_
_
_
_
Entrevista:LUIS CARLOS REJÓN | Diputado de IU al Congreso

"La derrota de 1996 ahora sería un sueño"

Luis Carlos Rejón (Baena, Córdoba, 1951) ha logrado, una vez más, irritar a todo el arco parlamentario con unas declaraciones que para los diputados andaluces son despectivas con el Parlamento. Niega la mayor y deja traslucir que aún no ha digerido bien los resultados de las elecciones de 1996 cuando, tras la legislatura conocida como la de la pinza, el electorado infligió un duro revés, "la derrota" la llama, a IU, de la que era coordinador.

Pregunta. ¿De verdad subía a la tribuna con dos o tres gracias preparadas y sabiendo un poquito del tema?

Respuesta. Vamos a ver. Hay que distinguir. Uno sube a los grandes debates, como los de presupuestos y los de la comunidad, con una semana de trabajo concienzudo, con mucha documentación y preparación. Pero hay otros, los de la cotidianidad, donde subes discretamente preparado, y luego hay otros, que son los debates escoba, en los que tienes que sustituir a un diputado. Entonces, en cinco minutos, te haces una faena de aliño y sales con unas notas que él te manda. A eso me refería yo en una entrevista cordial, humana y desenfadada en la SER.

"La grandeza del Parlamento no se mide por metros cuadrados de mármol"
"Sería el primero en alegrarme del repunte de IU; se me quitaría un poco de angustia"

P. Ahora está matizando, pero usted no dijo eso.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

R. Es una aclaración. Expreso un sentimiento: soy el mismo, no he tenido ninguna embolia a Dios gracias y tengo la misma capacidad de estudio. Y reconozco que me tengo que pegar unas panzadas de estudiar en el Congreso y aun así subo a la tribuna con un pellizco en el estómago.

P. Y en el Parlamento andaluz ¿no?

R. No.

P. ¿Nunca?

R. Bueno, hombre, a lo mejor en el debate de presupuestos. Por ejemplo, en el que me tuve que comer la enmienda a la totalidad, pues a lo mejor sí... pero era por otro tema. A lo mejor es que el gato escaldado hasta del agua fría huye... A mí la derrota de 1996 me marcó en muchos aspectos y pienso si no fui muy ligero en algunas cuestiones...

P. ¿En cuáles?

R. En algunas expresiones. Y eso me hace llegar al Congreso con muchísima humildad. No me atreví a soltarme de brazos hasta el año y medio. Además, me estaban haciendo una entrevista sobre mi percepción subjetiva de las cosas.

P. ¿Ha cometido un error?

R. Vamos a ver: ¡si yo he dicho lo que pensaba de mí!, ¿dónde me he equivocado? Dirán que es un gesto de soberbia, pero los periodistas parlamentarios han entregado cinco veces los premios al mejor orador y en cuatro me lo han dado a mí. A mí me interesaría decir: 'Allí había un nivelazo'... pues a pesar del nivelazo para mí todo! Pues no, había el nivel que había.

P. ¿En el Congreso no le dan premios los periodistas?

R. Sí, el limón. Allí hay otra concepción, otra manera del periodismo y... ya está, pero a mí no me pasa nada por eso.

P. También dijo que el Parlamento se dormía en cosas insustanciales, ¿también en la cuarta legislatura?

R. Aquel momento fue el gran momento del Parlamento, pero sin duda ése fue el gran error, que sólo fue un momento.

P. Antes ha reconocido que la derrota de 1996 le marcó.

R. Alguien me dijo una vez que con una paliza como esa otras personas dejaron la política o se volvieron locos o fueron al psiquiatra. Ni he dejado la política, ni me he vuelto loco ni he ido al psiquiatra, pero mucho tuve que sudar y que llorar.

P. ¿Qué fue lo que más le costó comprender?

R. Muchas deslealtades y ver que los hooligans, los que más te habían presionado para un lado, luego aparecían de hooligans en el otro lado, pero... bueno, esa es la condición humana. Quizás me he castigado mucho, por mi formación cristiana, exigiéndome responsabilidades, diciendo ¿tuviste y lo desaprovechaste? ¿o no había otra posibilidad? En eso me he debatido mucho y quizás mi celo de trabajo, por encima del tiempo y de mi descanso, es como una forma de intentar pagar por si alguna vez hice algún daño a IU.

P. No sólo fue usted, sino todo el colectivo.

R. Ya lo sé, pero muchas veces piensas que tienes más responsabilidades que otros. Y entonces dices: lo tuve todo y no lo supe administrar. Bien es verdad que hubo decisiones colectivas, pero... En aquel momento lo que propusiera Rejón iba a misa, desgraciadamente. Cuando uno está en la cumbre de la ola el resto de la gente te matiza, pero no se pone enfrente.

P. ¿Cuál fue el mayor error de Izquierda Unida en la cuarta legislatura?

R. Avanzamos demasiado, sin suficiente ejército detrás. Si hubiéramos sabido explicar lo que estábamos haciendo, a lo mejor hubiera sido entendido. Entre 1994 y 1996 solamente se pierden 70.000 votos y sacamos 618.000... Incluso la derrota, ahora mismo, es un sueño, aquellos 618.000 votos... Creí que si tirábamos muy para adelante y avanzábamos podíamos haber culminado los cuatro años, pero Chaves, el jodío, y lo digo con respeto, nos pilló subiendo a la red y disolvió. Yo lo sabía. El resto de Izquierda Unida pensaba que no. Yo sí lo sabía, conozco a Chaves y le sigo teniendo aprecio y respeto y sabía que iba a disolver.

P. Y sabiendo que iba a disolver y teniendo a gente que no se le oponía ¿cómo es que no la convenció?

R. Ya no podía. Éramos prisioneros de nuestros propios hechos. Siempre he propuesto a IU que a ver si los actores de aquella etapa que están ya en otra fase nos sentamos a reflexionar en qué acertamos y en qué nos equivocamos. No por nada, sino por el mañana. Creo que falta ese análisis. Hemos hecho astilla del árbol caído, se echan escombros encima y...

P. Usted es historiador y aunque ahora es muy fácil acertar ¿no hubiera sido mejor dejar pasar los presupuestos de 1995?

R. Ya no sé lo que hubiera sido lo mejor o lo peor. Esa es posiblemente la duda en la que muchas veces me debato y la que me corroe. No sé qué hubiera sido mejor o peor, porque como a la historia no se puede dar moviola y volver a empezar... Yo aprendí mucho de mi madre. Mi madre murió al mes y medio de aquella derrota y recuerdo que fui a verla a los pocos días de superar los malos ratos. Estaba en un contraluz y esperaba ver a una persona hundiéndose y me dijo: '¿Qué? ¡El señorito! Mira que te dije: la soga larga, la soga larga al bulldog de Chaves, que se ahorcara él. Pero tú no. Tú chulo. Lo cogiste por el collar y, claro, te pegó dos golpes de cabeza y te has roto la muñeca. Pues te fastidias'. En fin, quizás tendría que haber dejado... Pero ya en aquel momento no teníamos margen de maniobra. Hicimos lo que creíamos que teníamos que hacer...

P. ¿Cómo ve las expectativas de IU para el 2004?

R. Parece que hay un repunte y yo sería el primero en alegrarme, no por nada, quizás, a lo mejor, se me quitaría un poco de angustia.

"Hay que arrancar el poder a Madrid"

Pregunta. ¿Ha faltado el respeto al electorado?

Respuesta. No, no. Estoy anonadado. Imagine que un diputado de a pie del Congreso dice: "Me he tirado los cuatro años durmiendo, sólo apretando el botón para votar, porque no me dejaban hablar". Ese señor se fotografía. Yo estaba hablando de mí. Cuando veo lo que ha se ha liado tengo que pensar: a) están aburridos; b) son estúpidos; o c) he pisado un sabañón. Creo que han pasado las tres cosas.

P. ¿El Congreso es mejor que el Parlamento andaluz?

R. No. Digamos que porque el Gobierno va más preparado o tiene más asesores; o porque está formado por personalidades más fuertes que el Gobierno andaluz... Por ejemplo, no hay color entre Jaime Montaner y Concha Gutiérrez, que me parece magnífica para otros papeles.

P. Creo recordar que usted llevaba sus discursos escritos, subía a la tribuna al menos con un par de libros y con el reglamento del Parlamento...

R. Me lo sabía de carrerilla.

P. ...que de improvisaciones, excepto lo que llama debates escoba, usted pocas.

R. ¡A eso me estaba refiriendo! Simplemente digo el contexto en el que está dicha una frase. Digo todo eso con dolor, porque quiero que el Parlamento tenga más poder político. Es quitarle muchísimo más prestigio y poder al Parlamento impedirle que elija al director general de radiotelevisión que todas las malformaciones que puedan hacer de mis declaraciones. ¿Dónde estaban ellos cuando yo hablaba de la centralidad del Parlamento?, ¿cuándo hablaba de gobernar desde el Parlamento?, ¿cuándo pedía la deuda histórica? ¿Cuántos debates prohibieron sobre la utilización de las bases en la guerra de 1991? Hago la crítica desde la querencia al Parlamento, no desde el desprecio.

P. La centralidad del Parlamento que usted defendió no fue refrendada en las urnas.

R. Bueno, muy bien. Pero no me río del Parlamento y otros sí. La grandeza del Parlamento no se mide por metros cuadrados de mármol. Yo me fui porque ya estaba cansado, aunque había otras razones políticas. Las peleas me recordaban a las que amañan los luchadores que parecen que se pegan pero que no se pegan. Sigo leyendo muchos debates y siguen diciendo lo mismo que hace cuatro años.

P. También en el Congreso.

R. No. Es otro mundo.

P. Parece como deslumbrado con el Congreso.

R. No estoy deslumbrado, sólo hago la crítica: no hemos conseguido arrancar el poder de Madrid. Hay que arrancar el poder a Madrid, porque he descubierto que allí está el poder. No es que te obnubiles, es que reconoces que, después de tantos años de autonomía, lo único que hemos conseguido es una magnífica descentralización, pero no participar en el poder político.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_