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Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

El mercado laboral cambia de patrones

La calidad del mercado laboral español está por debajo de la media europea, según el Euroíndice Adecco

¿Y si la movilidad laboral y la temporalidad computasen como valores positivos a la hora de establecer la salud del mercado de trabajo de un país? Con esta premisa acaba de nacer el Euroíndice Laboral Adecco, un instrumento de medición trimestral realizado por el IESE que compara la situación laboral de seis países europeos. Su metodología garantiza la polémica.

España va moderadamente bien, pero cayendo. A esa conclusión llegan los indicadores de la situación del mercado laboral, según un estudio promovido por Adecco, empresa que lidera el sector de trabajo temporal en el mundo. La novedad de este Euroíndice Laboral, que tendrá periodicidad trimestral, radica en la elección de los parámetros de medición: la temporalidad se considera un factor saludable para el mercado laboral si va unida a una alta ocupación. Esto puede levantar las iras de los sindicatos, al mudar de ropa a una de sus bestias negras.

Sobre un máximo de 100 puntos, el informe, correspondiente al segundo trimestre de 2002, otorga a España 75,1. Los autores del estudio consideran buena esta puntuación, si bien es inferior a la media (75,7) de los países analizados (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Portugal, además de España). El detalle negativo es que, en la exploración histórica, España registra dos trimestres consecutivos de caída, en sintonía con la tendencia en el resto de países y con la ralentización económica mundial, recuerda José Ramón Pin, profesor del IESE y uno de los artífices del informe.

Para llegar a estas conclusiones, el Euroíndice considera cuatro factores. En primer lugar, la tasa de ocupación, que mide el nivel de empleo en relación a la población activa (personas en situación de trabajar entre 15 y 64 años). El Euroíndice usa esta variable en detrimento de la tasa de paro, ya que según sus autores ésta puede desvirtuar la medición, dado que nada impide que crezca al mismo tiempo que lo hace la población ocupada.

Como criterio, la ocupación se valora en función de los objetivos definidos por el Consejo Europeo en 2001, que fijan que en enero de 2005 esta tasa debe alcanzar el 67% en la Unión Europea (UE). La mayor o menor distancia de cada país respecto a ese porcentaje define su calificación, que puede llegar hasta 45 puntos de los 100 totales, lo que la convierte en el factor más valorado. España, con una tasa de empleo en torno al 57%, obtiene 39,9 puntos en este parámetro, mientras que Alemania, Reino Unido y Portugal logran el máximo posible, al haber superado el objetivo de la UE.

El segundo indicador, que pesa 20 puntos, es la adaptabilidad, y es el resultado de ponderar dos variables: la proporción de empleados temporales y la de desocupados de larga duración. España obtiene 15,9 puntos por contar con un elevado índice de trabajadores sin contrato fijo y por haber reducido considerablemente el número de personas que llevan más de un año buscando empleo (de 1.800.000 a principios de 1998 a unos 800.000 hoy).

La polémica está servida. Para José Ramón Pin, 'una economía sana es la que coloca los recursos en los sectores y en las empresas más productivas, algo para lo que hace falta movilidad de los empleados y un mercado laboral que reduzca sus rigideces para favorecer los cambios de compañía'. Según el profesor, 'el trabajo temporal sólo es perjudicial en un mercado con baja ocupación', y una sociedad sana es la que 'tiene alta tasa de ocupación, una movilidad muy alta, una amplia participación de colectivos de riesgo, en particular mujeres y jóvenes, y una productividad elevada'.

Estas dos variables completan el Euroíndice. Por un lado, con un máximo de 20 puntos, está la incorporación de mujeres -la UE se ha marcado un ideal del 57% en 2005- y jóvenes al mercado laboral. En el primero, España obtiene 15,8 puntos.

El valor con menos peso en el índice (15 puntos) es el rendimiento, que mide el diferencial entre productividad por persona ocupada y el crecimiento de los salarios reales. Por la complejidad del cálculo y por la dificultad para fijar criterios de medición, se decidió que fuera la variable de menos entidad, pese a que su relevancia es 'indiscutible', reconoce el informe. En el caso español, este parámetro es el que se queda en peores niveles (sólo 3,5 puntos), debido a que baja la productividad y los salarios crecen, algo 'insostenible a largo plazo', según Pin.

El Euroíndice, que con los seis países estudiados agrupa al 85% de la población de la UE, se propone ser 'una referencia para la toma de decisiones de empresarios, sindicatos y gobiernos', según Diego Barceló, investigador del IESE y otro de los autores. El tiempo permitirá saber hasta qué punto lo logran.

Críticos con la reforma del 'decretazo'

Tanto José Ramón Pin como Diego Barceló, dos de los autores del Euroíndice Laboral Adecco, se muestran críticos con la marcha atrás del Gobierno respecto al llamado decretazo. 'En la medida en que aumente la rigidez del mercado laboral estaremos dificultando su salud', comenta Pin. En su opinión, lo ideal es disponer de una amplia franja de empleados en situación de movilidad en un marco de ocupación general elevada. De no ser así, 'no están los mejores en cada puesto de trabajo, los que aportan valor añadido, y por tanto baja la productividad del país y, con ello, la inversión y la creación de empleo'.

'El riesgo con la renegociación del decreto', prosigue el profesor del IESE, 'es que establezcamos medidas que tal vez a una parte de la población le parecen políticamente correctas, pero que en el futuro producirán dificultades'. A su parecer, un mercado laboral sano es aquel en el que 'el problema de las empresas no sea despedir, sino retener a los trabajadores más cualificados, para lo que hace falta que la legislación favorezca la movilidad'.

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