus palabras. Por fortuna.

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