_
_
_
_
Reportaje:AMÉRICA LATINA

'Okupas' de la producción

Miles de trabajadores resucitan empresas que han quebrado o suspendido pagos

Alejandro Rebossio

Ante la disyuntiva de pasar a engordar las abultadas listas del paro argentino, o trabajar, los 4.600 empleados de unas 73 compañías que han quebrado o suspendido pagos han optado por lo segundo. Estos obreros 'okupan' y resucitan las empresas en las que trabajaban, formando cooperativas para repartirse de manera igualitaria los beneficios, o asociándose con consultoras especializadas en gestión. Entre las empresas resucitadas por los obreros hay textiles y metalúrgicas, pero también hay clínicas y hasta un periódico.

La mayoría de los obreros opta por formar cooperativas, en las que se reparten de manera igualitaria los beneficios, cuando los hay

Quien intente llamar al 4308-1441 de la fábrica de trajes Brukman, situada en la ciudad de Buenos Aires, se encontrará con la siguiente grabación: 'El número discado no corresponde a un abonado en servicio'. Sin embargo, esta tradicional planta textil está abierta. En un escaparate poco vistoso sobre la avenida Jujuy se ofrecen chaquetas y pantalones a buen precio. Pese a que sus dueños desaparecieron en diciembre pasado, cuando caía el Gobierno de Fernando de la Rúa, unos 56 de los 115 empleados de la empresa, la mayoría mujeres, la ocuparon y la volvieron a poner en marcha.

Unas 73 compañías argentinas que habían paralizado sus máquinas por suspensiones de pagos, quiebras o abandono de sus propietarios se han puesto en marcha en los últimos años gracias al empeño de sus 4.600 trabajadores. Ellos le dijeron no al paro, que afecta al 21% de la población, y decidieron reanudar la producción. El fenómeno de las empresas recuperadas por sus empleados ha crecido en Argentina, al compás de más de cuatro años de crisis.

La mayoría de los obreros okupas opta por formar cooperativas, en las que se reparten de manera igualitaria los beneficios, cuando los hay. Algunas de ellas se asociaron con consultoras especializadas en gestión de empresas. Tal es el caso de la fábrica bonaerense de electrodomésticos Ciam. Quebró en 1997, sus operarios la reabrieron, y volvió a cerrar tres años después, hasta que el año pasado retornó a la actividad con gestión externa. 'Se trata de un modelo keynesiano en su concepción, y de libre mercado en la práctica', proclama Luis Perego, mentor del proyecto, que no sólo incluye la rehabilitación de Ciam, sino la creación de un polo de 20 pymes proveedoras a su alrededor.

Algunos obreros formaron una sociedad anónima con los ejecutivos de la compañía cerrada. Otros trabajadores piden al Gobierno de Eduardo Duhalde o a las administraciones provinciales y municipales que las estatalicen. Consideran que sólo así se podrán enfrentar a la competencia de las empresas tradicionales y a la falta de financiación para el capital de trabajo, un mal que padece la mayoría de las pyme argentinas tras el derrumbe del sector bancario. Entre unos y otros se mezclan los deseos de subsistencia con los sueños de los partidos políticos de izquierda, los movimientos piqueteros de parados y las nuevas pero alicaídas asambleas barriales, que ven en este fenómeno una alternativa al capitalismo. 'No dejen que se metan los partidos', aconseja Eduardo Marí, presidente de la cooperativa El Progreso, creada en 1947 por ex empleados de la fábrica de vidrio Rigolleau.

Los trabajadores de Brukman, en cambio, han dado a su lucha un carácter político. 'Lo ideal sería que la fábrica se estatalice', opina Celia Martínez, obrera textil, que considera que en manos del Estado podrían convertirse en proveedores de guardapolvos y sábanas para hospitales. Brukman había dejado de pagar la nómina con regularidad en 1995. El año pasado fue disminuyendo los salarios semanales de 100 dólares a 50, y luego cinco, hasta llegar a dos. Entonces los propietarios se esfumaron de un día para el otro. Un contingente de obreros se instaló en la planta y pasó allí la Navidad con sus familias. Desde principios de año han reanudado la producción, pagado los servicios públicos y repartido el excedente entre ellos. Después de la devaluación del 72% del peso, iniciada en enero, los operarios cobran por semana 11 dólares.

Restaurantes y clínicas

Entre las empresas resucitadas por los obreros figuran textiles, metalúrgicas y frigoríficos, tres sectores que mejoraron tras la devaluación, que benefició la exportación y la sustitución de importaciones. Los empleados también reabrieron un restaurante, una clínica médica, un periódico y un hipermercado. El fenómeno no se limita a la capital: también se extiende a las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Mendoza, Santa Fe, Neuquén, Río Negro y Jujuy.

Pero la utopía de los trabajadores choca muchas veces con la realidad. La actividad industrial ha dejado de caer en Argentina en los últimos cinco meses, pero tampoco se recupera. Además, la ocupación de las plantas está penada por la ley. En algunos casos, los jueces de los procesos de quiebra ceden la fábrica transitoriamente a los empleados. En otras ocasiones, los empresarios en bancarrota les alquilan las máquinas y las instalaciones. El Parlamento de la provincia de Buenos Aires sancionó 23 expropiaciones de fábricas para otorgárselas a los operarios, pero el gobernador del distrito debe ratificarlas antes de dos años. Por último, existen ejemplos de jueces que determinaron que los obreros devolviesen las plantas a los dueños, que deben responder a los acreedores. Policías y ex empleados de la fábrica de cerámica Zanón, en Neuquén, intentaron sin éxito desalojar a los 200 obreros y parados que la usurparon. En definitiva, los okupas de la producción encuentran múltiples dificultades para hacerse con las propiedades, y si lo consiguen muchas veces deben cargar con las deudas de los anteriores dueños.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_