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Crítica:CICLO BACH
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Memorable actuación del pianista Schiff

La apuesta ha sido Bach desde un piano que no conoció, pero sí intuyó con extraordinaria potencia adivinatoria. El hecho mismo de interpretar las Variaciones Goldberg al piano supone, por parte de Schiff, la renuncia a cualquier estrecho historicismo, pues está claro que así no sonaron nunca en vida del compositor, y no menos claro que así son también obra inmensa de un inconmensurable genio de la música de su pensamiento, su estructuración, cuantas veces inspirativa, su dialéctica, su curso psicológico, su medida de número, razón y bien cantar, y, en fin, lo más peliagudo para el pianista de nuestros días: la fabricación de una materia sonora fiel incluso cuando resulta nueva. Extremadamente novísima fue la invención por el grande y admirable Chillida en sus "estampas" en homenaje al Cantor de Santo Tomás, nueva muestra de vigencia perdurable de una creación sin límites de tiempo, espacio, lugar o materia. Y es que no ya Bach, sino concretamente cada una de sus obras señeras -como son las Variaciones Goldberg- constituyen todo un universo, una suerte de "paraíso" abierto por siempre y para siempre. De ahí que pueda conmover a una audiencia en la medida que hemos constatado en el último programa de la serie de seis, dedicados por Schiff a la obra para teclado de Juan Sebastián en el proyecto más encomiable de la Comunidad de Madrid en materia de difusión musical y cultural.

Ciclo extraordinario sobre El piano de Bach

András Schiff en las Variaciones Goldberg. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 3 de mayo.

"Un milagro"

Comentar ni siquiera brevemente en qué consiste el arte y la técnica pianista de Schiff para Bach es propósito vano y una vez más, como repetía Falla, la música se explica desde sí misma. Ya el empleo del piano moderno con la casi renuncia de una de sus más incitantes posibilidades, como es el juego de pedales, podría sorprender, mas ante los resultados no sorprende, pues la técnica trascendente del concertista resuelve los problemas desde una riqueza de ataques sometida a un pensamiento sonoro general que unifica las diversidades de origen y de realización. Verdaderamente, todo parecía un "milagro" tan redondo, completo y hermoso que, pese a los prolongados aplausos, Schiff se negó a "propina" alguna. La música tuvo toda la palabra. Admirable, sí y, por lo mismo, inolvidable.

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