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Pesimismo creciente en Lisboa

Desde que tomó posesión hace apenas cuatro meses, el Gobierno portugués de centro-derecha ha tenido una preocupación fundamental: pintar con los colores más negros la situación financiera que heredó del Gobierno socialista, responsabilizándolo de la mala situación económica del país y de las medidas impopulares que va a tener que tomar para invertir la situación.

La confirmación oficial, hecha ayer por la ministra de Finanzas, de que el déficit presupuestario de 2001 se sitúa en el 4,1%, muy por encima de las previsiones divulgadas hasta ahora y muy por encima del límite máximo impuesto por Bruselas, es el punto culminante de esta estrategia 'negativa', justificada por el primer ministro Durâo Barroso como la necesidad de decir la verdad a los portugueses.

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Pero ésta tiene un precio, que ya subrayaron varios analistas. Al alimentar un clima de pesimismo en los consumidores y en los agentes económicos, el Gobierno se arriesga a acentuar todavía más los factores de crisis económica y hacer más difícil la recuperación.

Caída del consumo

Los indicadores económicos relativos a mayo y junio muestran ya un acentuado crecimiento de las expectativas pesimistas de los portugueses en relación con la futura evolución de la economía. El índice de confianza de los consumidores está en caída libre, registrando un retroceso de más del 22% en relación al pasado año. El consumo privado continúa en quiebra, con las ventas de vehículos ligeros cayendo un 8,5% en el mes de junio y las ventas en los supermercados con un caída del 8,9% en mayo.

Basta dar un paseo por las calles y los centros comerciales de Lisboa para darse cuenta de hasta qué punto el comercio está siendo afectado por las expectativas negativas de los consumidores. Este año las rebajas comenzaron mucho antes, con reducciones drásticas de precios prácticamente desde primeros de julio.

Y también es suficiente con mirar los últimos sondeos de opinión divulgados públicamente para percibir hasta qué punto los portugueses están acogiendo mal la situación. En marzo dieron la victoria al PSD de Barroso. Si las elecciones se repitiesen hoy, los socialistas ganarían holgadamente las elecciones. No se recuerda en tiempos recientes que un gobierno haya perdido tan deprisa el apoyo y la confianza de los electores.

Sólo el periodo de vacaciones parece paliar este ambiente negativo. Con el mes de agosto en puertas y la desbandada hacia el Algarve, la crisis ciertamente estará suspendida por un mes.

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