_
_
_
_
_
Entrevista:MERTXE AGÚNDEZ | Ararteko

"Los ciudadanos soportan más de lo que debieran"

Mertxe Agúndez (Bilbao, 1948) ejerce el cargo de Ararteko de forma interina desde hace más de dos años. Entró como adjunta de Xabier Markiegi en marzo de 1995 y tras la salida de éste por la falta de acuerdo de los partidos se hizo con el puesto en funciones. En total, ocho años dentro de una institución que en su opinión se ha convertido en "un referente" para los ciudadanos y para la administración.

Desde su experiencia, la ararteko Agúndez opina que los vascos reclaman poco, que no se ha instaurado en ellos la cultura de la reivindicación de los derechos que les asisten frente a las administraciones. Tal vez por eso asegura que "los ciudadanos soportan más de lo que debieran". Aunque lo más importante es el día a día y dar respuesta a las demandas sociales, reconoce que le haría ilusión que los partidos le propusieran ejercer el cargo sin depender de ninguna interinidad.

"La sociedad condena la violencia, pero a veces no quiere ver el rostro del amenazado"
"La receta frente a los violentos es que los partidos estén más unidos"

Pregunta. ¿Se ha acostumbrado a la interinidad?

Respuesta. La situación de interinidad no es buena en ningún sitio, pero lo que la gente demanda de la institución es que de respuesta a los problemas

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

P. El hecho de que su nombramiento no haya pasado por el Parlamento, ¿cree que le resta legitimidad para ejercer el cargo?

R. Es verdad que no es lo mismo ocupar el puesto con los votos del Parlamento que sin ellos, pero yo fui elegida junto al señor Markiegi, aunque el sistema no sea de votación directa al ir como adjunta. Pero con el paso del tiempo he conseguido el respaldo de los parlamentarios.

P. Estuvo a punto de dejarlo cuando los partidos consensuaron el nombramiento de Joaquín Oquiñena, pero al final no cuajo. ¿Cómo se sintió?

R. Fue una situación rara y decidí tirar hacia adelante porque el país no está en una buena situación. Me gustaría que la próxima vez no tenga que estar en entredicho la institución.

P. ¿Estaría dispuesta a aceptar el cargo si los partidos se lo piden de una manera expresa en el Parlamento?

R. Sería bonito que me lo propusieran porque, al fin y al cabo, he llevado adelante la institución durante unos años y supondría la culminación de un ciclo. Sería gratificante, aunque ahora eso no es lo que más me preocupa. Lo que importa es dar respuesta a los problemas.

P. ¿Cree que la institución del Ararteko se ha convertido en un referente para la ciudadanía, alguien al que acudir para resolver un problema?

R. Creo que sí, aunque todavía hay colectivos, como los jóvenes, que no conocen bien nuestra existencia. Ese va a ser uno de mis retos. La institución pretende estar en todos los ámbitos sociales. Pero al mismo tiempo que nos conocen más los ciudadanos, pienso que para el resto de las instituciones nuestra voz también tiene un peso.

P. Desde su experiencia, ¿cómo funciona la administración? ¿Responde con celeridad a las demandas de los ciudadanos?

R. Le cuesta y reacciona lentamente en cosas en las que debería actuar más rápido. A pesar de esto, va mejorando. Tenemos una administración joven, con ganas de hacer cosas, aunque lo cierto es que los ciudadanos la perciben como lenta y poco participativa.

P. ¿Cuáles son las principales quejas que recibe?

R. Pues cuestiones relacionados con los servicios sociales, con la educación y la sanidad. La gente reclama cuando conoce sus derechos y dispone de resortes para para hacerlo. Pero todavía se reclama poco, no se ha consolidado esa cultura de la reclamación, de la reivindicación de derechos. La ciudadanía soporta más de lo que debiera. Se tendrían que reclamar más derechos.

P. ¿Cuál es la queja que más ha sentido no poder resolver?

R. Se me hacen muy duros aquellos casos en los que tengo que decir a los ciudadanos que son justas sus pretensiones, pero que hay un cauce legal previsto para llevarlas a cabo. Lo malo es cuando se enquistan los problemas porque la administración prefiere mirar a otro lado. Un tema sangrante es el de los Alardes, que haya una responsabilidad pública y los dirigentes no sepan estar a la altura de las circunstancias no es admisible.

P. ¿Se ha convertido el Ararteko es una especie de conciencia crítica de la administración?

R. Sí. No se trata de estar en una atalaya por encima de nadie, pero al Ararteko llegan las quejas y demandas que no han encontrado respuesta ni satisfacción en otras instancias.

P. Lo que no llegan son los informes del Ayuntamiento de Pasaia, gobernado por la antigua Batasuna. Usted denunció esa falta de colaboración ante la fiscalía. ¿Cómo se encuentra el tema ahora? ¿Otros ayuntamientos se han sumado a esa corriente?

R. El alcalde, Juan Carlos Alduntzin, ha recurrido el auto de procesamiento y sigue devolviendo nuestros requerimientos. El asunto está en vía judicial. Ningún otro municipio nos ha negado información.

P. ¿Sigue pensando que el Observatorio de Derechos Humanos, diseñado por Federico Mayor Zaragoza por encargo del lehendakari, entra en conflicto con las instituciones de la comunidad que ya velan por los derechos humanos y, en especial con el Ararteko?

R. Tal y como está concebido invade nuestras competencias y se lo he hecho ver al lehendakari a través de una carta. Ahora el proyecto está en el Parlamento y es posible que en la fase de debate se puedan modificar algunos extremos. Creo que hice lo que debía al informar al lehendakari de lo que pensaba.

P. ¿Se arropa suficiente a las víctimas del terrorismo?

R. He estado en muchos funerales víctimas de ETA, pero me impactó mucho el asesinato de Manuel Indiano, el concejal del PP en Zumarraga, que fue acribillado a balazos en su tienda de chucherías hace unos años. Después de matarlo, ni siquiera han permitido a sus vecinos mostrar compasión. El entorno violento no lo soporta. Condenamos la violencia, pero los ciudadanos no quieren ver el rostro de aquellos que tienen que mirar debajo del coche, de los que sufren la amenaza. La sociedad tiene una responsabilidad, aunque los políticos son los que deben tirar del carro.

P. ¿Es posible que incluso la sociedad termine por aislar a las víctimas?

R. Cada uno tiene que mirar hacia si mismo y obrar en consencuencia, aunque repito que son los políticos los primeros que deben dar ejemplo. Hay víctimas a las que nadie se ha acercado y lo cierto es que los vascos se han vuelto mucho más estancos. Si la gente no se solidariza más es por apatía y la imposición del modelo individualista que nos invade.

P. ¿Cuál es su receta frente a los violentos?

R. Unidad democrática. Es posible decir que la reforma para endurecer las penas de cárcel a los terroristas es una barbaridad y a la vez proclamar que soy la primera que está en contra de ETA.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_