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Reportaje:

Body Shop vuelve al redil

Anita Roddick, la empresaria que desafió al sistema, deja la presidencia de la cadena

Anita Roddick ha tirado la toalla. La mujer que fundó la cadena Body Shop, basada en la ética, el desarrollo sostenible y el respeto al medio ambiente, dejó ayer, junto a su marido, la copresidencia de la empresa. Hace dos años, presionados por los accionistas, ya habían delegado la gestión diaria.

Ambas partes han querido revestir el divorcio con buenas palabras. Anita y Gordon Roddick seguirán siendo miembros no ejecutivos de la dirección y los nuevos gestores aseguraron que Body Shop no está en venta y seguirá siendo una compañía independiente.

La dimisión de los Roddick es una prueba de lo difícil que es desafiar al sistema y limitar el campo de acción de los negocios con condicionantes éticos. El mercado ético de Body Shop funcionó muy bien durante los años ochenta, cuando una cadena de tiendas innovadoras, que no sólo vendían jabones y perfumes, sino toda una filosofía de la vida, era sinónimo de grandes beneficios. En sus mejores momentos llegó a estar valorada en 700 millones de libras, más de 1.100 millones de euros al cambio actual.

La empresa llegó a estar valorada en 700 millones de libras, más de 1.100 millones de euros

Pero el romántico negocio de una empresa que defendía al mismo tiempo el beneficio, el desarrollo del Tercer Mundo, el respeto del medio ambiente y el bienestar de los animales acabó sucumbiendo a la competencia, a los nuevos modos de la aldea global y también a una expansión mal planeada.

La derrota de Anita Roddick fue ayer recibida como agua de mayo por sus oponentes ideológicos. 'Es una noticia estupenda', declaró a la BBC Richard Ratner, analista de ventas de Seymour Pierce. 'Cuanto menos haga ella, mejor irán los negocios', añadió para dejar las cosas muy claras.

Hace ya tiempo que muchos accionistas de Body Shop piensan como este analista de la City. Anita no sólo vela por la limpieza de los negocios en un sector muy relacionado con el Tercer Mundo (la propia Anita ha sido siempre la primera viajera de la empresa, a la busca de nuevos perfumes y materias primas). También ha mezclado su ideología política con sus creencias religiosas, profundamente evangelistas.

La página de Body Shop en Internet ilustra un poco sobre este pastel. No sólo se puede obtener el catálogo de productos de la empresa o sus ofertas e ideas para celebrar el muy comercial día de San Valentín. También se puede acceder a páginas y manifiestos contra el uso experimental de animales, apoyo al comercio justo, la defensa de los derechos humanos, la protección del planeta e incluso el fomento de la autoestima. El lema podría ser mens sana in corpore sano.

Las malas relaciones entre la fundadora y el resto de directivos cristalizaron en el año 1998 en el primer paso del divorcio que ahora se ha consumado. Entonces, Anita y Gordon Roddick abandonaron sus puestos ejecutivos para ocupar el cargo de copresidentes. Patrick Gournay, un ejecutivo de Danone, se hizo cargo de la gestión. Aunque con poco éxito: ayer dejó todos sus cargos.

Malas relaciones

Desde entonces, las relaciones entre Anita y el resto de la dirección no han dejado de deteriorarse. La fundadora llegó a declarar que Body Shop perdió sus fundamentos políticos al salir a Bolsa.

'Quería que cada tienda desafiara a la Organización Mundial de Comercio, que interpelaran a cada miembro del Parlamento, y ellos no han querido hacerlo', declaró la empresaria amargada en agosto del año 2000.

En septiembre del pasado año, la empresa llegó a un acuerdo de venta con la cadena de cosméticos Lush. Pero Anita vetó la operación porque el fundador de Lush, Mark Constantine, no era lo bastante ético. Sí dio luz verde a un segundo acuerdo, con el desconocido Grupo Omnilife, una empresa mexicana de alimentos infantiles. Pero Omnilife no logró apoyo financiero para pagar los 300 millones de libras apalabrados.

Desde ayer, Body Shop ya no está en venta. La empresa que Anita Roddick fundó en 1976 en Brighton es ahora una cadena de 1.800 establecimientos repartidos por 50 países. Es mucho menos rentable que en los viejos buenos tiempos. Pero, sobre todo, ya no desafía a nadie: Body Shop ha vuelto al redil.

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