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Dos sicarios matan a tiros a un colombiano a la puerta de su casa

En el edificio donde vivía la víctima, la policía descubrió en octubre una red de falsificadores

William Fernando Hernández Lizaranzu, colombiano de 38 años, murió ayer tiroteado por dos sicarios cuando iba a entrar con su coche en el garaje de su domicilio, en la calle de Valentín Beato (Ciudad Lineal). Dos hombres 'muy jóvenes', según testigos presenciales, habían llegado en una moto de pequeña cilindrada a la puerta del garaje poco antes de las tres de la tarde, y allí, de pie, se quedaron esperando a que apareciera la víctima.

Eran las tres y pocos minutos de la tarde cuando Hernández apareció conduciendo su coche, un Citroën Saxo color blanco. Paró el vehículo frente a la puerta de entrada del garaje y, mientras esperaba a que ésta se abriera, uno de los jóvenes comenzó a dispararle. Algunos testigos aseguran que oyeron hasta tres detonaciones. Las balas traspasaron el cristal del coche e hirieron gravemente a la víctima. Los jóvenes huyeron luego en la moto en dirección a la calle de Albasanz. La policía encontró en el lugar de los hechos casquillos de bala del calibre 22 milímetros.

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Hernández, herido de muerte, tuvo aún tiempo de salir del coche. Con la mano en el pecho intentó buscar ayuda, pero segundos después cayó desplomado. Los efectivos del Samur-Protección Civil intentaron reanimarle, pero el hombre falleció minutos después. Un portavoz de este cuerpo de emergencias señaló que el hombre presentaba al menos un orificio de bala en la axila izquierda.

La víctima no tiene antecedentes en España, según fuentes policiales, que no descartan que Hernández pudiese moverse por la capital con otras identidades.

La policía judicial colombiana confirmó desde Bogotá que Hernández, 'al menos con ese nombre', tampoco tenía antecedentes en Colombia. La policía investiga ahora la relación de los asesinos con la víctima y si ésta pertenecía a alguna de las mafias colombianas que operan en la capital.

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La víctima llevaba tres meses viviendo solo en Madrid, en un bloque de apartamentos del número 508 de la calle de Alcalá cuya entrada de garaje está en la calle de Valentín Beato, donde Hernández recibió los tiros. El alquiler de estos apartamentos cuesta, como mínimo, 930 euros (155.000 pesetas) al mes.

En este edificio, con apartamentos de uno y dos dormitorios, residen muchos extranjeros que están de paso en la capital y que buscan un lugar tranquilo, alejado del centro, para pasar su estancia en Madrid. Además de la víctima, en el inmueble reside otro ciudadano colombiano que, según el conserje del edificio, no tenía ninguna relación con Hernández Lizaranzu. Debido al precio del alquiler de los apartamentos, los residentes suelen ser personas con un nivel medio-alto de ingresos.

'Las personas que vienen a vivir aquí apenas se conocen entre ellos, porque generalmente están unos meses, pasan poco tiempo en los pisos, y luego se vuelven a su país', explicó el conserje del inmueble, encargado de controlar las entradas y salidas del edificio. Según un vecino de la víctima, Hernández Lizaranzu salió del edificio conduciendo su coche sobre las once de la mañana y regresó cerca de las tres de la tarde, cuando encontró la muerte a mano de los sicarios.

Los hechos delictivos de ayer no son los primeros que ocurren en el edificio del número 508 de la calle de Alcalá. En un piso de este inmueble, el Cuerpo Nacional de Policía desarticuló en octubre pasado a parte de una red de falsificadores y distribuidores de billetes de 5.000 pesetas, de lotería nacional y de tráfico de estupefacientes. En esa operación, la policía encontró en la vivienda varias pistolas y abundante munición del calibre 22 milímetros.

William Hernández es la octava víctima y el primer colombiano que muere este año en la región de forma violenta.

Crimen en Arganzuela

El primero de estos asesinatos se produjo el pasado 13 de enero en la calle de Santa María de la Cabeza (Arganzuela). Valerio Margeans, un rumano de 34 años, murió de una cuchillada. Cinco días después, la policía descubrió en Collado Villalba el cadáver de Alberto Palacio, de 26 años, cosido a puñaladas en el pecho y en la cara. El mismo día fueron hallados en Usera los cadáveres de Francisco Javier Izquierdo y su novia, Susana Gutiérrez, dos toxicómanos de 31 y 27 años, respectivamente.

El primer día de febrero Jorge M. C., de 31 años, murió en el poblado de venta de droga de Las Barranquillas tras recibir una puñalada junto al corazón. Dos días después, Balbino Javier Arroyo, de 23 años, murió de dos navajazos en un bar de Centro. Ese mismo día, un recién nacido que había sido arrojado por su madre a un contenedor de basura moría en la avenida de España de Alcobendas.

Las personas de nacionalidad colombiana han estado relacionados con varios crímenes en la capital en los últimos meses. De hecho, el año pasado, 11 ciudadanos de ese país fallecieron asesinados en Madrid.

El viernes pasado la policía detuvo a Diego Luis L. V., colombiano de 31 años, acusado de ser el pistolero que disparó y mató a otros tres colombianos el pasado 25 de septiembre en un tiroteo en el barrio de Ascao, también en el distrito de Ciudad Lineal.

Una deuda por tráfico de droga fue el móvil del triple homicidio, según fuentes de la investigación policial. Los hechos sucedieron cuando los cuatro colombianos comenzaron a disparar unos contra otros en el interior de un locutorio de la calle de Servando Batanero.

Uno de los heridos fue tiroteado dentro de una cabina del local. Los demás salieron corriendo y pegando tiros de lado a lado de la calle en un trayecto de unos 400 metros. El primero en morir fue Elkin Iván Escudero, de 25 años, un sicario recién llegado de Colombia.

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