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Dos de los seis acusados por el secuestro de Olot declaran que sólo bromearon con esa posibilidad

El interrogatorio no demuestra una relación sólida entre Casals y Bassa y los otros imputados

Las elucubraciones fantasiosas de una noche de copas buscando salidas a un negocio a la deriva, ciertos azares y algunas coincidencias. Según Joan Casals y Xavier Bassa, los primeros acusados que declararon ayer en el juicio por el secuestro de la farmacéutica de Olot Maria Àngels Feliu, ahí residen las causas que les han llevado al banquillo con una petición fiscal de 20 años de cárcel por detención ilegal y lesiones. El interrogatorio no estableció vínculos sólidos en la relación entre el resto de los acusados y Casals y Bassa, que estuvieron acusados de asesinato durante año y medio.

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Casals y Bassa fueron arrestados mucho antes de la liberación de Feliu, a diferencia de las otras seis personas que se sientan con ellos en el banquillo, detenidas mucho después, a raíz de la confesión del policía local de Olot Antonio Guirado.

Joan Casals, comercial de productos de confección, calificó de "mal elemento" con "tendencia a delinquir" a Francisco Evangelista, el ex socio que les implicó ante la Guardia Civil. El testimonio de Evangelista, que reveló a los investigadores policiales una conversación entre Casals y Bassa sobre la posibilidad de secuestrar a una farmacéutica para obtener dinero, es la base de la acusación. Casals, Bassa y Evangelista montaron a primeros del año 1991 una sociedad para explotar un negocio de telefonía móvil que se fue a pique a los seis meses. El fiscal considera que en esas fechas previas al secuestro de Feliu, que tuvo lugar el 20 de noviembre de 1992, y en las que la empresa acumulaba deudas, es cuando Casals y Bassa sopesaban la idea de llevarlo a cabo.

"Cabe la posibilidad de que se hiciera algún comentario sobre eso en una noche de copas, pero segurísimo que no lo hice yo", explicó ayer Casals ante el tribunal de la Audiencia de Girona. El acusado aclaró que quizá en alguna ocasión aludió ante Bassa o Evangelista a una farmacéutica adinerada, pero añadió que se trataba de una amiga de la infancia que tiene un establecimiento en Girona. "A Feliu no la conocía de nada", precisó.

Además de la declaración de Evangelista, que meses después acusaría a Feliu de "autosecuestro" en un programa de televisión, el fiscal se basa en unas supuestas "notas de un plan de secuestro" escritas por Casals. El acusado explicó que siempre quiso escribir un libro y ensayaba distintos argumentos que luego acababa tirando a la papelera. No recuerda si uno de ellos se refería a un secuestro.

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El acusado se enteró de la denuncia que le ha conducido al banquillo a través de una tía de Evangelista, María Puche. Casals explicó ayer que Puche le llamó y le dijo que su sobrino, a quien la mujer calificó de "malnacido y cobarde", había denunciado a sus dos antiguos socios. Casals se dirigió al que por entonces era el abogado de la familia Feliu para declararse inocente, aunque no acudió al juzgado de Olot. Poco después fue detenido y acusado de asesinato.

Una multa de tráfico impuesta a Casals en Olot seis días antes del secuestro constituye otra de las pruebas de la fiscalía. Al parecer, la multa desapareció al cabo de un tiempo de la lista del ordenador de la Policía Local de Olot. El fiscal sostiene que uno de los agentes implicados en la trama pudo eliminarla para borrar pistas.

Por su parte, Xavier Bassa, que trabajaba como auxiliar de detective durante el secuestro, calificó de "fantasía" cualquier comentario sobre un secuestro entre sus antiguos socios. También aseguró que durante los interrogatorios policiales estaba "psicológicamente destrozado" porque le acusaban del asesinato. De ahí que, a causa de las presiones, acabara admitiendo que recordaba una conversación sobre el secuestro de una farmacéutica. "Intenté ayudar y recordar cualquier cosa, busqué donde no hay...", explicó al tribunal. También admitió que él y Casals fantaseaban a menudo con negocios "tanto legales como ilegales", aunque no pasaban de simples bromas.

La prueba más sólida contra Bassas se basa en sendos informes grafológicos policiales de la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y los Mossos d'Esquadra que le atribuyen la letra de un sobre enviado a la familia Feliu que contenía una cinta con la voz de la secuestrada. Otros dos informes de prestigiosos grafólogos contratados por Bassa niegan esa posibilidad. El acusado recordó ayer en su declaración que la juez que instruyó el caso Olot le dijo que el último informe pericial, realizado por los Mossos, "desempataba".

"Cabeza de turco"

Tras su declaración, Bassa se autocalificó como un "cabeza de turco" que fue encarcelado porque la policía necesitaba un culpable para "cerrar el tema". El abogado defensor de Feliu, Carles Monguilod, explicó que la declaración de Casals y Bassa les confirma en su decisión de no acusarles, puesto que no han aparecido pruebas concluyentes contra ellos. Feliu no pasa por alto que Evangelista la acusó también a ella de urdir su propio secuestro.

Bassa dijo ayer que todavía ahora, cuando ve a Feliu en los medios de comunicación, se siente feliz de comprobar que sigue bien. "Cuando me acusaban de su muerte recé durante seis meses para que apareciera", aseguró. La alusión de Bassa viene a cuento por la entrevista emitida por TV-3 la víspera del juicio, en la que Feliu aseguró que no piensa mirar a los procesados a la cara porque "no se merecen nada".

Feliu no siente "pena" por sus secuestradores y mantiene que no desea tener con ellos ni el más mínimo contacto. La farmacéutica de Olot ha requerido tratamiento psiquiátrico a causa de las secuelas del rapto. Tuvo frecuentes ataques de angustia. No pudo verse la cara durante los 492 días que permaneció en un zulo húmedo y repleto de insectos. Desde entonces tiene fobia a las hormigas y duerme mal. Feliu no desea que los letrados del juicio interroguen a sus familiares sobre el supuesto pago de un rescate. Para ella, ha quedado demostrado que no se pagó.

Canas sospechosas

Ramon Ullastre y su esposa, Montserrat Teixidor, acusados del secuestro de Feliu, protagonizaron ayer un esperpéntico desfile en su entrada a la Audiencia de Girona. Con los abrigos subidos hasta la nariz y la mirada fija en el suelo, no dieron con el camino de entrada y emprendieron un estrambótico rodeo que les convirtió en objetivo de la marea de cámaras que pretendían eludir. El afán de Antonio Guirado y Ramon Ullastre por proteger su imagen les condujo a un cambio de imagen que rayaba en el disfraz carnavalesco. Guirado lucía una poblada barba canosa que incitaba a comprobar su autenticidad. Lo mismo sucedía con la mata de pelo encanecido de Ullastre, que también llevaba unas gafas de pasta negra.Durante la vista, Ullastre fue el testigo más expresivo. Cabeceó visiblemente jaleando a su abogado cuando éste aseguró que la fiscalía había acabado acusando a su cliente porque rompió su idea del organigrama delictivo al declarar que no conocía a Casals y Bassa. El empeño de Xavier Bassa en relatar las "miles" de fabulaciones de los tres socios de la ruinosa empresa de telefonía móvil hizo preguntar al fiscal: "Pero ¿ustedes siempre estaban hablando de cometer delitos?".Bassa ofreció durante su declaración un par de ejemplos de esas "fantasías" que jamás llevaron a la práctica. Cuando veían un transporte blindado del que salían unos empleados transportando las sacas de dinero, se decían: "Cojámoslas y se acaban los problemas". Asimismo dijo que cualquiera puede imaginar que se queda con un cobro. Joan Casals también puso algún ejemplo para ilustrar que los comentarios que les han llevado al banquillo no tenían la menor importancia. "Es como si dijera que voy a matar a mi vecino del segundo porque no me deja dormir. Nadie podría tomarlo en serio", aseveró.Los tambores y pitos de una manifestación de funcionarios judiciales ante la Audiencia se oyeron en la sala de vistas, pero cesaron cuando éstos supieron que la huelga, de ámbito nacional, se había desconvocado.

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