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Reportaje:AMENAZA DE GUERRA | El debate parlamentario, doce años antes

González: "La guerra es inevitable"; Aznar: "Sólo Sadam es culpable"

El dirigente socialista se mostró más tibio en el apoyo al ataque contra Irak que el hoy presidente del Gobierno en el debate de 1991

Ocurrió hace 12 años. El 16 de enero de 1991 comenzó la intervención armada de la Coalición Internacional para liberar a Kuwait de la invasión iraquí (el 15 había vencido el ultimátum), y dos días después se produjo el más amplio de los cuatro debates que se celebraron en el Congreso de los Diputados sobre esta crisis. La oposición tuvo opción de replicar en el debate del 18 de enero y de votar una resolución. A diferencia de la sesión de ayer, en el debate de entonces todos los grupos salvo Izquierda Unida y Mixto, respaldaron la intervención armada. Ya en esa fecha, la defensa que hizo José María Aznar, que era líder de la oposición, de la guerra tuvo un tono más belicista y "sin complejos" que la enarbolada por quien era presidente del Gobierno, Felipe González.

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"Han fracasado todas las gestiones diplomáticas", argumentó González para defender la "inevitabilidad" de la confrontación armada. Por ello, subrayó, "la comunidad internacional se encuentra, en virtud de la Carta de Naciones Unidas y de las resoluciones del Consejo de Seguridad, jurídicamente habilitada y moralmente legitimada para utilizar todos los medios necesarios, incluido en su caso el empleo de la fuerza, a fin de restablecer la paz y el orden internacional en la región del Golfo".

No podía estar más de acuerdo Aznar, quien incluso reprochó a González "en ocasiones minusvalorar el acontecimiento". Aznar hizo entonces una declaración que podría mantener exactamente 12 años después: "Nuestro compromiso está al lado de la libertad y de los derechos. No debemos tener ningún complejo, y no lo tenemos, por estar con la comunidad internacional frente a un usurpador, por estar con la razón frente a la fuerza y por estar con la justicia frente a la tiranía".

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González había argumentado que "el uso de la fuerza, al amparo de la legalidad y en defensa del derecho, es sin duda el último recurso, y es el recurso para no quedar sometido a la fuerza usada ilegalmente frente a otros".

Aznar fue un poco más allá: "La paz no es un valor gratuito y en caso extremo puede exigir el recurso a medidas de fuerza como las aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas".

González advirtió de que la comunidad internacional debe "salir al paso de aquellos que violentan la paz y la seguridad internacional", pues, en caso contrario, se encontraría "inerme e indefensa frente a cualquier agresión". Y avisó de que si "Irak consiguiese alguno de sus objetivos constituiría, sin duda, un gravísimo precedente para la sociedad de Estados en que vivimos".

Y Aznar apostilló: "Ahora, cuando la comunidad internacional se ha visto obligada a realizar un acto de fuerza para conseguir el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, hay que recordar que solamente la locura, la intransigencia, la obcecación del dictador iraquí Sadam Husein, solamente eso, es responsable de cuanto ha ocurrido, está ocurriendo y pueda ocurrir".

Ahí, el hoy presidente del Ejecutivo ya lanzó una premonición de lo que es su posición actual. Él interpreta que la resolución 687 del Consejo de Seguridad decretó el alto el fuego condicionado a que el régimen de Sadam Husein se desarmase, lo que no ha ocurrido 12 años después.

En el lado opuesto, también sin fisuras, se encastilló el entonces líder de Izquierda Unida, Julio Anguita, quien negó que el derecho internacional respaldara esa guerra. "Ésta no es una guerra por los valores éticos y morales o el pórtico para un nuevo orden internacional. No es una guerra del derecho porque éste debe aplicarse con universalidad y a todos por igual". A renglón seguido, Anguita se preguntó: "Si se desata una operación bélica justificando la aplicación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, ¿por qué se permite el incumplimiento de las mismas al Estado de Israel respecto a los territorios palestinos, o al Reino de Marruecos respecto a la República Árabe Saharaui?". Y se respondió: "No puede haber dos pesos y dos medidas".

En enero de 1991, esa posición de Anguita sólo era respalda por IU y por parte del Grupo Mixto. La resolución del Gobierno, convenientemente retocada con enmiendas pactadas, sólo obtuvo 16 votos en contra y seis abstenciones.

Pero ya en aquella fecha, el entonces portavoz del Grupo Catalán, Miquel Roca, advirtió de que puede haber unanimidades en contra de la guerra que la historia demuestre después equivocadas. Roca recordó que "en los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, las grandes capitales europeas fueron escenario de grandes manifestaciones a favor de la paz. Frente a las exigencias y agresiones de Hitler, los demócratas europeos se hacían adalides de la paz. Y no eran manifestaciones irrelevantes en su asistencia: en Londres la encabezaba ni más ni menos que Bertrand Russell". Roca advirtió a los escasos grupos políticos pero bastantes ciudadanos que en 1991 eran contrarios a la intervención armada que, "pocos meses más tarde, aquella claudicación fue el origen de una terrible guerra mundial que costó más de sesenta millones de muertos, y muchos intelectuales, compañeros de Bertrand Russell, murieron en los campos de exterminio nazis".

Como aquel debate tuvo réplicas y contrarréplicas, incluso el entonces portavoz del PP, Rodrigo Rato, pudo hacer uso de la palabra. Su posición también indica lo poco que ha cambiado el PP en estos 12 años su forma de ver las cosas. "El progreso de la Historia ha demostrado que la disuasión y la firmeza consiguen la paz, y eso es algo que hoy sabe todo el mundo", aseguró Rato, para quien los que "equiparan a la coalición internacional con el dictador de Irak deberían meditar seriamente si quieren dar un salto atrás en la Historia y volvernos a meter de cabeza en la época en la que la violencia y el totalitarismo aterrorizaban a los pueblos".

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