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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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La hora del BCE

Entre las muchas declaraciones realizadas estos días para tranquilizar a los mercados financieros, me ha llamado la atención una del señor Ising, director del servicio de estudios del BCE. Nos decía que las condiciones actuales no eran las más adecuadas para que el BCE subiera los tipos de interés. Es de agradecer tanta magnanimidad por parte de un banquero central. Pienso que la dirección del BCE se ha ofuscado con el objetivo de mantener la estabilidad de precios, y que falta coordinación entre las políticas económicas en la zona del euro. En mi opinión, la situación actual está pidiendo a gritos no el mantenimiento, sino una bajada de tipos por parte del BCE, y no por echar una mano a la Bolsa (en alguna ocasión he criticado la actuación de la Reserva Federal en este sentido), sino porque lo requiere la economía en su conjunto. Veamos.

La situación actual está pidiendo a gritos no el mantenimiento, sino una bajada de tipos por parte del BCE

En los últimos meses asistimos a un cambio de tendencia en la cotización del dólar. Ello ha provocado una apreciación del euro que, en términos efectivos frente al conjunto de países desarrollados, supera el 6% desde marzo. En mi opinión, estas tendencias no son pasajeras, obedecen a movimientos correctos en busca de cotizaciones más cercanas a los tipos de cambio de equilibrio. Como se ve en los gráficos, a finales del pasado año el tipo de cambio efectivo real del dólar superaba en torno al 10% su nivel medio de largo plazo. En cambio, el tipo del euro quedaba un 15% por debajo. Otro signo de los desajustes cambiarios son los elevados desequilibrios de las balanzas de pagos por cuenta corriente, que en el caso americano ha llegado a superar el 4% del PIB, cifra no sostenible a largo plazo. Es, pues, lógico pensar que la tendencia bajista del dólar y alcista del euro se mantenga durante algún tiempo.

Este nuevo escenario de tipos de cambio va a tener repercusiones a corto y medio plazo. El patrón de crecimiento de EE UU deberá cambiar respecto a lo observado en la fase expansiva de los noventa. La depreciación del dólar propiciará la corrección del desequilibrio exterior, pero ello significa que los americanos tendrán que basar su crecimiento más en las exportaciones y menos en la demanda interna. Lo contrario debería ocurrir en Europa. Pero aquí es donde veo los problemas. La demanda interna europea registra tasas negativas y no da muestras claras de recuperación. Si encima se frenan las exportaciones por la apreciación del euro, el estancamiento está servido.

Los economistas de la oferta nos dicen que para dinamizar la economía europea hacen falta reformas estructurales. Estoy de acuerdo. Pero, junto a ello, yo también veo un problema coyuntural de falta de demanda interna. Es decir, que hay que cebar la bomba con políticas macroeconómicas, como hacen los americanos. Dado el escaso margen de las políticas fiscales, sólo queda la actuación de la política monetaria bajando los tipos de interés. Hay otro argumento de peso para ello. La apreciación del euro hasta ahora supone un endurecimiento de las condiciones monetarias equivalente a una subida de entre 50 y 75 puntos básicos de los tipos de interés. Sólo para compensar este efecto ya sería necesaria una bajada de los tipos. Que no nos engañe, pues, el señor Ising. Al no subir los tipos, el BCE no nos hace ningún favor, sino que sigue apretando innecesariamente (los riesgos inflacionistas son más virtuales que reales) las bridas de la economía europea, cuando lo que hace falta es aflojarlas.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).

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