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Bruselas quiere eliminar el doble etiquetado para consolidar el euro

El 84% de la población relaciona la moneda con subida de precios

El euro invadió hace un año la vida cotidiana de más de 300 millones de ciudadanos europeos. La adaptación física a la nueva moneda fue inmediata. Pero la conversión mental todavía no se ha conseguido. La mayoría sigue calculando los precios en sus monedas nacionales. La Comisión Europea pide que se acabe en junio próximo con el doble etiquetado para obligar a los consumidores a pensar en euros.

El 84% de los ciudadanos cree que la llegada de la moneda única ha supuesto un aumento generalizado de los precios. Y la moneda única todavía tiene que hacer frente a un reto más. El hecho de que sólo se pague en euros no significa que hayamos olvidado las antiguas divisas. La "conversión mental" es la asignatura pendiente de la gran mayoría. El 58% de los consumidores europeos reconocen que pensar en euros sigue siendo una operación complicada.

Los irlandeses (85,5%), luxemburgueses (63%) y españoles (58%) son los mejor adaptados cuando se trata de operaciones menores como la compra de una barra de pan o pagar un café en un bar. El gran problema llega cuando hay que hacerse una idea del precio cuando se manejan grandes cantidades. Tan sólo el 12,5% afirma ser capaz de realizar los cálculos sin traducirlos a la antigua moneda. Los expertos afirman que como media se necesitan dos años para hacer la adaptación mental. La Comisión Europea quiere acelerar ese proceso y para ello propone que, a partir del próximo 1 de junio, se elimine el doble etiquetado, hasta ahora muy útil para comparar precios.

Informe

Los servicios del comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pedro Solbes, presentaron ayer un informe sobre el proceso de introducción del euro cuando está a punto de cumplirse "su primer cumpleaños". Por las manos de los europeos circulan hoy nada más y nada menos que 7.420 millones de billetes y 38.200 millones de monedas. El dispositivo logístico que se puso en marcha para distribuirlos fue ejemplar. En apenas 20 días todas las transacciones en efectivo se realizaban con la nueva divisa. Dicho de otra manera; en tres semanas las pesetas pasaron a formar parte de la historia.

El ciudadano europeo se declara generalmente satisfecho con la nueva moneda. El 63% de la población de la UE apoya la moneda única sin tapujos. En la zona euro ese porcentaje se eleva al 71%. Los más entusiastas con el euro son los luxemburgueses (89%), belgas (81%) e irlandeses (80%), seguidos de españoles (77%), italianos (76%) y austriacos (75%). Fuera de la unión monetaria, entre los daneses (55%) y suecos (51%) se ha observado una progresión entre los que apoyan el euro. Entre los británicos, sin embargo, hay un gran rechazo (62%).

El euro se ha convertido durante este año en una moneda de referencia y medio de pago fuera de la UE, particularmente en las grandes ciudades y zonas turísticas en Latinoamérica, Asia y África. Además, el 32% de las empresas de la UE dicen que tienen más interés en vender en el extranjero gracias a que han desaparecido los riesgos relacionados con el tipo de cambio y las barreras psicológicas al comercio transfronterizo.

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