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ES EL MOMENTO DE... | PROPUESTAS

Gran función en Mundaka

En la playa de Mundaka todos están pendientes de una ola larga, especial, un capricho de la naturaleza al servicio del surf. La barra izquierda de este litoral vizcaíno es una ola de unos dos metros de altura que se extiende cien metros, desde que toma forma en el mar hasta acabarse en la playa. Esta ola, que aparece y desaparece a su antojo, traerá entre el 9 y el 21 de octubre de cabeza a los mejores surfistas enfrascados en la novena de las 11 pruebas anuales que componen el circuito mundial de la especialidad (WCT). Los 46 mejores surfistas del planeta, de los que destacan australianos, hawaianos y estadounidenses, vigilarán el cuerpo de la señalada ola, de espaldas al relieve atormentado de la costa vizcaína. Las competiciones se realizarán a lo largo de todo el día, pero el mejor momento para observarlas es entre las ocho de la mañana y el mediodía. A los participantes se les califica en cuanto a velocidad, longitud y tiempo de la ola surfeada, además del número y calidad de maniobras.

Cada prueba del circuito mundial es una suerte de fiesta a pie de mar, un espectáculo deportivo regado con música y fiestas, un contraste con la serenidad otoñal de la pequeña localidad pesquera. Esto sucede cuando hay ola; y cuando no, la cosa se queda en una fiesta un tanto descafeinada por la sentida ausencia de la competición, pero con el glamour que los asistentes conceden a las estrellas del surf.

Los organizadores del Billabong Pro Mundaka se llevarán a los participantes a un frontón para que conozcan la pelota vasca. Y les explicarán la curiosa historia de Izaro, la isla que vigila la ola izquierda. Mundaka y Bermeo se jugaron la propiedad de la isla en cuestión a las regatas: la trainera bermeana se impuso, ganó la isla pero perdió a un remero, ahogado en la disputa.

A un salto de Mundaka hay otras playas, pero sus olas son menos atractivas. La de Laga se halla en la base de los imponentes acantilados de Ogoño, un mirador impresionante y también el muro que esconde a Elantxobe, un pequeño pueblo pesquero, construido en equilibrio sobre una ladera montañosa.

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