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CRISIS NUCLEAR EN COREA

Corea del Norte lanza otro pulso y abandona el Tratado de No Proliferación Nuclear

Pyongyang asegura que un conflicto en Corea acabaría en la tercera guerra mundial

Corea del Norte intensificó ayer el goteo de declaraciones y amenazas con que ha regado las últimas semanas el conflicto que mantiene con Estados Unidos por su programa atómico, y anunció su salida, con efecto inmediato, del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP). Pese a la decisión, aseguró que no tiene intención de desarrollar este tipo de armamento. Aunque lanzó una advertencia: una nueva guerra en Corea conduciría a la tercera guerra mundial. El régimen estalinista explicó que ha tomado esta decisión porque se siente amenazado por Washington.

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El anuncio es más simbólico que real. Pyongyang ya había incumplido el acuerdo, desde el momento en que mantuvo activo su programa nuclear y expulsó del país a los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (AIEA). Corea del Norte pactó con EE UU la paralización del plan atómico en 1994 a cambio de suministros energéticos. Washington dijo ayer que la decisión no le ha sorprendido. Es la primera vez que un país se retira de este tratado, firmado hasta ahora por 188.

El rechazo del tratado se ha producido en medio de las conversaciones que dos enviados norcoreanos han mantenido con el ex embajador estadounidense ante la ONU Bill Richardson. El ahora gobernador de Nuevo México tiene fama de buen negociador y es un conocido de Pyongyang. "Aunque salgamos del TNP, no tenemos intención de fabricar armas atómicas y nuestras actividades nucleares en este momento se limitarán a fines pacíficos como la producción de electricidad", afirmaba ayer un comunicado de la agencia norcoreana KCNA. Corea del Norte puso en marcha el mes pasado la central de Yongbion tras la suspensión de los envíos de petróleo por parte de EE UU y sus aliados. Pero el OIEA considera que es capaz de producir plutonio con fines militares. Se estima que el régimen de Kim Jong-il tiene al menos una bomba atómica.

El abandono del pacto de no proliferación ha sembrado la inquietud en todo el mundo. Seúl aseguró que el diálogo entre los dos enemigos es una cuestión de "vida o muerte" y convocó una reunión urgente del consejo de seguridad. Tokio y la OIEA pidieron la vuelta atrás de la decisión. Canberra dijo que enviará un equipo diplomático al Norte la semana que viene. Londres y París afirmaron que el Consejo de Seguridad de la ONU tendrá que actuar. Moscú mostró su "profunda preocupación". Y Pekín, con su perfil bajo, declaró que continuará trabajando para lograr una salida pacífica, aunque no explicó cómo.

Algunos analistas consideran que con este movimiento Pyongyang pretende incrementar la presión para lograr concesiones por parte de Washington, inmerso en los preparativos de guerra contra Irak. Otros ven el anuncio de que va a fabricar bombas atómicas. EE UU dijo a principios de semana que está dispuesto a reunirse con Corea del Norte aunque no paralice previamente su programa nuclear. Ya en 1993, el país comunista advirtió que iba a abandonar el NPT. Poco tiempo después, llegó a un acuerdo para congelar el programa nuclear a cambio de ayudas.

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Pyongyang dejó ayer la puerta abierta a una salida negociada. "Si Estados Unidos abandona su política hostil de asfixiar a la República Democrática Popular de Corea (RDPC) y detiene su amenaza nuclear, la RDPC probará mediante una verificación diferente que no fabrica armas nucleares", dijo.

Mientras tanto, el presidente electo surcoreano, Roh Moo-hyun, ha sugerido que los 37.000 soldados norteamericanos que están instalados en el país podrían dejarlo en una década. "Aunque no sabemos si puede llevar 10, 20 o 30 años, alguien tiene que pensar en una defensa independiente", ha afirmado Roh. En las últimas semanas ha surgido en Corea del Sur un fuerte sentimiento antiestadounidense después de que un tribunal militar americano declarara inocentes a dos soldados responsables de la muerte de dos chicas en un accidente con un vehículo militar.

Soldados de Corea del Sur vigilan la línea de separación en Imjinkak.
Soldados de Corea del Sur vigilan la línea de separación en Imjinkak.REUTERS

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