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El cierre de dos empresas afecta a 80 trabajadores, la mayoría discapacitados

Una deuda de 40 millones acaba con un pequeño grupo empresarial en Terrassa

Una deuda de más de 40 millones de pesetas, según fuentes de UGT, ha abocado al cierre a Inserma y Serdema, un grupo empresarial de Terrassa dedicado al manipulado, empaquetado y enfajado de productos. El cierre afectará a dos de los sectores más perjudicados por el paro: mujeres sin formación y de mediana edad, y discapacitados físicos y psíquicos. Inserma tiene 30 trabajadores, todos con alguna discapacidad. La plantilla de Serdema -unos 50 empleos- es casi exclusivamente femenina: el 90% son mujeres de entre 30 y 50 años.

La causa del cierre hay que buscarla, según Francisco García, responsable comarcal de servicios de UGT, 'en una mala gestión'. 'También hay muchas bajas laborales por enfermedad, del 20% al 30 %'. Se trata de empresas que practican una economía de subsistencia', añadió. En su mayoría, las empresas de manipulados son subcontratadas por las grandes empresas gráficas, así 'recortan gastos'. El gerente de Inserma y Serdema, Javier Soler, precisa que en el cierre 'han influido varios factores', pero el más importante ha sido la pérdida de su 'cliente más importante'.

Las dos empresas presentaron un expediente de regulación de empleo al Departamento de Trabajo de la Generalitat hace unos meses y han alcanzado acuerdos. A los trabajadores se les pagarán los salarios que les adeudan -llevan dos meses y medio sin cobrar- y 20 días por año trabajado.

'La gente está muy angustiada, sobre todo las jóvenes que tienen alguna discapacidad psíquica muy leve; les he dicho que hay que echarle valor, que tienen que moverse para encontrar algún trabajo'. Lo dice Carmen Sirvent, de 48 años, una de las 29 discapacitadas que van a quedarse en la calle por el cierre de Inserma. Encontrar trabajo es siempre difícil, pero para gente como Sirvent es aún más complicado. A ella no le falta coraje, pero dice que 'es muy duro, porque mucha gente no te acepta y tienes que enseñar constantemente que vales'.

Serdema tiene unos 50 empleados, el 90% de ellos mujeres de mediana edad y sin formación. Carmen llevaba año y medio en la empresa, padece una luxación lumbar. 'Los sueldos que cobrábamos aquí eran muy bajos , pero mis compañeros son excelentes trabajadores. Quien quiera contratarnos ha de saber damos el 100% porque tenemos que demostrar mucho más que los demás', dice.

La situación de Isabel Rodríguez es distinta, ella tiene 32 años, está casada y tiene una niña de 13 años. Trabajaba en Serdema y asegura que la suya 'no es la peor situación; una compañera tiene que mantener a su madre, que es discapacitada, y el único ingreso que le queda es una pensión de viudedad'. Aun así, Rodríguez también está preocupada: 'Encontrar trabajo a nuestra edad es difícil, y más teniendo en cuenta que somos mujeres sin especialización. El trabajo que hacíamos era muy sencillo. ¿Qué vamos a hacer ahora?', se pregunta.

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El cierre de este grupo empresarial dejará en el paro a 80 personas que, en su mayoría, pertenecen a sectores con grandes dificultades para hallar un trabajo. Montse Cid, de Fupar, una organización de Terrassa que depende de la Caixa de Terrassa y que tiene talleres de jardinería, manipulados y lavado de coches para personas discapacitadas -en estos momentos tiene 150 empleados-, explica que la recolocación va a ser muy difícil, sobre todo de las empleadas que sufren alguna discapacidad psíquica.

La mayoría de las personas que acuden a esta organización lo hacen cuando acaban su formación en centros especializados. 'Cuando están a punto de acabar los estudios, los padres ya se angustian y nos llaman', explica Montse Cid. Pero este tipo de empresas no pueden dar trabajo a todos, 'hay muchos discapacitados'.

Una opción debería ser trabajar en una empresa normal. La ley obliga a las de más de 50 trabajadores a tener una persona discapacitada, aunque las empresas pueden optar por hacer una donación equivalente al salario de un año. Ahora las empresas hacen mucho más caso de la legislación porque, según Cid, 'hay muchas más inspecciones y les ha entrado el miedo', pero aún hay muchas que incumplen la ley.

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