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Reportaje:

Profeta en su tierra

Bodegas Gandía, quinto exportador de vino, busca un lugar en España

Bodegas Gandía exporta el 90% de su producción. Una fuerza de la que carece en el mercado interior y que quiere equilibrar en los próximos años hasta conseguir que entre un 30% y un 40% de su cifra de negocio se geste en España.

'Si el vino desapareciera de la producción humana, creo que en la salud y en el intelecto del planeta se abriría un vacío, una ausencia y una carencia mucho más espantosos que todos los excesos y desviaciones de los que se hace responsable al vino', decía Charles Baudelaire. La apreciación del escritor francés del XIX coincidió, en parte, seguramente sin pretenderlo y por razones bastante menos prácticas, con la determinación de Vicente Gandía Pla, que a finales del mismo siglo decidió hacer negocio evitando ese 'vacío' de un producto tan preciado.

Gandía Pla fundó en 1885 un negocio, en el Grao de Valencia, de exportación de vino a granel y que convivía con la cincuentena de casas de vino que hacían otro tanto desde el puerto valenciano. Casi 120 años más tarde, las cifras de la empresa, participada al 50% por la familia fundadora y por el grupo de distribución europeo Valparma, radiografían el origen de un negocio que nació exportador. Bodegas Gandía es el quinto grupo español de vino en cifras de exportación, según datos del Instituto de Comercio Exterior (Icex), y vende en el extranjero el 90% de su producción, 50 millones de botellas al año, que disemina en 75 países. Una fuerza de la que carece en España y que trabaja para desarrollar. El año pasado la bodega facturó en el mercado español 4,8 millones de euros (800 millones de pesetas) de un negocio total, en cifras provisionales, de 46,74 millones de euros (7.778 millones de pesetas). La intención es aumentar un 10% su resultado este año, fundamentalmente en el mercado interior. 'Queremos seguir desarrollando el mercado exterior pero, en un futuro máximo de cinco años, pretendemos que entre un 30% y un 40% de nuestra facturación proceda del mercado nacional', explica el consejero delegado de la firma, José María Gandía. En los últimos años, su cifra de negocio se ha mantenido, mientras que los resultados antes de impuestos han crecido desde los 2,26 millones de euros en 1999 a los 4,81 millones en 2001. 'Queremos ir cambiando un poco nuestro sistema de trabajo, con vinos que den mejor resultado', explica.

El empresario defiende la apuesta por adecuar sus caldos al 'muy exigente' mercado español. 'Nos es absolutamente vital desarrollar este mercado', insiste. José María Gandía reconoce que son 'prácticamente desconocidos' en España. En su apuesta se apoya en la detección de un consumidor joven, 'más abierto, que quiere probarlo todo' y que no se centra exclusivamente en los Rioja. España, explica, 'era un mercado muy conservador, que se va abriendo'.

Reservas y crianza

Entre sus líneas de trabajo, pretende que el 40% de producción que destina a vino de mesa se 'vaya reduciendo' en beneficio de los reservas y crianza, que ahora suponen el 15% de su producto. Bodegas Gandía, que embotella vinos de las Denominaciones de Origen de Valencia, Alicante y Utiel-Requena, ha firmado un acuerdo con la riojana Viña Gótica, para dirigir la elaboración de vinos de crianza y reserva, muy enfocados a la exportación, y de los que este año saldrá una producción experimental de 100.000 botellas. Es 'una especie de noviazgo', explica Gandía, que en un futuro puede consolidarse en 'una joint venture o establecernos en La Rioja'.

Tuvieron que pasar casi cien años hasta que, en los setenta, la bodega empezara a embotellar Castillo de Liria, vino joven dirigido principalmente a supermercados y que ha marcado su crecimiento. Fue el primer punto de inflexión del negocio. El segundo fue un cambio de ubicación, con la construcción de una bodega en Chiva. 'Hemos ido siempre muy poco a poco', explica el director de Marketing, Javier Gandía. Granel, vino joven, mono varietales, crianza y reserva y caldos de autor, como Ceremonia. Vinos, explican, 'que no se venden en grandes cantidades, pero contribuyen a prestigiar la bodega'. La firma acaba de crear su nueva imagen corporativa.

Copas a la californiana

Una de las cartas más altas con la que juega Bodegas Gandía es la construcción de su nuevo complejo vinícola, para el que prevé una inversión de 12 millones de euros (2.000 millones de pesetas) y destinado a elaborar vino de gama alta. Ubicada en la comarca vitivinícola de Utiel-Requena, a 100 kilómetros de Valencia, la firma compró las instalaciones en los noventa 'para dominar el producto desde la uva' y no concentrarse en embotellar la producción de otros. El complejo consta de una planta de elaboración de vino, con capacidad para 3,5 millones de litros y actualmente terminada, una bodega de envejecimiento, de 3.200 metros cuadrados y con capacidad para 12.000 barricas boralesas, que esperan terminar en junio, y de una zona de ocio, previsiblemente construida a finales de este año o principios de 2003. En la zona de ocio, la empresa pretende ubicar un restaurante, una torre de 23 metros, una sala de proyecciones y una tienda con regalos de promoción de la marca, 'una fórmula muy explotada' por los viticultores californianos. Las instalaciones se levantan en la finca Hoya de Cadenas, que debe su nombre a que los antiguos propietarios del terreno disfrutaban del llamado 'derecho de cadenas', concedido por Felipe IV y que eximía a quien entrara a trabajar en la hacienda de ser reclamado por el ejército.

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