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'La ampliación es una gran inversión para Alemania'

En dos de los cuatro posibles desenlaces de las elecciones del domingo, el Partido Liberal Democrático (FDP) volvería al Gobierno como socio menor, ya sea de los conservadores o de los socialdemócratas. En tal caso, sería Wolfgang Gerhardt, de 58 años, que se hiciera cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Esto, al menos, aseguran los líderes del FDP, uno de cuyos dirigentes, Hans Dietrich Genscher, estuvo al frente de esta cartera durante 18 años.

Pregunta. La política europea a duras penas ha jugado un papel en esta campaña. ¿Quiere decir esto que no habrá cambios?

Respuesta. Sí los habrá, pero en un sentido positivo. Nosotros abogamos por una política europea más ambiciosa y más comprometida de lo que Schröder jamás lo ha hecho. Eso vale para la crucial ampliación de la Unión Europea hacia el Este, que no consideramos como un riesgo para Alemania, sino como una gran inversión en el futuro. Eso vale también para la urgente reanimación de la cooperación francoalemana, que, en la actualidad, dicho de manera diplomática, no funciona demasiado. Y eso vale asimismo para la preparación de las decisiones de las cumbres de la Unión Europea (UE), que Alemania no se ha planteado con la suficiente seriedad.

'No debemos pretender ni ser más grandes ni ser más pequeños de lo que somos'

P. De la reanimación del eje francoalemán se habla mucho. Hay quien subraya los problemas estructurales en esta relación, como las divergencias sobre la Política Agraria Común (PAC).

R. Esos problemas estructurales no se pueden resolver con conversaciones que se limiten a la víspera de una cumbre. Las iniciativas francoalemanas para seguir desarrollando la UE -el mercado único, por ejemplo, o el euro- no nacieron de la noche a la mañana, sino a través de largas e intensas conversaciones sobre las estructuras del futuro y los próximos saltos.

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P. Con su perdón, pero en la actualidad ambos Gobiernos se encuentran casi mensualmente.

R. No obstante, parece que faltan encuentros que tengan lugar en una buena atmósfera personal y en los que haya suficiente tiempo para preparar grandes proyectos.

P. ¿Cuál es su planteamiento sobre el futuro de la política regional y estructural?

R. Debe ordenarse según criterios claros de orden regional, que valgan para todos y posibiliten la comparación entre zonas débiles y fuertes. Sólo así se crean la necesaria transparencia y la percepción de que hay un trato justo.

P. ¿Quiere decir esto que muchas regiones en el sur de Europa ya no recibirán ayudas?

R. Tanto en el sur de Europa como aquí en Alemania nos hemos tenido que acostumbrar a que no se puede ayudar a todas las regiones. Los criterios, sin embargo, no han de limitarse a los ingresos per cápita, porque esto significaría que el dinero casi exclusivamente fluiría al este y centro de Europa, dejando fuera los países mediterráneos. La debilidad o fortaleza estructural de una región no se puede juzgar exclusivamente con base en los ingresos, sino que depende también de factores como el empleo, la infraestructura, el substrato tecnológico y la industria. Esta mezcla, que mantiene sana una región, tiene que ser susceptible de medición y no estar basada en un único indicador.

P. ¿Es correcto suponer que Alemania, también en un Gobierno con participación del FDP, será un hueso duro de roer en materia de financiación?

R. Mantendremos conversaciones con todos y jugaremos limpio. En lo que a Alemania respecta, tenemos que aceptar la tabla de multiplicar. La limitación de los recursos financieros es un hecho. Se puede llegar a un acuerdo si todos contribuimos y si los países que hasta ahora se han beneficiado de las ayudas tienen la impresión de que los demás también son tratados de una manera justa. No se trata de arremeter contra los fondos de cohesión y estructura, en detrimento de unos pocos, sino de entablar una conversación conjunta sobre cómo se financiará la futura política agraria y sobre qué medios habrá para ayudar a las regiones con debilidades estructurales.

P. Después del 11 de septiembre, Schröder en repetidas ocasiones ha dicho que Alemania es ahora un país 'normal', con sus obligaciones y derechos. ¿Qué opina?

R. No deberíamos pretender ni ser más grandes ni ser más pequeños de lo que somos. Deberíamos ser un socio normal, lo cual implica no tener que decir estas cosas todos los días.

P. ¿El fuerte debate que generaron en su partido las acusaciones de antisemitismo en contra de Jürgen W. Möllemann acaso no es una muestra de que Alemania no es tan normal?

R. En este punto, nosotros no tenemos ningún tipo de dificultades. El señor Möllemann realizó una crítica a Israel que no nos pareció adecuada por las palabras que usó. Al mismo tiempo, podemos criticar al Gobierno de Sharon, y lo hacemos, porque su política no contiene ningún mensaje de cómo alcanzar la paz, y sólo está enfocada al golpe y al escarmiento. El caso de los palestinos es muy similar. Ellos tampoco están desarrollando una fórmula para romper esta dinámica.

P. ¿Qué opina del rotundo rechazo de Schröder contra una intervención en Irak?

R. Al incorporar este discurso en la campaña electoral, Schröder ha debilitado la política exterior alemana. Los socios han tenido la impresión de que él necesitaba este tema por razones internas. En vez de proclamar un 'camino alemán' que pone los pelos de punta a los vecinos, hubiese sido mejor acordar con los socios una postura europea.

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