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Reportaje:

Nueva luz para el antiguo esplendor

El Museo de Pintura del monasterio de San Lorenzo reordena sus salas y colecciones con criterios más exigentes

El Museo de Pintura del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, albergue de tres insuperables colecciones de arte europeo, cambia de aspecto y de contenido. Tras cerrar sus puertas hace un año, acaba de abrirlas de par en par con un destello nuevo para su cálido esplendor antiguo. El mejor Flandes, la mejor Italia, envuelven allí de fascinación seductora las miradas más exigentes: brillan en los lienzos los Guercino, Reni, Navarrete, Pulzone, Preti y Diego Polo; lucen con renovado carácter los trazos de Ribera, Tiziano, Tintoretto y Brueghel; irradian, encendidas, las paletas de Van der Weyden, Coxcie, Jordán, Coello y Van der Hamen, entre otros maestros.

Nueve salas atestiguan esta transformación, dirigida por Carmen García Frías, conservadora de Patrimonio Nacional. Doce lienzos flamencos acopiados por Felipe II para su devoción privada, más arte renacentista y barroco elegido por él como sacra pauta pública, han sido recuperados de los almacenes del monasterio y de otros sitios reales.

Ahora, convenientemente ordenados, pueden ser contemplados, algunos por primera vez. 'El nuevo criterio', explica Carmen García Frías, 'se atiene a la selección cuidada de las telas; mira más a su secuencia histórica y a su definición estilística que al canon, acumulativo y mecánico, aplicado en 1963 cuando nació el museo'. Éste había sido formado con pinturas dispersas por salas capitulares, basílica y palacio de los Austrias, donde hoy se esparce el fondo pictórico del monasterio. De la recién estrenada apariencia del Museo de Pintura dan cuenta las catenarias instaladas bajo gran parte de los 96 cuadros que ya se exhiben; éstas definen la frontera entre el territorio de quien observa y el del objeto contemplado.

El museo posee ahora una iluminación fría, estudiada por el arquitecto Ginés Sánchez-Hevia para extraer la esencia cromática que define sus lienzos; a la misma función se suman además estores claros; a través de ellos, la luz que a raudales penetra este otoño por las ventanas del monasterio queda suavemente tamizada. Los fondos de los muros han recuperado el color que tuvieran en la época de los Austrias, blanco puro. Algunos bastidores se ven teñidos del rojo inglés, teja oscuro, que así realza la elegancia de las mejores obras. Nuevas cartelas, cuajadas de información, explican al público los tesoros en presencia. Entre éstos, el Calvario de Roger van der Weyden conjuga lágrimas y marmóreos pliegues en mixtura perfecta, mientras un barroci, con un manto naranja encendido, procura a la vista refrescación grata, metáfora del nuevo museo.

Museo de Pintura. 6 euros. Todos los días, de 10.00 a 17.00, salvo lunes. San Lorenzo de El Escorial.

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