Tensión dramática
Las variaciones sobre El pavo real cumplieron una función mucho más ambiciosa que la de calentar motores. Sirvieron como tarjeta de presentación de una orquesta que desde sus primeros compases mostró brío, disciplina y un sonido de corte expresivo. Las resonancias eslavas de la bella obra de Kodály ya empujaban a un toque de distinción desde las raíces. Vásáry se mostraba dominador y detallista, consiguiendo de la orquesta un sonido compacto. El plato fuerte era la versión en concierto de esa ópera excepcional que es El castillo de Barbazul, con libreto de Bela Balázs a partir de un relato de Charles Perrault. La lectura orquestal fue de una tensión dramática impresionante. La presencia del bajo László Polgár como Barbazul es siempre una garantía. Es seguramente su papel fetiche. Mantiene Polgár su contundencia tímbrica y sabe dar una evolución a su personaje desde una perspectiva teatral. Muy personal y atractiva la definición vocal del personaje de Judith a cargo de Judit Németh. Fue una velada potente, magnética, reveladora. Se demuestran que con un solo título operístico Bartók está entre los mejores autores de teatro musical del XX.
