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Una 'instantánea' para el Cinc d'Oros

Hacia el paso del Ecuador -en torno a los 30 años- de la existencia moderadamente activa, debe de situarse sin duda la edad de la mayoría de amigos en primer lugar (tal vez eso no es tan bueno como debería) y de clientes asiduos (más legión tendríamos que ser), resultantes en el contingente que acudía al Cinc d'Oros. Las notas por tal pérdida, que no llamaré irreparable porque los amigos siempre quedan, se han sucedido y demostrado la deuda que tantos tenemos contraída con una de las librerías empeñadas en combinar la libertad y el testimonio crítico, primero al margen del torvo franquismo y luego al del exuberante consumismo. De modo que esto quisiera ser simplemente, citando a Javier Marías, un epigrama de lealtad.

Carmen Aizpitarte y Jaume Farràs han trazado, con el periplo de la librería, el dibujo del paso de la juventud a la madurez de algunas generaciones, esa hispánica manía que no obstante -sentimental y reflexivamente, para el caso- se justifica. Cómo no recordar la actividad de Tere Muñoz, que desde Áncora y Delfín iniciaba en otro extremo de la Diagonal una aventura nueva. Cómo no tener presentes a Pablo Bordonava, a Elena, a los hijos del dúo fundador, Joan y Elena, y a José y a Àngels.

Fue en el Cinc d'Oros donde se celebró el homenaje debido a Joan Oliver, en la persona poética de Pere Quart, aprovechando un librito de estimaciones críticas a su respecto donde se hermanaban los nombres de Josep Maria Castellet y de Joaquim Molas, de Feliu Formosa y de Francesc Vallverdú, de Josep Ferrater Mora y de Joaquim Horta, y de alguno más. Sergi Beser ya había celebrado aquellas Vacances pagades del gran poeta cívico de Sabadell. Aquel día y a aquel homenaje, que concertaron las voluntades de Carmen Aizpitarte y de Anna Ramon a fines de 1969 o a principios de 1970, asistía también un eminente profesor muy querido de los universitarios de entonces, después y ahora: Emilio Lledó.

Eran otros tiempos, y uno se limita -eso sí, lealmente- a recordarlos. Sobre todo porque librerías como el Cinc d'Oros, habida cuenta de la levitación que experimentan los alquileres, habrá que situarlas en algún Pallars verdaderamente Sobirà, donde se rinda a la cultura la consideración que merece. Al fin y al cabo, alguna excursión parecida habrá que intentar en el previsible futuro para dar con ciertos libros. Los santuarios tienden a retirarse. Y si no, al tiempo.

Lluís Izquierdo es catedrático de literatura.

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