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Reportaje:

El Ateneo honrará a Picasso cada 25 de octubre

La institución homenajeará al exilio y a Cernuda y escenificará en su salón de actos en obras una pieza sobre Franco

El Ateneo de Madrid prepara un gran homenaje a Pablo Ruiz Picasso. La fecha elegida es la del nacimiento del pintor, el 25 de octubre. El propósito es el de rendir tributo a su genio, a partir de ahora, cada año. La iniciativa surgió hace un par de meses de un grupo de ateneístas, del que forma parte Enrique García-Herraiz, estudioso entusiasta de la figura y la obra del artista malagueño. Su propuesta fue aceptada por el presidente del Ateneo, José Luis Abellán, comprometido en dinamizar la más veterana de las instituciones culturales de Madrid.

En la reactivación del Ateneo, bloqueado obligadamente por las obras de restauración de su excelso Salón de Actos, decorado al estilo neogriego, rarísimo en Madrid, por el arquitecto y escultor decimonónico Arturo Mélida, hallará espacio otra iniciativa singular, e insólita: la representación teatral de una obra de José Sanchis Sinisterra sobre el primer franquismo, que tendrá por escenario el patio de butacas del salón, todavía en fase de restauración. 'Es el lugar indicado, en la situación idónea, para representar esa pieza teatral', comenta Abellán con un punto de sorna. 'También queremos el 28 de octubre honrar la memoria del poeta Luis Cernuda, con un ciclo sobre Republicanismo y dandismo, dos dimensiones que considero perfectamente compatibles', agrega. 'Creo que la imagen predominante de la República ha sido la proletaria y considero que este ciclo puede diversificarla y ampliarla', explica.

Contrariado por un concurso adverso, el pintor abandonó 50 años 'La dama azul' en un palacio del Retiro

De igual modo, el Ateneo acogerá entre el 4 de noviembre y el 2 de diciembre un seminario sobre Españoles en el exilio, con un troquel personalizado y ceñido a los pensadores Juan David García Bacca, José Gaos, María Zambrano, José Ferrater Mora y Joaquín Xirau; los políticos Francisco Giral y Juan Negrín; los literatos Emilio Prados, Pedro Salinas, León Felipe, Ernestina Champourcín y Ramón J. Sender, y científicos como José Madinabeitia, Gustavo Pittaluga e Ignacio Bolívar.

Hasta el presente, las obras que se acometen en el seno del Ateneo han impedido desplegar buena parte de las actividades normalmente desarrolladas en su seno. 'Hay presupuesto gracias a Europa, al Ayuntamiento de Madrid y a la Comunidad; hay proyecto y hay ganas de culminar las obras, pero faltan aún trámites administrativos cuya solución nosotros no tenemos, pero, pese a todo, vamos a ponernos en marcha'. El arranque será el próximo jueves con el homenaje a Picasso (1881-1973), cuyos prolegómenos han permitido redescubrir aspectos inéditos de la vida del pintor en Madrid.

García-Herraiz conoce bien las andanzas de Picasso por la capital. 'Que conste que el verdadero maestro es Josep Palau y Fabre, veterano crítico y estudioso catalán que vendrá a Madrid para la ocasión'. Y añade: 'Él goza de máxima autoridad mundial en temas picassianos y yo me declaro el más humilde discípulo de Palau; me he concentrado en la juventud del pintor malagueño', comenta este alto funcionario, que ha pasado media vida en Nueva York como responsable de la Oficina de Turismo de España y de la Consejería de Información, en la Embajada en Washington, desde donde enviaba crónicas de arte a la revista española Goya sobre el panorama artístico estadounidense.

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El caso es que el pintor malagueño, que entonces aún firmaba con sus dos apellidos, estuvo en Madrid en cuatro ocasiones, de las cuales existen documentadas pruebas. La primera fue en 1895, y la segunda, dos años después, matriculado por su padre como alumno de Bellas Artes, donde fue discípulo del gran artista granadino Antonio Muñoz Degraín. En aquella segunda ocasión residió en una pensión de la calle de San Pedro Mártir, pero pronto regresó a Málaga, desde donde viajaría a París. 'Lo más curioso es que estando ya en la capital mundial del arte Picasso decidió, con visos de establecerse, regresar a Madrid en el año 1901', explica García-Herraiz. 'Fue aquí donde fundó la revista Arte Joven, que aunó firmas de la talla de Baroja, a quien hiciera un retrato hoy perdido, Azorín y Unamuno, aunque sólo llegó a editar cuatro números'.

García-Herraiz cuenta un episodio casi desconocido de la estadía madrileña de Picasso: 'En los años cincuenta, en los almacenes del palacio de Velázquez del Retiro, apareció el cuadro La dama azul, hoy en el Museo Reina Sofía. Un conserje lo halló allí y lo mostró al historiador Enrique Lafuente Ferrari, director del entonces Museo de Arte Moderno. Quedó prendado'. El ateneísta ha podido establecer que el cuadro, extraviado cincuenta años, había sido presentado por Picasso a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901. 'El cuadro pasó inadvertido sin mención alguna por el jurado y quizá por ello Picasso se negó a recogerlo'. Según García-Herraiz, La dama azul anuncia ya el alcance de la magna entidad artística de Picasso.

Vísperas y desengaños

Las cuatro estancias de Pablo Ruiz Picasso en Madrid fueron cortas, aunque esperanzadas, teñidas por esos rasgos agridulces que suelen acompañar a toda víspera. Vísperas fueron su primer paso por Madrid, en 1895, y su posterior acceso a la Academia de San Fernando en el curso de 1897-98: se matriculó en Dibujo del Antiguo y Ropajes, así como en Paisaje. Preludio, también, fue su inopinado regreso a Madrid desde París en 1901, con clara voluntad de afirmarse aquí a través de la revista Arte Joven, de la cual da cuenta hoy una placa municipal, de color crema, situada en la confluencia de las calles de Zurbano y Zurbarán, donde el artista residiera. Según García-Herraiz, Picasso, contrariado por su fracaso en la Exposición Nacional de 1901, con La dama azul, no volvería a Madrid hasta 1917, el año de la Revolución soviética. Lo hizo como diseñador de los ballets rusos de Diaghilev; quizá por ello fue entonces mentor suyo Ramón Gómez de la Serna, afecto a casi todo lo escénico mucho más que al comunismo, no bien éste ya había comenzado a seducir ideológicamente al pintor malagueño desde su adolescencia coruñesa. Su padre estuvo vinculado a los republicanos federalistas de Pi y Margall.

Para buena parte de sus biógrafos, Picasso no mostró verdadero interés por la dirección del Museo del Prado, cargo para el que fuera nombrado por el Gobierno de la República en 1936. Lo que en vida más vinculó a Picasso a nuestra ciudad fue su Carnet Madrid, una serie de dibujos realizada en marzo de 1898, esmeradamente editada en facsímil por Gustavo Gili en 1976 y prologada por Xavier de Salas. Destacan un perfil del Cerro de los Ángeles; un presumible retrato de Echegaray; un supuesto autorretrato y una fachada del Ateneo, que halla en su trazo engarce a su futuro homenaje anual.

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