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Reportaje:UN PASEO POR EL EXTERIOR DEL 'METROSUR'

'Metrosur' conectará a un millón de vecinos a partir del próximo día 10

La puesta en marcha del tren subterráneo el próximo día 10 transformará la rutina de casi un millón de habitantes y la fisonomía de cinco grandes municipios meridionales de la región

Se llama Israel Moreno y está convencido de que el metrosur se ha construido para él: "Vivo en Móstoles, estudio en Leganés, salgo por Alcorcón, tengo familia en Getafe y hago prácticas en Fuenlabrada". El próximo 10 de abril, este joven universitario de 21 años podrá moverse a sus anchas por los cinco municipios que comunica el nuevo suburbano; un trayecto de 40,5 kilómetros de túneles con 28 estaciones, que le ha costado a la Comunidad 2.600 millones de euros.

Dentro de unos días, la vida de Israel cambiará. No sólo por el tiempo que robará a sus desplazamientos gracias al metro, sino también por el nuevo paisaje que va a encontrarse en cada una de las estaciones que pueblan los municipios agraciados.

"Antes de que Madrid nos coma, el sur se habrá unido", señala Israel

El rostro del sur se ha transformado con esta gran obra de ingeniería, calificada como una de las más importantes de Europa en su género. Desde el comienzo de las obras, en 1999, el metrosur ha atraído como un imán en torno a sí a hospitales, barrios, centros comerciales y polígonos industriales.

Una nueva rutina comienza para las 140.000 personas que se calcula tomarán el metrosur cada día. Una de ellas es Israel.

- Móstoles (197.062 habitantes, 5 estaciones). El despertador de Israel suena a las nueve de la mañana. Hasta las cuatro de la tarde no se marcha a Leganés, donde cursa Informática. Entretanto, dedica su tiempo a estudiar. "A veces también me escapo a la Universidad Rey Juan Carlos para ver a mi chica". El camino hasta Diana, su novia, no es demasiado largo y hasta ahora siempre lo ha hecho a pie, pero Israel está dispuesto a sacar provecho a la parada de metro que tiene a menos de 50 metros de su casa. Junto al enorme portón de entrada a la Rey Juan Carlos hay una boca. De todos los campus del sur, el de esta universidad en Móstoles es el único que tiene una parada justo al lado y los estudiantes no tendrán que caminar demasiado para llegar hasta allí. En cualquier caso, el nuevo medio de transporte servirá para mejorar las comunicaciones entre las universidades. Unos 25.000 universitarios se reúnen en los campus de Leganés y Getafe (Universidad Carlos III) y los de Móstoles, Alcorcón y Fuenlabrada (Universidad Rey Juan Carlos).

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A tres paradas de allí, la boca de metro de Manuela Malasaña. De no ser por los operarios que dan los últimos retoques a la gigantesca urna de cristal por la que se accede al metro, el paisaje de esta estación sería como el de una película de ciencia-ficción. Alrededor de la parada sólo hay un desierto de fango y escombros, los últimos vestigios de la faraónica obra. Y junto a la boca de metro, el topo. Un gigantesco amasijo de hierros desmontados que unidos forman una tuneladora de un kilómetro con la que se ha construido el metro. Cuesta imaginar que dentro de poco habrá 8.000 viviendas sobre ese terreno. De ellas, el 73% será de protección pública, y muchos jóvenes como Israel podrán beneficiarse: "Me encantaría llegar a vivir en uno de estos pisos; con algo pequeñito me conformo".

El precio del suelo se ha disparado con la llegada del metrosur a esta parte de Madrid. En el último año, los precios medios de la vivienda han subido entre el 17% y el 18%, y se esperan nuevos incrementos una vez se inaugure el suburbano. Los pequeños propietarios de viviendas como el mostoleño Julián Vázquez son los únicos a los que este fenómeno les ha alegrado la vida: "Mi casa costaba 17 millones hace cuatro años. ¿Quién me iba a decir que la podría vender ahora por casi el doble?".

Alcorcón, que une la capital con las localidades del sur, es el municipio que ha acumulado mayores incrementos, entre un 40% y un 50%. En Fuenlabrada está previsto que se construyan dos nuevos barrios con más de 2.500 viviendas. Algo similar ocurre en Leganés y Getafe. Las autoridades locales han anunciado grandes planes de viviendas de protección pública para controlar un caballo, el de los precios, que se ha desbocado con la fiebre del metrosur.

- Leganés (173.426 habitantes, 6 estaciones). Por la tarde comienza lo duro para Israel: las clases. Confiesa que no es un gran estudiante, "de aprobadillos", pero va tirando en una carrera complicada como es la de Informática. Para ello se tiene que trasladar todos los días hasta Leganés, donde se ubica su Facultad de la Universidad Carlos III. El trayecto por carretera de Móstoles hacia Leganés, a través de la M-406, supone una amenaza constante para el conductor. Es una ruta peligrosa, llena de camiones y de vehículos de gran tonelaje, aunque su índice de peligrosidad según la Comunidad no pasa de 50, un riesgo bajo.

En Leganés, Israel se ha topado últimamente con serios desperfectos y varios casos de violencia callejera. El último, un joven de 25 años apuñalado el pasado fin de semana en un bar de La Cubierta, la plaza de toros, justo enfrente de una de las salidas de la estación de Casa del Reloj. Jacinto Hernández, dependiente de una librería cercana, muestra sus reparos acerca del futuro que les espera a las grandes urnas que engullen a los pasajeros que toman el metro: "Los viernes y sábados, todos estos armatoste de cristal peligran aquí, con La Cubierta a 20 metros. No les doy más de un mes de vida".

- Alcorcón (147.787 habitantes, 4 estaciones). "Ésta es nuestra Puerta del Sol", alardea ufano un jubilado que pasea junto a la estación de Puerta del Sur. Aunque miles de personas jamás verán qué se cuece en la superficie, este lugar habrá de convertirse en uno de los centros neurálgicos del metrosur. No en vano, es el punto por el que debe pasar todo aquel que quiera acceder a la red de metro de Madrid capital: un gigantesco cuello de botella en medio de Alcorcón. Israel sabe que acabará familiarizándose con la Puerta del Sur cada vez que quede con sus amigos para salir de juerga o quiera ir a la capital para comprarse un disco de Sôber u otro de los grupos de rock duro que le gusta escuchar. Rara vez, sin embargo, podrá comprobar el gigantesco caos circulatorio montado encima de esta parada. Una rotonda tropical (repleta de palmeras y vegetación exótica) reparte los caminos a sus cuatro costados: hacia delante, Leganés; hacia atrás, Móstoles; a la izquierda, Madrid; a la derecha, camino a Fuenlabrada. La zona presenta un aspecto posindustrial, con un polígono venido a menos que da la mano a edificios de viviendas de nuevo cuño.

Es tiempo de sueños y esperanzas. Un dependiente de una tienda de ropa masculina frente a la rotonda se sincera: "O esto [metrosur] funciona, o nos vamos todos a la calle. Esperamos que nos dé vida y nuevos clientes nos descubran".

La Puerta del Sur bulle en obras, ajena tal vez aún a su nuevo estatus.

No muy lejos se encuentra la estación de Alcorcón Central, recordatorio palmario de que hasta hace bien poco el tren era para muchos la única forma de desplazarse entre las ciudades. Para variar, el trajín de los últimos retoques a las estaciones del metro se junta con las obras de reacondicionamento de la estación ferroviaria. "Llevamos tres años de construcción, pero ya no nos queda nada. Antes aquí había una estación antigua que se caía a pedazos y un parking. Nada más. Todo lo que hay ahora empezó a construirse después de que llegásemos", comenta el encargado de las obras.

Sin duda, el enlace con la red de ferrocarriles ha sido una de las obsesiones del equipo de Alberto Ruiz-Gallardón al horadar el subsuelo madrileño. Los municipios del anillo se van a llenar de estaciones tocayas. Alcorcón Central, Fuenlabrada Central, Leganés Central, Getafe Central, Móstoles Central. Colosos de hierro y cemento para agilizar la comunicación entre ciudades que aspiran a dejar atrás los tiempos de la Renfe.

Tres chicas fuman sentadas a la solana durante el recreo del instituto en el que estudian, Luis Buñuel, próximo a la estación. "Menudo pollo han montado", dice una. "Con tal de que sirva para algo...", tercia otra. "Si con el tren nos costaba venir media hora, ahora lo haremos en cinco minutos, porque ninguna somos de aquí, venimos cada una de un pueblo", sentencia la tercera.

- Getafe (150.532 habitantes, 8 estaciones). Los fines de semana dan para mucho. Al menos eso cree Israel, a quien aún le queda tiempo para ir a ver a sus abuelos, de 87 años, que no se encuentran bien de salud. En todos los municipios de la zona se han construido estaciones junto a los hospitales. Un enfermero de prácticas de un centro clínico de la calle de Juan de la Cierva asegura que, a pesar del metro, sus problemas de transporte van a continuar. "Vivo en Tres Cantos, así que para mí seguirá siendo mejor pillar el tren de cercanías", afirma.

Getafe ha visto refrendada su condición de capital del sur con ocho estaciones de metro, el mayor número de todos los municipios. Un vecino se queja de que tantas bocas se están cargando el paisaje urbano. "Odio las urnas éstas. Son demasiado grandes y parecen granjas de pollitos, o un invernadero para crecer tomates".

A esta localidad se desplazan todos los días 34.000 personas a trabajar. Es la locomotora industrial de la zona, pero tan sólo una de sus paradas llega hasta un polígono industrial, el de El Bercial.

- Fuenlabrada (178.221 habitantes, 5 estaciones). Fuenlabrada es el sur recién nacido. Su demostración más palpable se encuentra en Loranca, un barrio de más de 20.000 personas alejado del núcleo urbano. Un albañil comenta: "Aquí sólo se ven embarazadas o mujeres con el carrito". No sólo. Unos minutos por los alrededores de la estación de Loranca -existe una reivindicación vecinal para que se construya otra- son suficientes para descubrir los coches con pegatinas de personajes de dibujos animados en las ventanillas, los llantos de los niños en los pisos recién estrenados y pelotas de plástico sueltas en la calle. A diferencia de otras estaciones instaladas en núcleos urbanos, aquí el único ajetreo lo proporcionan los obreros que ponen los remaches a la gigantesca granja de pollos.

Para ir desde aquí al centro de Fuenlabrada no hay muchas más opciones que tomar el metro. Una joven empleada de hogar que espera el autobús se queja del tiempo que tiene que esperar a que aparezca. Por eso se alegra de que ahora podrá desplazarse hasta el Parque Europa, donde vive, más rápidamente. También Israel podrá acercarse hasta allí, una de las muchas zonas verdes que se han construido en torno a las nuevas paradas de metro. Desde hace unos meses, aprovecha sus momentos de tiempo libre para echar una mano en la empresa de electricidad del tío de una amiga. Allí realiza lo que considera sus "prácticas": informatiza facturas y, de paso, da sus primeros pasos en el mundo laboral. Todavía le faltan unos años para acabar su carrera, pero, como cualquier otro joven de su edad, Israel sueña: "Me gustaría ser programador en una empresa grande. Irme a vivir con mi novia a una ciudad del extrarradio de Madrid y poder escaparme todos los fines de semana a Mota del Cuervo, el pueblecito de Cuenca de donde viene mi familia".

Dentro de unos días, Israel se sentará en uno de los 29 trenes de la serie 8000 que recorren la red de metrosur. Si se quedara dormido y se despertase después de una hora, estaría en el mismo sitio del que partió, tras haber pasado por cada una de las 28 estaciones.

El sur ha sido siempre un concepto que, por oposición al norte, ha recogido todas las ideas relacionadas con el subdesarrollo y la rebeldía. Israel cree que a partir de ahora el sur existirá mucho más: "Dentro de un tiempo no se hablará de pueblos, sino de barrios. Antes de que Madrid nos coma, el sur se habrá unido".

La 'ciudad de ciudades'

La tercera ciudad de España. Casi un millón de habitantes. Un sueño compartido que comienza a tomar cuerpo. El gran Madrid del Sur no deja de ser una gigantesca entelequia hoy día, pero algunos ya ven en el metrosur un primer paso hacia la unión de los municipios meridionales de la región. Los alcaldes de las cinco ciudades (Alcorcón, Leganés, Getafe, Fuenlabrada y Móstoles) discrepan en el grado de vinculación que creará la infraestructura, pero coinciden, más allá de colores políticos, en la esperanza de un futuro en común.

El regidor de Getafe, Pedro Castro (PSOE), no puede reprimir su entusiasmo: "Más que un elemento mecánico que va por debajo de la tierra, me parece un proyecto social que abre nuevas posibilidades de colaboración entre nosotros. Mi primera impresión fue la de una identidad colectiva que nos vincule, una especie de ciudad de ciudades".

Frente al discurso de Castro, plagado de referencias emotivas, Pablo Zúñiga, alcalde de Alcorcón (PP), apela a argumentos algo más prosaicos: "Lo que el metrosur debe hacer es propiciar una mancomunidad económica. Creo que cada ciudad conservará sus peculiaridades y veo un corazón común como algo muy lejano".

El regidor mostoleño, José María Arteta (PSOE), también habla de mejorar la comunicación en la zona, y para ello se aferra a un ejemplo: el Instituto de Cultura del Sur. Esta entidad nació hace menos de un año con la voluntad de crear una comarca cultural, pero en su seno está incluida Parla, gobernada por los socialistas, y no Alcorcón, feudo popular.

El alcalde de esta última población no piensa que por el hecho de ser de otro partido se le vaya a discriminar en el proceso de toma de decisiones. "El PP ha hecho una inversión revolucionaria en nuestra zona al margen de ideologías, y no creo que éstas vayan a lastrar nuestro entendimiento", argumenta Zúñiga.

Los cinco regidores tienen dificultades para encontrar alguna pega al nuevo transporte diseñado por el Gobierno. Manuel Robles (PSOE), de Fuenlabrada, apunta, más que obstáculos, "incógnitas por resolver". "Aún no conocemos los horarios que se van a establecer. Además, planteamos algunas carencias, como más estaciones en el eje de la carretera de Toledo". El regidor de Leganés, José Luis Pérez, comparte su escepticismo y afirma que habrá que esperar para sacar conclusiones: "A lo mejor, al final es mucho ruido para pocas nueces...".

Un billete polémico

Aunque la euforia es generalizada, tanto en las calles como en los despachos, ante la inminente apertura del metrosur, los más osados se atreven a echar luz sobre las sombras que presenta la ciclópea obra del Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón.

Un tema espinoso es el del precio del billete. El sencillo de un viaje (1,10 euros) sirve tanto para la red actual de metro como para el metrosur. Lo mismo ocurre con el abono mensual, cuyo precio seguirá siendo el mismo dependiendo de la zona que cubra.

El problema viene con el tique de 10 viajes (5,20 euros). Contra lo dicho en un principio, la Consejería de Obras Públicas recuerda que habrá un bono de 10 viajes exclusivo para el metrosur, y que no servirá para el suburbano metropolitano. Esto significa que si alguien coge el metrosur en la estación de Fuenlabrada Central para ir a la de Nuevos Ministerios, no le valdrá con picar dos veces su bono de 10 viajes, sino que tendrá que adquirir un nuevo billete sencillo o uno de 10 viajes tradicional en la estación de Puerta del Sur, donde el metrosur confluye con la línea 10.

Otro de los principales motivos de queja es precisamente que sólo haya un punto por el que el metrosur enlace con la línea metropolitana. "Yo no voy a usar el metro porque no me muevo por el sur", sentencia Francisco, un trabajador de limpieza que coge todos los días el tren de cercanías en la estación de Getafe Central para ir hasta Madrid.

"A mí lo que me haría falta es una parada cerca de mi casa, una vía más directa sin tener que irme hasta Alcorcón para poder coger el metro". Su reivindicación se repite en todas las ciudades del anillo.

El candidato por el PSOE a la presidencia de la Comunidad, Rafael Simancas, ya ha anunciado que prevé conectar directamente Getafe y Leganés con la red de metro de Madrid, pero, hasta ese momento, Alcorcón será punto de paso obligado para todo aquel que quiera acceder a la capital.

Desde los ayuntamientos de las poblaciones beneficiadas se señala un nuevo asunto preocupante: la incomunicación con los polígonos industriales. Frente a estaciones de tren, hospitales y universidades, las concentraciones industriales aparecen como grandes perjudicadas en el reparto.

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