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Columna
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Eso el tuyo, Camps

El cronista cortésmente releva al candidato Camps de cualquier compromiso y le pide que le deje su futuro en paz y que se ocupe del suyo, que ya va más que aviado, ya. Pero al cronista lo que de verdad le inquieta es el espíritu belicoso del candidato Camps, cuando afirma que el PP es el único partido que está en campaña, pero que ímpetu de tercio el suyo. Pensaba el cronista que el candidato Camps ya sabía por alguno de sus mandos de la jerarquía transatlántica, el ultraderechista Rumsfeld o la hechicera Condoleeza, que la guerra de Irak había entrado en un proceso de caos, abusos y expolios, pero parece que anda aún militarizado, probablemente hasta que Bush anuncie el final de la invasión y le eche unas migajas de consuelo a las filas populares, a ver si así les apacigua especulaciones, traumas e histerias.

Mientras, al candidato Camps le han aplicado un masaje de conveniencia empresarial. Los presidentes de la patronal le cantaron las mañanitas, a cuatro voces, al candidato Camps y a la política económica del PP. Pero luego resultó que la letra de la loa era autoría de tan sólo los cuatro inspirados dirigentes, y Rafael Ferrando, que preside la Cierval procuró quitarle zalemas al peloteo. Pero se montó la polémica. El candidato socialista Pla denunció aquella pifia tan personal e intransferible, y la quiebra de la neutralidad electoral de las organizaciones empresariales. Según el candidato Pla algunos empresarios se indignaron con el documento de adhesión al PP, del que no tenían noticia. En definitiva, todas estas alarmas y sobresaltos no son si no otros tantos síntomas del agitado y áspero proceso electoral, que ya está en vísperas.

Sin abandonar el ámbito empresarial, resulta alentador que José Roca, presidente de la patronal castellonense, tuviera la franqueza de abordar el debate de la patronal autonómica y los partidos políticos, y la guerra de Irak, que para el PP es materia intocable. Pero ante el presidente de la Generalitat, José Luis Olivas, manifestó que la guerra "nunca debiera haber comenzado". Es decir, lo que ha sostenido la mayoría de los ciudadanos, frente a la contumacia, el desprecio y una actitud como de desvarío de José María Aznar y de sus fieles congresistas. Sin embargo, José Roca, certero en su contundente apreciación, o bien no supo encontrar la explicación precisa o bien trató de recoger velas, cuando atribuyó a "la inmadurez y fracaso de nuestra sociedad, que sigue recurriendo al enfrentamiento armado para resolver las diferencias". Si en lugar de sociedad, en este caso, hubiera dicho Partido Popular, premio. Porque está fuera de toda duda que la inmadurez y el fracaso sólo puede atribuirse al gobierno popular y en manera alguna a toda una sociedad que, como él mismo ha dicho, ha insistido en que esta guerra "nunca debiera haber comenzado".

El candidato Camps no es ningún oráculo electoral -no los hay, ni siquiera en los polinomios demos-cópicos-, pero está dispuesto a ponerle una parada de metro o tranvía casi en la misma puerta a todos y cada uno de los vecinos del área metropolitana de Valencia, si se hace con la Generalitat. Qué lástima que no pudiera ponerlas ahora, de la puerta del votante a la puerta de su colegio electoral. Siempre sería una forma de disuadir las fugas.

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